De Takahara en 2001 a Kyda en 2024: los japoneses del fútbol argentino
Argentinos Juniors fichó al japonés Ryoga Kida, de 18 años. Los dos nipones que jugaron en la Primera División hasta ahora son el recordado Nahorio Takahara, que jugó en Boca en 2001, y Yusuke Kato.

Sorprendió tanto su presentación como su contratación. No es frecuente que un jugador nacido en Japón se aventure en el fútbol argentino, por eso fue noticia que Argentinos Juniors incorporara en este mercado de pases a Ryoga Kida. Se trata de un joven y promisorio delantero, de 18 años y 1,76 metros, que llegó a préstamo hasta el 31 de diciembre de 2024 desde el Nagoya Grampus, equipo de la J1 de Japón, en donde anotó 3 goles en 20 partidos. Kyda será, en principio, jugador de la Reserva, pero podría convertirse en el tercer nipón en la historia en jugar en la Primera División del fútbol argentino, pese a que otros varios han pasado por competencias menores.
Kyda tenía ofertas de otros países, pero su “admiración por Lionel Messi” hizo que la balanza se inclinara a favor de Argentina. Está en el país formándose como jugador, pero sobre todo culturalmente, y aprendiendo castellano, ya que solo habla inglés como segunda lengua. Jugó en los seleccionados de Japón Sub-15 y Sub-18 y se sumó al club de La Paternal, que ha literalizado su apodo de “semillero del mundo”, con mucha expectativa: “Haré lo que pueda. Lo mejor es generar crecimiento desde el otro lado de Japón. Para que esta decisión sea la correcta, mostraré mi alma en Argentina, incluso frente a la adversidad, y jugaré fútbol con mi vida en juego”, declaró. Su presentación fue curiosa: la cuenta oficial de Argentinos Juniors posteó en redes sociales un video con algunas jugadas de su flamante incorporación al estilo Supercampeones, con letras e imágenes que evocaban la serie de anime de los 80.

Yusuke Kato en el Globo
Antes que Kida existió un, para muchos, desconocido futbolista que llamó la atención de Parque Patricios con su llegada. Tenía 18 años y se llamaba Yusuke Kato. Desembarcó en Ezeiza en el 2004 para sumarse, en ese momento, a la Reserva de Huracán. Kida había viajado a los 14 años y se había enamorado de Argentina; había visto partidos de Boca y Huracán y comenzado a forjar su sueño de jugar allí profesionalmente. Lo que lograría cuatro años más tarde. Kato se inscribió en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y comenzó a estudiar español para extranjeros, pero no le fue sencillo: “No entendía casi nada al principio. Iba con el diccionario al entrenamiento”. Pero de a poco se adaptó y Antonio Mohamed le vio condiciones suficientes para sumarlo al primer equipo. Gracias a eso, fue parte del plantel que ascendió a la Primera División en 2007, en la que selló para siempre su nombre.
Jugó solamente dos partidos en la siguiente temporada, suficientes para ser el segundo japonés en debutar en la Primera División Argentina. Fue cedido a préstamo a Defensores de Belgrano y tras algunos conflictos económicos regresó a “La Quema”. Pero tampoco tuvo oportunidad porque, según el presidente Carlos Babington, “eran tiempos complicados”; y luego de una lesión en la rodilla debió rescindir contrato. De todas formas, se ha mostrado muy agradecido a Huracán y asegura que su experiencia lo potenció: “El fútbol argentino me sirvió como jugador. Cuando jugué en Asia podía hacer cualquier cosa. Yo soy delantero, pero ahí empecé a jugar como mediocampista porque no me llegaba la pelota”.
Yusuke Koto mantuvo contacto con ex compañeros como Paolo Goltz y Eduardo Domínguez. El primero, de hecho, reveló hace un tiempo una confidencia sobre las preferencias de su amigo japonés: “Huracán es mi club, pero Boca me dio la pasión. Soy hincha de los dos”, habría dicho el delantero. Jugó en Mongolia, Tailandia, Bangladesh, pero Koto recuerda con especial alegría su experiencia en Argentina. Tanto, que su hijo de 6 años tiene la camiseta albiceleste, él sale a correr con la indumentaria de Huracán y alguna vez reflexionó: “Los argentinos le ponen mucho corazón al fútbol, son muy calientes y emocionados. Son los hinchas número uno del mundo. Por eso yo quería jugar en Argentina. Hay diferencias en el nivel de fútbol, pero en lo que más se diferencian es en el corazón que le ponen”.

Takahara, el más recordado
Boca había salido campeón Intercontinental en Japón en el 2000. Y el presidente Mauricio Macri tuvo la idea de contratar un futbolista proveniente de ese país, en lo que fue, más que nada, una estrategia de marketing. Nahorio Takahara arribó en el 2001 al barrio de La Boca a un equipo en el que, evidentemente, no iba a tener lugar. Pero de todos modos se convirtió en el pionero: Yusuke Koto y Ryoga Kida siempre serán los japoneses que “vinieron después de Takahara”. Jugó siete partidos y marcó un solo gol, a Lanús. Pero, a favor suyo, luego de su fugaz paso por el xeneize regresó al fútbol de su país y anotó 26 goles en 27 partidos para ser reconocido como el mejor jugador aquella temporada.
En noviembre de 2001 Boca viajó a Tokio para jugar una nueva Copa Intercontinental, frente al Bayern Munich. El equipo dirigido por Carlos Bianchi arribó al aeropuerto y el público local se abalanzaba en busca de su héroe, pero Takahara no estaba entre los presentes. Los delanteros convocados eran Barros Schelotto, Barijho, Delgado, Carreño y Giménez. La decepción de los nipones fue total. A pesar de un nivel lejos de satisfactorio y de no ser sino mera una inversión estratégica, el nombre de Nahorio Takahara será siempre recordado por los hinchas de Boca. Y Boca será siempre recordado por él: tal vez por eso, a su regreso en Japón, el delantero jugó, entrenó y presidió un equipo con los colores azul y amarillo.

Cristian Traverso, por entonces mediocampista en el conjunto de La Ribera, recordó hace unos años a su ex compañero con picardía. Al parecer, Bianchi los hacía entrenar doble turno, entonces varios de los jugadores se quedaban en el club a comer un asado al mediodía, porque vivían lejos. “Takahara venía con ganas de tomar”, aseguró Traverso. Un día, le sirvieron al japonés un vaso de Gancia y lo tomó antes de que pudieran (¿o quisieran?) ponerle soda. “Se lo tomó todo de una y no lo podíamos despertar”, contó el ex número 13. Y recordó que el utilero del club tuvo que llevarlo al vestuario y prenderle los ventiladores para que se recuperara. La anécdota concluye con una síntesis que no podría describir mejor a Nahorio Takahara. “Quería vivir lo nuestro. 'Esto es Boca', decía”.

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