El icónico Citroën que cumple 35 años

A finales de los 80, Citroën se embarcó en una ambiciosa misión: actualizar su icónica suspensión hidroneumática y crear un automóvil que redefiniera los estándares de confort, tecnología y diseño. 

El resultado de esta ardua labor fue el Citroën XM, un vehículo que aterrizó en el mercado como un auténtico meteorito, revolucionando el segmento de las berlinas de lujo.

Inspirado en los modelos DS, SM y CX, el XM se convirtió en el nuevo buque insignia de Citroën, heredando su legado de innovación y confort. Su diseño, obra del maestro Bertone, era una oda a la elegancia y la aerodinámica, con líneas limpias y una amplia superficie acristalada que inundaba el interior de luz.

La suspensión hidractiva, la joya de la corona del XM, evolucionó de manera significativa, incorporando la electrónica para ofrecer un confort y una seguridad sin precedentes. Esta tecnología, junto con su diseño vanguardista, le valió al XM el prestigioso título de "Auto del Año en Europa 1990".

Bajo el capó, el XM ofrecía un potente motor de 3.0 litros y 6 cilindros en V, que proporcionaba una aceleración emocionante y un sonido cautivador. Este propulsor, heredero del motor Maserati del mítico SM, era una muestra del compromiso de Citroën con el rendimiento.

El interior del XM ofrecía confort y tecnología. Los asientos, diseñados ergonómicamente, y la suspensión hidractiva creaban una sensación de flotación que aislaba a los ocupantes del ruido y las vibraciones de la ruta. 

Además, el XM introdujo innovaciones como los faros de superficie compleja, que concentraban la luz en un área más pequeña y ofrecían una iluminación más eficiente.

Con la llegada de la segunda generación, el XM se convirtió en un pionero en el campo de la electrónica automotriz. El multiplexado, una tecnología que permitía conectar todos los sistemas del vehículo a través de una red digital, simplificó la arquitectura eléctrica y abrió las puertas a una amplia gama de funcionalidades que hoy en día damos por sentadas.