La violencia brutal en el fútbol sudamericano tiene varios culpables
Lo sucedido en la cancha de Independiente de Avellaneda fue la consecuencia lógica por la impericia y la obstinación de diferentes responsables.

Nuevamente la violencia inusitada y espeluznante de barras bravas delincuentes e inadaptados sociales volvió a hacerse presente en el fútbol sudamericano. Reiteración de escenas de barbarismo que sensibilizan a todo ser humano, florecieron en Avellaneda y se impusieron sobre la normalidad y el espectáculo del fútbol.
Son numerosos los responsables de la barbarie y eso agrava más el dislate inconcebible... Enumeraremos a continuación los actores y los hechos que contribuyeron a que la violencia irracional se impusiera sobre la racionalidad y la concreción de un partido de fútbol.
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1) Presencia de barras bravas del equipo chileno sin ninguna prevención ni cuidado especial.
Resulta inconcebible e inexplicable que esta cantidad de inadaptados actuaran a su libre albedrío durante tantas horas, incluso varias previas al partido. Cero presencia policial, agravado por los antecedentes conocidos de la barra brava de la Universidad de Chile. Era imprescindible tomar medidas preventivas.
Desatados, sin límites, pruritos y con el sólo objetivo de la violencia. No hubo inteligencia ni acción previa limitativa ni contenedora de quienes tenían el objetivo concreto de la agresión y destrucción.
Torpeza evidente de la organización local por la ubicación asignada a la parcialidad chilena, agravado por la ausencia de toda seguridad. Ubicados por encima de hinchas locales los agredieron con objetos de todo volumen, destrozando los baños, los asientos y utilizando lo destruido como proyectiles peligrosos para la integridad corporal. ¿A quien se le ocurrió semejante dislate?
2) El ministerio de Seguridad de la provincia de Bs As dio la nota con la ausencia de fuerzas de seguridad para prevenir y controlar el espanto vivido.
Luce inexplicable que la policía provincial no encapsulara a los violentos, conociendo los antecedentes de los bárbaros, para prevenir lo sucedido. También dejaron que progresara la conducta agresiva hasta llegar a la suspensión definitiva del partido.
¿El garantismo permisivo en su máxima expresión? Las fuerzas de seguridad ausentes antes, durante y apareciendo recién al final cuando lo peor había sucedido.
3) Justicia por mano propia.
La barra brava de Independiente, insólitamente alentada y empujada por gran cantidad de hinchas rojos con cánticos alusivos, se trasladó desde su ubicación en la tribuna contraria para tomar justicia por mano propia. Inconcebible e inaudito. Violentos alentados por hinchas tranquilos habitualmente, ante el caos y las agresiones desatadas impunemente por la torpeza organizativa y la ausencia de policía y seguridad privada.
Fue un mano a mano espeluznante, sin límites y absolutamente descontrolado. Había en el estadio gran cantidad de niños y jóvenes que fueron testigos involuntarios y desprevenidos de seres humanos adultos fuera de si, sin límites ni atisbo de racionalidad.
La Conmebol tiene también que dar explicaciones. Organiza los torneos continentales.
Volvió la violencia en su máxima expresión y en esta oportunidad con la “participación por inacción e incapacidad” de organizadores, de la policía y de los hinchas no violentos que en esta ocasión alentaron a puro grito, vendetta ante la conducta de los antisociales chilenos. Retorno a la barbarie primitiva.
Parecía irreal lo que se vivía, pero estaba sucediendo y dolorosamente. ¡Por un partido de fútbol! Se avecinan medidas disciplinarias de extrema dureza. Tarde, era necesario evitar el salvajismo vivido.
Consecuencias de la incapacidad dirigencial y de los dogmatismos ridículos e inconducentes de la política de seguridad, que se a alejado hasta de la prevención.
En el descalabro conjunto y total, reina y florece lo peor de nosotros, los seres humanos. La vida continúa.