Endeudamiento en pesos

El "Everest Financiero" que Sergio Massa sabe que tendrá que superar en 2023

La bola de nieve de la deuda en pesos ya se ha convertido en un escollo importante para las finanzas públicas. Administrar ese perfil de vencimientos es clave para el Gobierno, pero todavía no hay un panorama claro de cómo será el abordaje en 2023.

Carlos Burgueño
Carlos Burgueño lunes, 28 de noviembre de 2022 · 11:30 hs
El "Everest Financiero" que Sergio Massa sabe que tendrá que superar en 2023
Foto: Noticias Argentinas

Aparentemente solucionado el problema de las reservas del Banco Central para cerrar el 2022, lo que permitirá cumplir con lo pactado ante el Fondo Monetario Internacional (FMI) en el acuerdo de Facilidades Extendidas cerrado para este año (algo que se confirmará en febrero del 2023), el ministro de Economía, Sergio Massa, comienza a analizar en estas últimas semanas del año cómo enfrentará el principal problema financiero del país para el primer semestre del próximo ejercicio.

El titular del Palacio de Hacienda, su número dos Gabriel Rubinstein y el secretario de Finanzas, Eduardo Setti, tienen ya sobre sus escritorios el lapidario informe que mandaron a elaborar, sobre la realidad de vencimientos en pesos que comenzarán a caer como granadas primero y luego bombas racimo a medida que avance el período enero- agosto.

Y el sólo cálculo del dinero que va venciendo en bonos y letras emitidas en moneda local, genera temores mixtos. Sumando vencimientos públicos y privados, en enero Sergio Massa debería atender pagos por 1.553 millones de pesos; $1.303 millones en febrero y $1.598 en marzo. Hasta aquí nada que no se pueda superar con mayor o menor dificultad, siguiendo la estrategia de colocación de letras (y algún papel de plazo mayor a 12 meses).

El problema comienza desde abril cuando los vencimientos comienzan a crecer de manera casi exponencial, sumando además altos niveles de compromisos con privados. En abril deben liquidarse unos $1.271 millones ($400 millones con privados), unos $1.228 millones en mayo ($800 millones con privados), $1.874 millones en junio ($800 millones con privados), $3.320 millones en julio ($1.300 millones con privados) y $2.995 millones en agosto ($1.100 millones con el sector privado).

En total la suma es escalofriante: unos $15.142 millones de vencimientos en moneda local, en el período donde, además, el oficialismo se jugará su continuidad en las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO).

Cuesta arriba

Tanto dentro del Palacio de Hacienda como en el mercado de capitales local califican al calendario como un Everest Financiero de muy difícil (pero no imposible) resolución. Más, teniendo en cuenta las dificultades políticas con las que deberán actuar Massa, Rubinstein y Setti. Todos saben, que sin confianza en el futuro político, semejante renovación de deuda será de reconversión más que dura.

Sin embargo, desde Finanzas se piensa en enfrentar el dilema desde dos puntos de cierta expectativa de fortaleza. En primer lugar, se trata de papeles que en un 55% está en poder de entidades públicas, comenzando por Anses y siguiendo por bancos públicos en general y alguna provincia de las más relevantes en términos de actividad económica.

Luego, entre los privados, hay un porcentaje mayor al 30% en poder de compañías de seguros, que suelen seguir las órdenes oficiales en cuanto a la toma de bonos y letras en sus carteras. Es una manera de contabilizar siempre con liquidez para su operatoria habitual, dado que los gastos del sector son siempre en moneda local.

Otro puñado similar de papeles está en poder de bancos privados, los que también pueden escuchar las propuestas que en su momento Massa y Setti tengan para hacerles, más en tiempos de convulsión política. Aprendieron los bancos a no ser tomados como los enemigos de la estabilidad, más en tiempos de elecciones.

Finalmente, quedan las tenencias de fondos de inversión, algunos extranjeros que permanecen en inversiones locales, los cuales son de reacción imprevisible. Sobre este público será donde deberá actuar y convencer Massa para la renovación de semejante nivel de deuda. 

Expectativas de inflación en baja

El segundo argumento del Palacio de Hacienda es algo más voluntarista. Aseguran en el Ministerio de Economía, que para abril de 2023, cuando comiencen a caer como meteoritos los vencimientos en pesos, la inflación mostrará una sensible tendencia a la baja, con niveles que pelearían un 4% en lugar del promedio de 6% actual.

Si se llegara a ese puerto optimista, y traspolando la tendencia descendente del período julio- diciembre de este año; el anualizado que espera Economía para el momento de renegociación de la deuda sería de entre 60 y 70%; con lo que Massa y su gente tendrían mayores posibilidades de discusión de una tasa de interés también a la baja.

O por lo menos más baja de la que se coloca en estos convulsionados tiempos de letras. Es un desafío importante para el ministro; ya que la mayoría de los analistas privados que ya comenzaron a deslizar la inflación del 2023, hablan de un alza de precios acelerándose en lugar de bajar, con proyecciones que indican unos inevitables tres dígitos de crecimiento.

Hay algún que otro consultor privado (de cierta lejana cercanía con Rubinstein) que ya está enviándoles a sus clientes un porcentaje temerario de 140%. En Hacienda dicen risueños que es gente que habitualmente erra en sus pronósticos. Massa y sus funcionarios hablan ya con confianza de una inflación de dos dígitos porcentuales para este año, comenzando a definirse ya el resultado final del match con un cercano 5,5% para este mes.

Obviamente, falta computar la inflación del siempre complicado diciembre, mes donde la oferta no logra cubrir la demanda. Más en tiempos de restricciones productivas.

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