El rey vikingo que murió "atacado" por un muerto

El rey vikingo que murió "atacado" por un muerto

Sigurd el poderoso quiso conquistar Escocia en el siglo IX. Pero la parca lo sorprendió de la forma más inesperada.

Facundo García

Facundo García

Como quien rasga el velo de la jornada hablamos aquí de tiempos lejanos, cuando el mapa del mundo se expresaba con palabras. Época de vikingos y de hachas, de batallas, nobleza y traición. Con las mismas miserias de ahora, pero sin pantallas y, por tanto, con menos distracciones. Sigurd Eysteinsson era un reyezuelo que soñaba con conquistar Escocia. Merodeaba por la zona y hasta había logrado fundar algún asentamiento.

La edad de oro de los vikingos (750-1100) estaba en sus albores. Sigurd había comenzado a reinar sobre algunos territorios escoceses hacia 875. Dos décadas después, su sangre le seguía pidiendo aventura, mares y tormentas. Por eso desafió a Máel Brijte, alias "diente salido", que era un líder de las tribus locales. 

40 guerreros en batalla limpia...

El duelo era así: Sigurd el vikingo se presentaría con 40 de sus mejores guerreros y el escocés Máel llevaría otros tantos. En batalla limpia y directa, se sacarían chispas y verían quién era el más fuerte.

Pero las sagas cuentan que Sigurd hizo trampa. En lugar de asistir a la cita con 40 guerreros, llevó el doble. Máel y los suyos fueron rodeados y masacrados sin piedad. Borracho por la adrenalina del triunfo, el vikingo le cortó la cabeza a su oponente y la ató a la silla de su caballo

No se esperaba lo que le iba a pasar.

El fin

Las informaciones sobre la muerte de Sigurd nos llegan a través de la saga Orkneyinga, una narración histórica escrita en el siglo XIII. Lo que cuenta al respecto, por lo increíble, puede ser verdad. ¿Qué motivos tendría un autor para introducir un detalle tan extraño?

El antiguo texto dice que en 892, tras aquella batalla tramposa, Sigurd siguió viaje con la cabeza de su adversario atada a la silla de la montura. En medio de la cabalgata, la cabeza rebotó contra su pierna y un diente del muerto le causó una herida. "No es nada", habrá pensado el vikingo.

Pero era. La herida se infectó y Sigurd murió poco después. Su hijo Guthorm reinó apenas un invierno. Y así terminó esta desafortunada dinastía nórdica.

El norte de Escocia y las Shetland: la zona en la que vivió y murió Sigurd.

 

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