Relación con el campo

Vicentin: el primer día tras la derrota del oficialismo en Santa Fe

La pulseada por Vicentin en alguna medida rompió los débiles puentes que había entre el campo y el gobierno de Alberto Fernández, que ahora se tradujo en un resultado electoral adverso para el peronismo gobernante.

Carlos Burgueño
Carlos Burgueño lunes, 11 de septiembre de 2023 · 16:30 hs
Vicentin: el primer día tras la derrota del oficialismo en Santa Fe
La jugada del Gobierno con Vicentin puso en foco la relación con el campo, un actor clave en la generación de dólares.

Santa Fe eligió por casi el 60% de los votos un cambio político radical para su conducción. Y con algunas localidades (como Venado Tuerto), donde el resultado superó el 80%. Será tarea de los analistas políticos conocer las causas profundas de semejante resultado históricamente negativo para el peronismo. Pero si se tienen consideraciones económicas, habrá que tener en cuenta dos cuestiones fundamentales que no pueden faltar en el análisis.

La primera es exógena al Gobierno nacional y provincial. La sequía afectó seriamente la economía santafesina, provincia donde se dio gran parte de las pérdidas de más de 23.000 millones de dólares que provocó en todo el país el fenómeno climático de este 2023. La segunda consecuencia es 100% responsabilidad del gobierno de Alberto Fernández.

La intención, nunca explicada ni aclarada, de renacionalizar Vicentin, se hizo sentir en el voto del campo del domingo, y demostraron que pasan los años y el divorcio entre el campo y el kirchnerismo parece no tener marcha atrás. Y, según pasan los años, sin posibilidades de reconciliación. Dado que se trata de un análisis sobre lo que sucedió en Santa Fe, la reflexión se redirige a uno de los hitos históricos en los que quedará en la memoria la gestión de Alberto Fernández: la intención de avanzar sobre Vicentin, algo que para muchos fue el primer traspié importante del oficialismo.

Representó, además, el primer reflejo que tanto interna como externamente algo no funcionaba bien en la relación entre el albertismo, el kirchnerismo y el peronismo ortodoxo. Y que determinó algo que política y económicamente parecía dormido: el nulo maridaje que existía y existe (hoy exacerbado) entre las entidades del campo productivo y el kirchnerismo. 

Teniendo en cuenta que se trata del sector con mejor perfil exportador y en consecuencia el que más dólares le trae al país, debería ser el primer aliado que cualquier oficialismo que se pretenda exitoso debería tener. Pensar en un gobierno peleado con un socio de este tipo a poco de comenzar una gestión, explica parte del fracaso posterior del gobierno de Alberto Fernández. 

Los pasos con Vicentin

¿Qué pasó con Vicentin? Actualizando la información, el oficialismo está de hecho abandonando la pelea. La empresa está hoy en pleno concurso, peleando su supervivencia, tratando de negociar con los acreedores privados e intentando evitar el cramdown (salvataje) de los demandantes públicos.

Por ahora parece alejarse la posibilidad de la nacionalización presentada en sociedad por el presidente Alberto Fernández el 8 de junio de 2020, una decisión planteada por el kirchnerismo, que el jefe de Estado asumió como responsabilidad de toda la coalición gobernante. La propuesta generó una especie de asonada (la primera) contra el Ejecutivo, encabezada por el sector agrícola en casi unanimidad, la oposición (en medio de la necesidad de apoyo en tiempos de pandemia), parte de la Justicia y, fundamentalmente, el gobernador de la provincia de Sante Fe, Omar Perotti, temeroso de una levantada popular.

El proyecto original impulsado por el kirchnerismo mutó en una propuesta más light desde el albertismo: el cramdown. El Presidente habló de avanzar el 21 de junio de 2022 en un proceso de este tipo a partir de los U$S400 millones que Vicentin le debe al Banco Nación, entidad financiera que, por otro lado, había rechazado en primera instancia la oferta de la compañía de una quita del capital adeudado por un 80% del total, porcentaje que había sido avalado por el juez de Reconquista.

Alberto Fernández insistió hasta hace pocas semanas en el desembarque para tomar el control de la compañía, ya no como un gobierno nacional interventor directo, sino como acreedor privilegiado. La idea era la misma, iniciar así la nacionalización de Vicentin, algo que desde el mismo momento del lanzamiento de la idea en 2020, generó que un puñado de privados, también acreedores, pasaran a la acción para impedir el avance del Estado sobre el control de la compañía.

Los impulsores primarios de la contraofensiva fueron Bunge, la Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA) y Viterra, los que operaron sobre la compañía en lo que más necesitaba, dinero en efectivo. Se supone que aportaron desde el 2020 unos U$S 300 millones para mantener los giros de fujo y que Vicentin siguiera con vida los últimos años.

Al rescate del colega

Luego, este año, el grupo de acreedores logró sumar a la cruzada de presentación de un cramdown a los bancos privados, los que en los hechos tendrían deudas más importantes que el Banco Nación (en total Vicentin debe unos U$S 1.500 millones), pero se encontraban divididos en grupos según tamaño, importancia y capacidad de acción.

Entre otros acreedores figuran, dentro de los dispuestos a aceptar la nueva propuesta, Cargill, Cofco, Bayer, BASF, Molinos Río de La Plata, Los Grobo y Monsanto. También firmarían los bancos y fondos de inversión privados acreedores de capital internacional FMO (Banco de Desarrollo controlado por el Estado holandés), ING, Rabobank, Natixis y el Credit Agricole.

Lentamente, se fueron sumando otros acreedores como el Banco de Córdoba y el Bradesco. Además de KPMG y Swiss Medical como acreedores en el rubro servicios. Enfrente se mantuvieron el BICE y el Credicoop, los que trabajarán con el Banco Nación, lo mismo que la AFIP. Esto es, el oficialismo.

Estos últimos suman acreencias por unos U$S500 millones, ante los U$S800 millones de los privados unidos, con lo que se impuso la aceptación de su propuesta. Ahora, muchos dentro del oficialismo esperan que ahora haya en realidad una negociación con los acreedores públicos, y que la salida sea negociada. Eventualmente, con la presencia minoritaria del Estado en el directorio, algo que la familia propietaria rechaza.

Pensar que al comienzo de la embestida la amenaza del Ejecutivo era tomar control de la compañía e ir más allá con ideas que llegaban hasta la posibilidad de dominar a través de Vicentin el comercio exterior de productos primarios, bajo el dominio de una especie de cámara compensadora, suena hoy a una utopía.

Pero lo cierto, mirando atrás en el tiempo, es que la idea de un avance sobre la compañía santafesina fue tomada por el campo, sin mayores vueltas, como un nuevo intento de una Resolución 125. Y el recuerdo del principal conflicto económico y político de toda la era kirchnerista. Hasta el ahora perdidoso Omar Perotti entendió rápidamente, al convertirse en el primer rebelde a la idea kirchnerista sobre Vicentin.

Hacia delante, después de ese junio de 2020, nunca hubo reconciliación. Tampoco explicaciones. El campo, no sólo el de Santa Fe, continuó su pelea contra el kirchnerismo. Y con ese clima se votó ayer en las elecciones para gobernador local. Y si se repitiera el resultado de las PASO nacionales en la provincia, donde triunfó Javier Milei, el divorcio se mantendría. Un símbolo de la falta de maridaje entre el kirchnerismo y el campo, que el oficialismo está pagando en las urnas.

Archivado en