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Sebastián Zuccardi: "No tenemos nada que envidiarle a ningún otro lugar en el mundo"

En estos encuentros junto a grandes hacedores del vino argentino, hoy nos reunimos para hablar con uno de los enólogos referentes, parte de una de las familias más fuertes del vino nacional.

Federico Lancia
Federico Lancia domingo, 17 de marzo de 2024 · 07:00 hs
Sebastián Zuccardi: "No tenemos nada que envidiarle a ningún otro lugar en el mundo"
Sebastián Zuccardi en MDZ Foto: Rodrigo D'Angelo / MDZ

Creció viendo como su padre y su abuelo trabajaron la viña, y como apostaron a la industria del vino como motor para el desarrollo de la actividad en la provincia. 

En la actualidad se encuentra al frente de todo el equipo agrícola y enológico, encargado de producir vinos con los más altos estándares de calidad en el Valle de Uco.

Es una de las referencias internacionales para críticos y grandes consumidores de vinos, y en su afán por la investigación ha centrado su desarrollo en mostrar vinos que expresen un lugar, con todo lo que eso implica.

A continuación la entrevista completa junto a Sebastián Zuccardi:

A continuación, compartimos unos "highlights" de la entrevista: ¡No dejes de verla completa en el video! 

Siempre miramos a otros países, sobre todo a Francia y a Italia como referencia: ¿son muy diferentes las cosas allá, en materia enológica?

Cada lugar es diferente porque tienen condiciones climáticas, de suelo, de cultura, que los hacen únicos y distintos. Ahora, si vos me preguntás... Argentina en Mendoza, y el Valle de Uco, que es donde yo trabajo y donde yo puedo hablar, no tienen nada que envidiarle a ningún otro lugar en el mundo. Tenemos condiciones únicas, singulares y un conocimiento del viñedo y una manera de interpretar lo que puede dar para jugar en el nivel más alto. Por supuesto que hay que hacer un trabajo de evangelización porque no todo el mundo sabe y conoce los lugares que tenemos y es el trabajo que estamos haciendo. 

Seguir explorando los terruños argentinos, es la clave para Sebastián.

Lo que se hizo antes también suma… ¿No?

La viticultura es una actividad de generaciones y poner una región en un lugar no lo hace ni una persona ni una generación, sino que se necesita un conjunto de ello. Nuestra viticultura empieza con la inmigración (italiana y española) que trae la cultura de cultivar la viña, pero trae también la cultura de beber vino y eso hace a Argentina, si lo consideramos dentro de los países del nuevo mundo, un país diferente. 

Es cierto que en algún punto somos más parecidos a lo que se entiende como cultura de viejo mundo, que pueden ser Francia, España, Portugal, Italia; con nuestra tradición de beber vino. Por eso el Malbec es el resultado de generaciones de viticultores caminando el viñedo, probando la uva, plantando y replanteando los viñedos. Porque el Malbec no fue un plan de marketing, fue algo que pasó y sucedió gracias a la viticultura y hoy nos encontramos con una variedad que es insignia, que está seleccionada y adaptada al lugar. Es una actividad de generaciones. 

Esta semana Australia fue noticia por cómo están arrancando algunos viñedos en un país históricamente productivo, resultado de la baja en el consumo mundial. ¿Puede pasar eso en Argentina? 

Tenemos un desafío, la baja de consumo no es solo en Argentina, es mundial. Puede dejar muchas hectáreas, no solo en Australia, sino en muchos lugares del mundo afuera, y eso es algo que no se revierte de un año para otro. Esto tiene mucho que ver con movimientos culturales y también con influencias externas sobre los hábitos de vida.

Tenemos un trabajo por delante: ver cómo y hacia dónde orientamos lo que producimos para en algún punto tener espacio en el mercado. Si bien cuando llegamos yo te decía que mi pasión es cultivar una viña y hacer vino, también tenemos que integrar un negocio porque es parte de lo que hacemos, y hay un mercado hacia donde vamos. Sin dudas, el desafío más grande que tenemos nosotros como productores y en general en el mundo, está en frenar esa caída de consumo.

Uno de los enólgos que marcan el camino del vino argentino.

Fuiste uno de los enólogos responsables de la evolución del estilo del vino argentino con líquidos más frescos, más livianos, más auténticos, sin tanto maquillaje. ¿Eso es lo que sigue?

En nuestra familia, y esto muchas veces solo puede pasar en proyectos familiares, el productor está en el lugar. Tomamos las decisiones no por el mercado, sino por nuestra mirada de ese lugar. Buscamos que los vinos sean más fieles a ese lugar, más transparentes. No lo hacemos mirando al mercado, sino que lo hacemos en una búsqueda genuina de nuestra mirada sobre el lugar y nuestras ganas.

Nos pasó que ese camino en algún punto tomó fuerza desde el reconocimiento, con periodistas, sommeliers y referentes. Y además veo un movimiento de consumidores que buscan vinos que sean más fieles al lugar, pero también que acompañen mejor la comida y que sean más fáciles de beber. Siento que el único camino posible en un cierto segmento de vinos es la identidad. Y el vino es una actividad en algún punto de las más diversas y únicas. Vos tomas una gaseosa y tiene el mismo sabor en todos lados. No sabes con qué está hecha, y hace mal. El vino es completamente diferente: depende del lugar, el productor y el año.  Eso lo hace accesible y difícil al mismo tiempo. Pero en algún punto es único y no hay un vino perfecto. El placer es tener esa diversidad. 

¿Cómo te gustaría que fuera la industria en 20 años? 

Tiene que ser una actividad de desarrollo y me gustaría que sea una actividad que permita oportunidades de desarrollo para quienes vivimos en Mendoza de la viticultura, aportando una oportunidad de trabajo concreta en los viñedos, pero también lo que pueda sumar para el turismo y eso es muy importante porque nos ayuda no solo a contar en algún punto lo que hacemos, porque cuando alguien viene a visitarnos se transforma en un embajador, sino que genera oportunidades en las regiones. El turismo tiene una red de penetración sobre el lugar, sobre todo lo que pasa alrededor del lugar, sobre la calidad de trabajo que genera. Después me gustaría que Argentina pueda hacer calidad en diferentes niveles. Sabemos que el mundo del vino es una pirámide y para incluir en algún punto mucha superficie de viñedo, necesitamos tener niveles de relación calidad precio en diferentes puntos. Y por último una viticultura muy diversificada, al contrario de concentrada, llena de actores que busquen tener protagonismo, que no vayamos a una actividad donde cuatro manejan todo. Eso da más oportunidades.

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