Bebidas alcohólicas sin alcohol: ¿moda o nicho a explotar para las industrias?
Con una creciente demanda en el mercado, la calidad de los productos que se obtienen con la desalcoholización sigue estando en la mira.

Las bebidas sin alcohol presentan un gran potencial de crecimiento pero también despiertan controversia.
Rodrigo D'Angelo / MDZLos cambios de hábitos en el mundo de las bebidas han dado lugar a un segmento tan controversial como emergente. Con la idea de la moderación y un estilo de vida más saludable, pero sin sacrificar el placer y la experiencia social que las bebidas con alcohol traen aparejadas, las versiones sin alcohol han ganado terreno, sobre todo en generaciones como los Millennials y los Z y plantean serias discusiones puertas para dentro en las diferentes industrias.
Mientras en el mundo y en Argentina las bebidas alcohólicas experimentan serios retrocesos, el segmento de las bebidas sin alcohol presenta una realidad opuesta y se prevé que su consumo aumente un 33% para 2026. Incluso, en nuestro país, la cerveza 0.0 ya representa un 1,3% del mercado y se espera un crecimiento del 40% para este 2025.
Te Podría Interesar
Justamente esta realidad se puso sobre la mesa en el último Ciclo de Charlas MDZ, donde el vino y la cerveza fueron los protagonistas. Allí, expertos de cada sector brindó su opinión sobre las alternativas sin alcohol de cada una de estas bebidas que existen en el mercado y su potencial de crecimiento en el país.
Cerveza que sea cerveza
Por el lado de Verónica Ramírez Sterponi, gerenta de la planta de producción de 23 Ríos, reconoció que es innegable el crecimiento general de las bebidas sin alcohol, pero puso en discusión la autenticidad como cerveza de aquella que no posee alcohol. “Mi pregunta es cuán diferente es al producto original. Hoy en el mercado hay muchas cervezas sin alcohol pero no todas son ricas, es la verdad. Hay muy pocas, al menos de las que yo he probado, que se parecen a la cerveza, pero es una opción”, dijo.
En su argumentación, la referente cervecera destacó que el producto se destaca por tener entre 3% y 5% de alcohol, pero que hay quienes por gusto o por alguna condición especial eligen la alternativa 0.0. “Creo que ha venido para quedarse, pero espero que esto sea con cervezas de calidad. Que no sea una malta dulce, sino que sea cerveza de verdad. El alcohol está en la composición de la bebida y sacarlo es como quitarle una parte de su alma”, defendió Ramírez Sterponi.
Entre la moda y la tendencia
Federico Gambetta, enólogo e ingeniero agrónomo de Alto Las Hormigas, respondió con sinceridad que el vino sin alcohol en Argentina todavía no ha encontrado su rumbo en cuanto a calidad. “Todavía no sabemos si es moda o tendencia, porque es muy reciente la globalización de los vinos sin alcohol o los de bajo contenido. Sí hay una tendencia de buscar cosas con menos alcohol. Personalmente creo que todo lo que le saque un poco de solemnidad a tomar vino y aumente el consumo es positivo, pero en el medio hay que tener mucho cuidado porque jugamos con una identidad que hemos construido por un montón de años”, explicó.
Gambetta aseguró que hasta el momento no ha probado ningún vino sin alcohol que le haya gustado y que, más allá de algunos incipientes proyectos de algunas bodegas argentinas, todavía queda un largo camino por transitar.
A la opinión del joven enólogo se sumó la de otro referente de la industria como Walter Bressia, presidente de Bodegas de Argentina y un experimentado en la materia. Desde lo técnico argumentó que puede llamarse vino a este producto porque, de acuerdo a la legislación argentina, primero debe realizarse el proceso de fermentación donde los azúcares se transforman en alcohol y luego desalcoholizarlo con diferentes técnicas.
“Creo que la Organización Mundial de la Salud está haciendo mucha presión en el tema del alcohol, donde también queda incluido el vino, a pesar de que es considerado un alimento. Creo que esta tendencia no es solamente por un tema de gusto, sino sobre todo porque lo consideran perjudicial”, sostuvo Bressia.
Otro de los factores a los que atribuyó el crecimiento del vino sin alcohol es la rigurosidad de los controles viales y la tolerancia cero a la alcoholemia. “El camino es largo y tenemos que ir buscando alternativas porque es una tendencia que ya estamos transitando. Creo que la cerveza va a lograr otros resultados porque tienen otra composición y hay algunas que son ricas. Pero en el vino, hay que buscar un resultado atractivo donde esa característica que le da el alcohol pueda ser reemplazada por algo que le de alma”, planteó el reconocido enólogo.