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Viñateros acusaron "la peor crisis en décadas" y piden "salvar la vitivinicultura

Aseguran que han perdido rentabilidad respecto a la temporada anterior y que el mercado de uva está destruido. Aseguran que más de 100.000 puestos de trabajo están en juego.

Desde la Asociación Viñateros de Mendoza piden precios de referencia y que aceleren el financiamiento Foto: X @avm_mendoza

En un complejo contexto para la vitivinicultura argentina, viñateros de Mendoza acusaron que están viviendo y peor crisis en décadas en la actividad, con una profunda pérdida de la rentabilidad para los productores respecto a la temporada anterior. Pidiendo una reducción de la presión impositiva de manera urgente, aseguraron que más 100.000 puestos de trabajo están en juego por esta situación.

La Asociación de Viñateros de Mendoza compartió un contundente comunicado donde aseguraron que “el viñatero mendocino está atravesando una de las peores crisis de rentabilidad” que se hayan vivido en décadas. “No es un diagnóstico exagerado ni una queja más: es una advertencia urgente, con la responsabilidad que sentimos como parte esencial de la identidad productiva, cultural y social de esta provincia”, advirtieron.

De acuerdo a la información compartida, aseguran que “la ecuación económica del productor primario ya no cierra”, enfrentando aumentos de diferentes ítems que llegan hasta un 250%, frente a precios para la uva que están incluso por debajo de lo que se pagó la temporada anterior.

“No pedimos subsidios, ni parches. Pedimos lo que es justo: una reducción urgente de la presión impositiva, controles y alternativas de lucha contra las contingencias, herramientas de financiamiento a mediano y largo plazo, condiciones dignas de negociación y pago, es decir, reglas claras para poder trabajar. Si realmente se quiere ayudar al sector productivo es cuestión de ponerse a trabajar cumpliendo el rol que a cada uno corresponde. Lo demás es discurso vacío”, solicitaron los viñateros.

El comunicado completo

Desde la Asociación de Viñateros de Mendoza, queremos hablar con claridad. Hoy, el viñatero mendocino está atravesando una de las peores crisis de rentabilidad que hayamos vivido en décadas. Y no es un diagnóstico exagerado ni una queja más: es una advertencia urgente, con la responsabilidad que sentimos como parte esencial de la identidad productiva, cultural y social de esta provincia.

La ecuación económica del productor primario ya no cierra. Durante este ciclo 2024/2025, los costos se dispararon de manera insostenible: mano de obra, agroquímicos, fertilizantes, energía, transporte, impuestos, tasas… todo subió menos la UVA. Sí señor, nuestro fruto hoy vale incluso menos que el año pasado. Y de esto no se salva ni el grande ni el mediano ni el chico, ni el que vendió el fruto o lo elaboró, ni el productor que está integrado o no lo está… porque somos quienes asumimos por un lado los riesgos de la actividad y por otro la medida de ajuste del mercado.

Para ponerlo en números concretos: la energía y el riego aumentaron más del 100%, la mano de obra de cosecha un 115%, los fletes un 95%, y las tasas e impuestos alcanzan subas del 50 al 250%. Y si hablamos de presión fiscal, estamos soportando un esquema confiscatorio: el Estado se queda con el 57,1% del excedente puro de una finca productiva. ¿Así se sostiene una economía regional?

Una cadena desequilibrada

La realidad es que el productor no tiene poder de negociación. El mercado de la uva está destruido. Los valores se imponen desde una posición dominante, en una cadena vitivinícola en la que más del 50% de las bodegas no producen su propia uva. Nos exigen estándares internacionales, pero nos pagan por debajo del costo real y, además, a plazos imposibles, con cheques a seis o nueve meses desde mayo…. sufriendo inclusive retrasos en dichos pagos. Así, nos endeudamos, mal vendemos o no podemos ni siquiera podar; porque las bodegas hoy también complicadas por coyuntura y por errores propios ajustan por la parte más débil y desprotegida EL PRODUCTOR. Nos hemos convertido en permanente eslabón de ajuste.

Se nos dice que si no somos rentables es porque no somos eficientes, como si el Estado y las otras partes de la cadena no tuviera ninguna responsabilidad. Ejemplo de ello es la lobesia botrana, enfermedad que hoy todos los productores sufrimos en nuestras fincas por una irresponsabilidad estatal en los controles de máquinas traídas por la industria, y si bien después de una larga lucha de nuestra Asociación junto a otros actores se ha logrado recién este año que el gobierno provincial escuche y afronte el problema como corresponde, desgraciadamente el remedio llega tarde y el productor ya sufrió daños irreparables que tuvo que pagar desde su bolsillo.

No pedimos subsidios, ni parches. Pedimos lo que es justo: una reducción urgente de la presión impositiva, controles y alternativas de lucha contra las contingencias, herramientas de financiamiento a mediano y largo plazo, condiciones dignas de negociación y pago, es decir, reglas claras para poder trabajar. Si realmente se quiere ayudar al sector productivo es cuestión de ponerse a trabajar cumpliendo el rol que a cada uno corresponde. Lo demás es discurso vacío.

El impacto es real, necesitamos reaccionar

Hoy, miles de familias viñateras están al borde de la desaparición. Hay fincas abandonadas, gente sin trabajo, casas que se caen, jóvenes que se van del campo porque ya no encuentran futuro. La vitivinicultura está dejando de ser un camino de vida. Se están paralizando tareas culturales, se frena la inversión en renovación de plantas y se compromete el empleo de más de 100.000 trabajadores rurales, entre temporarios y permanentes.

Esto no es solo un problema económico. Es una crisis estructural que afecta al tejido social de Mendoza. Porque cuando cae el viñatero, se debilita todo el entramado rural: el pueblo, la escuela, el almacén, el trabajador, la cultura local, la tradición.

No lo decimos con resignación. Lo decimos con responsabilidad. Creemos que todavía estamos a tiempo. Pero para revertir esta situación, necesitamos que el gobierno nacional, el provincial, los municipios y toda la cadena vitivinícola entiendan la gravedad de esta crisis. Porque si queremos que Mendoza siga siendo la capital mundial del vino, primero debemos cuidar a quienes producen la uva. Sin productor primario, no hay vino. Y sin vino, no hay turismo, no hay economía regional, no hay Mendoza.

Desde nuestra Asociación, estamos dispuestos a dialogar, a trabajar y a aportar propuestas como lo hemos hecho siempre. Pero necesitamos PREVISIBILIDAD, se requieren medidas concretas, urgentes y sostenibles que devuelvan rentabilidad y condiciones justas y equitativas. No se trata solo de defender un cultivo: se trata de defender una forma de vida, una historia compartida y el futuro mismo de nuestra provincia.

Hoy más que nunca, necesitamos voluntad política, compromiso del sector y una mirada de largo plazo, necesitamos REACCIÓN. Porque el viñatero quiere seguir produciendo. Pero ESO ES IMPOSIBLE SIN REGLAS CLARAS Y JUSTAS para poder hacerlo.