China al rescate: los 5.000 millones de Xi Jinping para llegar a diciembre
Los dólares que le faltan al Banco Central por la sequía, el Gobierno los busca en la República Popular China, con la condición de poder usarlos para intervenir en los mercados.
El swap vigente con China tendrá un nuevo capítulo en las próximas horas, cuando el gobierno de Xi Jinping le habilite a Alberto Fernández y su ministro de Economía, Sergio Massa, una ampliación del crédito por más de U$S 5.000 millones con la indispensable característica de "libre disponibilidad". El permiso incluye utilizar todos los dólares que se necesiten para controlar en lo que se pueda al infartante y rebelde dólar preelectoral.
Se supone que ahora, con estos fondos, Sergio Massa tendrá el insumo fundamental para darle pelea a la corrida cambiaria. El ministro-candidato tendrá dólares para batallar en el mercado de divisas financieras. Y, se supone, que a un ritmo de entre 70 y 100 millones de dólares diarios (el monto que se considera necesario para operar en el MEP para que no se dispare el blue), habrá arsenal suficiente para poder defender reservas (y posibilidades electorales) hasta el 22 de octubre primero, y, de ser necesario, hasta el 19 de noviembre después.
Con estos U$S 5.000 millones, el monto total de la deuda que se mantiene con China llegará a los 26.000 millones de dólares, convirtiéndose China en el cuarto acreedor conjunto de la Argentina, luego de la deuda privada voluntaria en títulos públicos emitidos bajo legislación internacional contabilizados en unos U$S 45.000 millones, seguido del FMI con unos U$S 44.000 millones y los 40.000 millones que ya acumulan las Leliqs en el Banco Central.
China entonces será el último salvataje con el que contará la gestión de Alberto Fernández, provocando, además, una profundización de la relación de deudor con ese régimen. La historia del swap es curiosa y volátil.
Los antecedentes
El primer acuerdo de este tipo fue firmado en 2009, durante la presidencia de Martín Redrado en el BCRA, para reforzar los resguardos ante eventuales crisis internacionales y cuando las reservas alcanzaban el récord del 15% del PBI. En total, el acuerdo cerrado fue por unos US$ 10.200 millones a tres años, con la opción de extender el plazo.
Con estos U$S 5.000 millones, el monto total de la deuda que se mantiene con China llegará a los 26.000 millones de dólares, convirtiéndose el país asiático en el cuarto acreedor conjunto de la Argentina.
Redrado lo negoció con su par chino, Zhou Xiaochuan, para acordar un intercambio de monedas que ambos países pudieran pedir uno del otro y que luego deberían ser repagados. Los permisos de operatoria para el BCRA eran amplios. Se podían convertir los yuanes en dólares en los mercados internacionales, o directamente utilizarlos para el intercambio bilateral. O, en su defecto, mantenerlos como parte de las reservas nominados en la moneda norteamericana. Sin embargo, con el tiempo, el instrumento comenzó a desdibujarse.
El segundo movimiento con China se activó en el tercer trimestre de 2014, durante la gestión de Axel Kicillof en Economía y de Juan Carlos Fábrega en el BCRA, por unos US$ 3.800 millones, transferidos en el último trimestre de ese año. La novedad de esa operación fue que se justificó bajo el comienzo de las obras para el levantamiento de la represa santacruceña Cepernic-Kirchner que la constructora china Gezhouba había ganado en licitación en sociedad con la local cordobesa Electroingeniería.
El acuerdo total fue por unos US$ 11.000 millones, en liquidaciones sucesivas dependientes del avance de las obras. Durante el primer semestre de 2015 se concretó un nuevo desembolso por unos US$ 3.700 millones, completando hasta ese momento un total de US$ 6.500 millones. El dinero proveniente de China había llegado en un momento justo para apoyar los últimos tramos del Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, cuando la falta de dólares y el ostracismo en los mercados internacionales ya era preocupante.
Las reservas rondaban los US$ 30.000 millones y las posibilidades de la Argentina de recurrir a los mercados financieros internacionales a tasas razonables eran nulas. El acuerdo de renovación del swap con China, llegó en un momento ideal para poder sostener las reservas y hacer frente a eventuales corridas antes del final del gobierno kirchnerista. Para finales de 2014, unos US$ 3.000 millones del acuerdo ya se habían utilizado. De hecho, unos US$ 2.000 millones provenientes de este financiamiento, se utilizaron para cancelar el pago final del Boden 2015.
La jugada de Macri
Vino entonces el cambio de gobierno, y la decisión de Mauricio Macri de revisar el contrato de Gezhouba para construir la represa aún llamada Cepernic- Kirchner. La primera y pública decisión del gobierno fue la de congelar la obra, bajo sospechas de corrupción y de impacto ambiental negativo. Sin embargo, hacia julio de 2016, desde Beijing le recordaron a Buenos Aires que parte del dinero para la obra ya había sido gastado (y no precisamente para avanzar con la represa), con lo que de levantarse el proyecto, el dinero debía ser devuelto.
Fue así que se “renegociaron” las condiciones del swap, la obra volvió a la vida con otro nombre (en adelante se llamaría Condor Cliff), y el swap se reactivaría. Se renovó el mecanismo por unos US4 11.000 millones con una vigencia de tres años más, con lo que las reservan en yuanes llegaron a unos US$ 8.000 millones.
Pero fue la gestión de Alberto Fernández la que le dio amplio uso al instrumento. Desde julio del 2022 en adelante, al ritmo de la crisis, China fue liberando parte del acuerdo para que el Central pueda financiar importaciones. Luego, desde abril pasado, al estancarse las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI), China comenzó a liberar fondos de a unos U$S 5.000 millones de manera periódica, dinero que sirvió para tres fines: pagarles al FMI, financiar importaciones y, ahora, contener la suba del blue vía disponibilidad de divisas en el MEP.
Lo que aún no se conocen, son las condiciones de esta liberación de divisas chinas para operar sobre el mercado cambiario. La última vez que un gobierno negoció un acuerdo de este tipo, fue durante la administración de Mauricio Macri, cuando Cambiemos logró un inédito tratado Stand By con el FMI, para poder usar unos 6.000 millones de dólares, con el fin de intervenir el mercado libre de divisas para que no se escape el precio oficial.