Carne: a cuánto aumentó ahora el kilo y qué puede pasar en las góndolas
Esta semana se registró un incremento en la hacienda en pie que ya comenzó a trasladarse a los mostradores. El dólar diferencial para la exportación de maíz, podría hacer subir el principal alimento de engorde en el mercado interno, con un nuevo impacto en la carne.
Aunque una ida a la carnicería puede implicar un desembolso importante para una familia tipo, la carne es uno de los pocos productos que no ha acompañado el ritmo de la inflación con precios que quedaron relativamente rezagados. Hasta esta semana cuando ya se registró un aumento de la hacienda en pie que ya comenzó a reflejarse en los mostradores.
La suba del 7% en el Mercado Agroganadero de Cañuelas se trasladó de manera casi directa a los mostradores. El último incremento de la carne se había dado entre febrero y marzo, cuando dichos aumentos también venían rezagados en comparación con el ritmo de la inflación debido a un excedente de oferta provocado por la sequía.
En el medio, se registraron ajustes menores y atados al incremento de los costos de flete, alquiler y mano de obra. Ahora, el sector advirtió que las nuevas medidas acordadas con el Fondo Monetario Internacional (FMI) podrían impactar en otro aumento de la carne debido, principalmente, al dólar agro otorgado al maíz.
Esta mejora para los exportadores del principal grano, que se utiliza en los feedlots para vacas y cerdos, así como en las granjas para las aves, se trasladará en breve al mercado interno. En declaraciones a la prensa, el secretario de Agricultura, Juan José Bahillo, explicó que se buscará equilibrar los tantos para evitar que suban los alimentos, pero todavía no se conocen las medidas complementarias.
Es que el dólar a $340 para el maíz y otras economías regionales no es para la carne, lo que podría implicar el primer desequilibrio. Si a los productores les conviene exportar, la principal proteína de engorde se irá hacia arriba ya que es una cuestión de oferta, demanda y conveniencia.
Consumo débil
José Rizzo, presidente de la Cámara de Matarifes y Abastecedores de Carne de Mendoza, confirmó que esta semana se produjo un incremento del 7% de la hacienda en pie y que esto tiene un traslado directo en la carnicería. El empresario explicó que esta suerte de rezago del valor de la carne en comparación con la inflación depende de la oferta y la demanda.
Es que un kilo de novillo, cerdo o pollo es barato en relación con uno de queso, pan o helado; en especial por el rendimiento y la calidad nutricional de estos alimentos. Sin embargo, afrontar el ticket final de la carnicería se hace cuesta arriba por lo que el consumo está débil. “Éste es el principal motivo que hace que el precio no aumente”, explicó Rizzo.
En esta línea, el sector de carnes y matarifes está en un punto intermedio con el riesgo de ir a menos si los precios de la hacienda aumentan a partir de las nuevas medidas por el acuerdo con el Fondo. “El mayor problema es que el consumo se mantiene tranquilo al tiempo que los gastos van por el ascensor”, graficó Rizzo. En este sentido, expresó que el negocio está debilitado por una cuestión de rentabilidad y baja paulatina en los márgenes de ganancias.
Precios de referencia
El aumento del 7% en la hacienda en pie ha llevado el kilo de la media res de $1.100 a unos $1.600. Esto coloca al kilo de vacío o de punta de espalda en unos $2.500, el de tapa de asado a $2.000, el de milanesas a unos $2.200 mientras que el lomo podrá conseguirse entre $2.700 y $3.000.
Se trata de precios de referencia que podrán moverse en función de las provincias o puntos de venta. Con relación a los cortes más económicos, la variación se siente un poco menos y la molida común quedará por kilo en unos $1.200 mientras que la especial en $1.800 y la paleta a $1.900.
El cerdo y el pollo también sufrieron aumentos y, pese a que el último tiene mayor volatilidad de precios, ambas carnes son más convenientes que los cortes vacunos. Por caso, la costeleta de cerdo está a $1.300 mientras que el cuarto trasero de pollo congelado cuesta entre $600 y $700 el kilo.
En la actualidad -por sobrantes de exportación- la suprema congelada está barata y se consigue a $1.100. En todos formatos, el pollo fresco suele estar entre $200 y $300 con la excepción de la suprema que cuesta unos $1.800 el kilo si se compra fresca.