El FMI advierte que la deuda mundial recuperó su tendencia creciente
Aunque la deuda global experimentó una caída significativa el año pasado, sigue siendo muy elevada y su sostenibilidad continúa siendo una preocupación.
Es cierto que la carga de la deuda mundial retrocedió por segundo año consecutivo en 2022, pero aun así se mantiene por encima del ya elevado nivel pre-pandemia. Según datos del Fondo Monetario Internacional (FMI), la deuda total ascendió al 238% del PIB mundial el año pasado, 9 puntos porcentuales más que en 2019, que en términos de dólares son US$235 billones (US$200.000 millones más que 2021). Desde el organismo financiero advierten que los gobiernos tendrán que ser inquebrantables durante los próximos años en su compromiso de preservar la sostenibilidad de la deuda.
Es que a pesar del repunte del crecimiento económico a partir de 2020 y de una inflación mucho mayor de lo esperado, la deuda pública se mantuvo obstinadamente alta, señalan los economistas del FMI, Vitor Gaspar, Marcos Poplawski-Ribeiro y Jiae Yoo quienes analizaron la problemática. Explican que los déficits fiscales mantuvieron elevados los niveles de deuda pública, ya que muchos gobiernos gastaron más para impulsar el crecimiento y responder a los aumentos de los precios de los alimentos y la energía, incluso cuando pusieron fin al apoyo fiscal relacionado con la pandemia.
Como resultado, dicen, la deuda pública disminuyó solo 8 puntos porcentuales del PIB en los últimos dos años, compensando solo aproximadamente la mitad del aumento relacionado con la pandemia. La deuda privada, que incluye la deuda de los hogares y de las empresas no financieras, disminuyó a un ritmo más rápido, cayendo 12 puntos porcentuales del PIB.
Antes de la pandemia, la relación deuda/PIB mundial había aumentado durante décadas. La deuda pública mundial se triplicó desde mediados de la década de 1970 hasta alcanzar el 92% del PIB (US$91 billones) a fines de 2022. La deuda privada también se triplicó hasta el 146% del PIB (US$144 billones), pero durante un período más largo, entre 1960 y 2022.
Al respecto, “China desempeñó un papel central en el aumento de la deuda mundial en las últimas décadas, a medida que el endeudamiento superó el crecimiento económico. La deuda como proporción del PIB ha aumentado aproximadamente al mismo nivel que en EE. UU., mientras que en términos de dólares la deuda total de China (US$47,5 billones) sigue siendo notablemente inferior a la de EE. UU. (US$70 billones). En cuanto a la deuda corporativa no financiera, la participación de China del 28% es la mayor del mundo.
Pero también la deuda de los países en desarrollo de bajos ingresos aumentó significativamente en las últimas dos décadas, aunque desde niveles iniciales más bajos. Si bien sus niveles de deuda, especialmente la deuda privada, siguen siendo en promedio relativamente bajo en comparación con las economías avanzadas y emergentes, el ritmo de sus aumentos desde la crisis financiera mundial ha creado desafíos y vulnerabilidades.
Más de la mitad de los países en desarrollo de bajos ingresos se encuentra en situación de sobreendeudamiento o en alto riesgo de sobreendeudamiento, y alrededor de una quinta parte de los mercados emergentes tiene bonos soberanos que se negocian en niveles de dificultades.
“Los gobiernos deberían tomar medidas urgentes para ayudar a reducir las vulnerabilidades de la deuda y revertir las tendencias de la deuda a largo plazo. En el caso de la deuda del sector privado, esas políticas podrían incluir un seguimiento atento de la carga de la deuda de los hogares y de las empresas no financieras y los riesgos conexos para la estabilidad financiera. En el caso de las vulnerabilidades de la deuda pública, la creación de un marco fiscal creíble podría guiar el proceso para equilibrar las necesidades de gasto con la sostenibilidad de la deuda”, aconsejan los expertos del FMI.
Para los países en desarrollo de bajos ingresos, mejorar la capacidad de recaudar ingresos tributarios adicionales es clave, explican y para aquellos con deuda insostenible, también es necesario un enfoque integral que abarque la disciplina fiscal y la reestructuración de la deuda bajo el Marco Común del G20 (el mecanismo multilateral para condonar y reestructurar la deuda soberana) cuando corresponda.
“Es importante destacar que reducir la carga de la deuda creará espacio fiscal y permitirá nuevas inversiones, lo que ayudará a fomentar el crecimiento económico en los próximos años. Las reformas de los mercados laborales y de productos que impulsen la producción potencial a nivel nacional respaldarían ese objetivo. La cooperación internacional en materia tributaria, incluida la tributación del carbono, podría aliviar aún más las presiones sobre la financiación pública”, sentencian Gaspar, Poplawski-Ribeiro y Yoo. Atención el gobierno argentino que asuma el próximo 10 de diciembre, en este contexto deberá renegociar el acuerdo vigente.