Retenciones: un año en la montaña rusa, promesas incumplidas, dólar volátil y expectativas para 2026
En su cabeza el Gobierno quiere eliminar las retenciones, pero la caja no se lo permite y termina actuando por reacción, con marchas y contramarchas.
La soja y sus derivados como harina y aceite, explican gran parte de las divisas que ingresan al país y de las retenciones que se pagan por exportar.
ShutterstockA sólo una semana de que finalice el año el sector agroindustrial, clave para la generación de dólares, navega entre la satisfacción de algunas medidas frente a las demandas del sector y la preocupación por la permanencia de otras que literalmente "traban" las decisiones de inversión. Y la política de retenciones está en el centro de la escena.
Pero si hay algo que está presente, sobre la mesa, en todas y cada una de las reuniones del sector con funcionarios del Gobierno, ya sean productores primarios, dirigentes de la Mesa de Enlace, acopiadores, exportadores de granos y derivados, productores y exportadores ganaderos es el reclamo por la baja y eliminación de los derechos de exportación, más conocido como retenciones.
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En rigor, el campo no es el único sector productivo que paga retenciones cada vez que exporta. El sector automotriz tributa 4,5% de derechos de exportación, pero desde 2021 logró que el Gobierno liberara de este gravamen a las llamadas exportaciones incrementales, tomando como referencia las ventas externas del año anterior, que para este año quedaron fijadas en 137.000.
Otro tanto ocurre con las exportaciones de autopartes, que tributan 3% al momento de embarca. En ambos casos, es literalmente un costo que se traslada directamente al costo de producción y resta competitividad. Y la pesca paga entre 3% y 9%.
La palabra de Milei
Desde el primer día de gestión, el presidente de la Nación, Javier Milei, el ministro de Economía, Luis Caputo, y otros funcionarios han remarcado que "las retenciones son un mal impuesto y las vamos a eliminar", pero todavía eso no se materializó.
Hay que reconocer, sin embargo, que en el caso del gobierno libertario no es un problema de convencimiento sino que prevalece el criterio de caja, o más bien la necesidad de asegurarse los recursos para mantener el superávit fiscal y primario. Eliminar las retenciones tendría un costo fiscal imposible de compensar por parte del Ejecutivo, por más que en promedio representan un 3% de la recaudación total.
Con todo, el sector agroindustrial es por lejos el mayor aportante de recursos vía derechos de exportación. En este contexto, hay que reconocer, que este año hubo dos bajas en las alícuotas de los derechos de exportación para los granos y derivados, así como carnes vacuna y aviar (el cerdo ya no paga retenciones).
Corrida cambiaria
Pero no fue por virtud sino urgido por la crítica situación cambiaria que atravesó el Gobierno en los meses previos a las elecciones.
Arrancando el año electoral, a mediados de enero, el Gobierno nacional fijó una baja de retenciones del 25% en las alícuota de todos los productos cárnico y el 20% en granos y derivados, con vigencia hasta el 30 de junio (decreto 38/25). Así, se garantizó una buena liquidación de la cosecha gruesa (soja y subproductos, maíz, girasol y sorgo).
Con esta reducción de las alícuotas las carnes vacuna y aviar pasaron 9% al 6,75%, el poroto de soja de 33% a 26,5%, subproductos de soja (harina, aceite, pellets) de 31% a 24,5%, trigo y maíz de 12% a 9,5% y girasol de 7% a 5,5%.
Pero el Gobierno no tuvo en cuenta que no todos los productos tienen el mismo ciclo de producción. Empezando junio, los productores de trigo y cebada (cosecha fina) empezaron a evaluar la intención de siembra de la nueva campaña 2025/26 (por cierto será récord en trigo con 27 millones de toneladas), pero como el 30 de junio volvían a subir las retenciones, empezaron a dudar sobre qué hacer.
El Gobierno que salir de apuro a aclarar que para el trigo y la cebada continuaría vigente la baja de alícuota, no así para el resto. El 26 de julio el presidente Javier Milei usó el palco de la Exposición Rural en Palermo para anunciar una baja definitiva de retenciones a los valores que habían tenido hasta junio. Aplauso, medalla y beso, pero gusto a poco para los productores.
Jugada audaz
Ahí empezaron los problemas cambiarios, en medio de la campaña electoral. Otra vez de apuro, el lunes 22 de septiembre y tomando por sorpresa incluso a los agroexportadores, dispuso que se bajaban todas las retenciones a cero para el complejo cerealero oleaginoso (quedaron vigentes para la carne) hasta el 31 de octubre o hasta alcanzar un cupo de US$ 7000 millones.
El resultado adverso en la provincia de Buenos Aires llevó al Gobierno a quemar las naves en la previa de la crucial elección de medio término.
Se produjo "efecto Puerta 12", con las grandes cerealeras, agroexportadores y acopiadores anotando Declaraciones Juradas de Ventas al Exterior (DJVE) a toda velocidad. El resultado fue que en sólo tres días se cubrió el cupo y los pequeños y medianos productores quedaron fuera del beneficio. Y las alícuotas volvieron al nivel anterior a esa fecha.
Cómo quedaron las retenciones
Pasadas las elecciones y con el superávit fiscal garantizado, o casi, el equipo sintió que podía volver a seducir al sector agroindustrial, con una baja de retenciones establecida a través del decreto 877/25 del 12 de diciembre. Fijó una baja permanente de alícuotas.
Así, los porcentajes quedaron fijados en:
- Soja: 24%
- Aceite y otros subproductos de soja: 22,5%
- Maíz y sorgo: 8,5%
- Trigo y cebada: 7,5%
- Girasol: 4,5%
Una vez más carnes, pescados, autos y autopartes, quedaron marginados del beneficio, levantando quejas por lo que consideran un destrato o un desincentivo a producir y exportar por parte del Gobierno. Ésta será una batalla para 2026, aún con final incierto.





