Cómo reconocer si un vino tiene defectos
Como todo producto vivo y sensible, el vino puede presentar fallas. Reconocerlas a tiempo ayuda a entender qué pasó.

Cómo reconocer defectos en los vinos. Foto: Pixabay
Abrir una botella de vino suele ser el inicio de un momento especial: una cena, un brindis o una simple pausa de disfrute. Pero no siempre la experiencia es la esperada. Al ser natural y vivo, el vino puede fallarse. Reconocerlas a tiempo ayuda a entender qué pasó y, sobre todo, a no culpar al paladar propio por un defecto ajeno. Veamos algunas recomendaciones.
Uno de los problemas más conocidos es el TCA (tricloroanisol), más famoso como “olor a corcho”. Se percibe en nariz como un aroma a cartón húmedo, sótano o diario mojado. Este defecto enmascara la fruta y deja la boca apagada, sin frescura. Aunque hoy es menos frecuente gracias a los avances en tapones, aún aparece.
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La oxidación prematura del vino
Si al servir el vino el color parece más apagado de lo normal (amarillo oscuro en los blancos, tonos teja en los tintos jóvenes) y los aromas recuerdan a nuez rancia, manzana oxidada o vinagre, probablemente el vino sufrió oxidación. Esto ocurre cuando el oxígeno ingresó de forma excesiva a la botella.
También otro defecto es el llamado vino “cocido”, que cuando una botella expuesta a altas temperaturas puede presentar notas a fruta pasa, compota o caramelo quemado. Muchas veces el corcho aparece levemente salido o manchado, señal de que el calor dilató el líquido.
Aromas reductivos en el vino
En algunos casos, el defecto es el opuesto: falta de oxígeno. Se manifiesta como olores a huevo podrido, caucho o azufre. A veces basta airear el vino unos minutos para que se corrija; si persiste, es un fallo. O un burbujeo inesperado, donde un vino tranquilo (no espumante) presenta burbujas en copa puede estar re-fermentado. Es una señal de que azúcares residuales y levaduras quedaron activas dentro de la botella. El resultado suele ser desagradable y desequilibrado.