De Paredes a Sambueza: la jerarquía y la vigencia de algunos que desnudan la crisis del fútbol argentino
El fútbol argentino atraviesa por varias crisis: la económica, la arbitral, la de violencia y, sobre todo, la futbolística. Los "grandes" que exponen al resto.

Paredes, jerarquía pura para el fútbol argentino.
@BocaJrsOficialEl fútbol argentino está atravesando un momento delicado en varios aspectos. Los clubes sufren institucionalmente, la violencia en los estadios también acecha, y el nivel de los arbitrajes es cada vez más preocupante. Aunque cada uno puede analizarse por separado, todos confluyen, todos tienen relación entre sí. Todos son parte del mismo caos.
Y todos, al mismo tiempo, afectan quizás a la crisis más evidente y a la que más nos duele: la futbolística. Al fútbol en la Argentina se juega mal. Salvo contadas ocasiones, el nivel de los partidos en todas las categorías, desde la Primera División hasta el Federal A, pasando por la Primera Nacional, es bajísimo.
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Generalmente, los partidos aburren y poco puede destacarse desde el juego. La emoción, la pasión y la intensidad con la que vivimos el fútbol en nuestro país tapan las enormes grietas de calidad que tiene el producto. Básicamente, si al fútbol argentino le sacás la emoción del hincha, que a veces contagia, es inmirable.
Los planteles se arman como pueden. Los jugadores y los DT dan vuelta por infinidad de equipos. Los refuerzos son los que te tocan y no los que elegís. Los buenos proyectos de inferiores, vuelan al exterior. Y, al mismo tiempo, la cantidad de equipos en las distintas categorías inevitablemente niveló para abajo en los últimos años: más equipos, más futbolistas, menor jerarquía.
En este contexto, hay un dato que desnuda la realidad de manera grosera. Casi sin discusión. Los de jerarquía, los distintos, los que se fueron y volvieron, marcan extremas diferencias con la gran mayoría.
Hoy, en el fútbol argentino hay varios ejemplos. El más significativo es el de Leandro Paredes, un jugador que volvió a competir después de un mes de vacaciones, casi sin entrenar, y lo pusieron en cancha para que salvara a un equipo sin rumbo. Un equipo que, paradójicamente, es uno de los dos más grandes de la Argentina.
En la otra vereda, River recurrió en los últimos años a figuras del pasado para recuperar jerarquía en el plantel. Primero volvieron Enzo Pérez y Nacho Fernández, ya con edad avanzada y con algunos inconvenientes en los físico. Después lo hizo Juanfer Quinteros, en la misma situación. No son los mismos de antes, pero el club ya demostró que los necesita, aún a media máquina.
Y la misma situación se repite en varios clubes de Primera. El caso Ángel Di María también es un ejemplo. A su edad, y ya finalizando su carrera, conduce a Rosario Central desde la experiencia y la jerarquía.
Y más acá, en nuestra provincia, aparece la figura de Rubens Sambueza, el tipo que con 42 años regresó del retiro al Deportivo Maipú, porque tenía ganas de volver a jugar y ya demostró que le sobra.
Son algunos ejemplos. Hay más. Y no es casualidad. Los Paredes, los Di María y los Sambueza desnudan el pobre nivel de un fútbol argentino que en algún momento deberá replantearse como recuperar el terreno perdido.