Empresas familiares, el futuro económico argentino
Con espíritu emprendedor, son compañías que empezaron prácticamente desde cero, pasaron de generación en generación y hoy trabajan comprometidos con la sociedad y con la generación de empleo.
Animarse a emprender en un país como la Argentina, nunca es una decisión fácil. Las embestidas de la inestabilidad económica son una tormenta que no todos están dispuestos a enfrentar, pero hoy más que nunca son las empresas familiares las que están dando pelea y sosteniendo gran parte de la economía del país.
Las empresas familiares, prima el valor agregado, la posibilidad de crecimiento y sobre todo, la protección de la fuente de trabajo. Las compañías que pasan de generación en generación son el futuro. El espíritu emprendedor las alienta a ir por más y lo que las mantiene en continuo crecimiento. No por ser autorreferencial, pero sí por poner un ejemplo práctico puedo citar a mi bisabuelo, Victorio Lusardi, quien en 1928 fundó su propia empresa de limpieza de edificios y, aún hoy, es uno de los tantos emprendimientos familiares que existen a lo largo y ancho del país, con más de 7.000 colaboradores y más de 1100 sitios activos. Este presente es el futuro que buscaron mis antepasados.
La ética laboral es el componente principal que inspira a estas empresas a hacer crecer el negocio. Así, la colectividad propia de la familia hace posible el desarrollo sostenido de la compañía, es normal que las distintas generaciones trabajen dentro de la empresa y se vayan formando para continuar el legado. Algunos de los grandes empresarios de hoy en día, en el pasado fueron niños que andaban correteando por los pasillos de esa Pyme que recién nacía.

Y cuando menciono que estas empresas están en constante crecimiento, es porque saben adaptarse a las necesidades de la gente, prestando servicios en sectores tan diversos como complejos, pero siempre con un valor que los diferencia que es la empatía. Al ser empresas familiares tienen un vínculo muy estrecho con las comunidades cercanas. Los primeros clientes suelen ser vecinos, familiares, “el primo del tío de Juancito”, “el novio de la sobrina de Carlitos”. Así es como se va forjando ese valor que las grandes multinacionales no tienen, cuando tu cliente es un conocido con el que compartís un vínculo, se termina desarrollando una sensibilidad especial y no son un número que entra en una planilla.
Hablar de una empresa familiar es hablar de fortaleza, de unión, de capacidad de adaptarse a los cambios y de transformar los desafíos en oportunidades, siempre pensando en el consumidor, porque ese gen empático perdura a través de los años y va creciendo a la par de la compañía. Nuestros objetivos, los de las empresas familiares, no sólo tienen que ver con la rentabilidad económica, sino que tienen que ver con el bien común.
El legado empresarial familiar es un motor económico imparable. Estas empresas tienen la capacidad única de cambiar drásticamente a las comunidades en las que desarrollan su actividad. Con un compromiso férreo con la sociedad, las empresas familiares no pararán de crecer porque crean sentido de pertenencia, tanto dentro como fuera de la empresa y son sinónimo de confianza e integridad, características que las erigen como pilares económicos por excelencia.

* Sebastián Lusardi, Director Ejecutivo, Grupo L.

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