Se despide Del Potro, nace la leyenda: ¿hasta dónde habría llegado sin las lesiones?
Será su última función. Cuán lejos estuvo de los logros de Vilas y de ser el mejor argentino de la historia y cómo influyeron sus lesiones en momentos clave. Su lugar en el tenis argentino.
Los que lo vieron llegar a la gloria a los 20 años se pondrán nostálgicos. Los que creyeron en ese momento que verían al mejor tenista argentino de la historia se lamentarán. Y los que tengan el privilegio de despedirlo en Parque Roca lo aplaudirán. Porque esta tarde, desde las 17.30 y con una exhibición frente a nada menos que Novak Djokovic, se despedirá definitivamente del tenis Juan Martín del Potro. Claro que hace casi tres años que no compite en el circuito, pero este homenaje/espectáculo será el punto final a una carrera que fue gloriosa, pero que nadie puede imaginar cuánto más podría haberlo sido. El lugar de Del Potro en la historia del tenis argentino y los curiosos (y frustrantes) momentos de sus lesiones, que le quitaron la posibilidad de ser el mejor de todos.
El anuncio de la despedida
El insólito timing de sus lesiones
Cuando a los 20 años, en septiembre de 2009, aquel pequeño gigante de Tandil se alzó con el título del US Open, muchos creyeron que se venía una década con muchísimas más sonrisas que lágrimas. Del Potro ya venía batiendo récords de precocidad y era sin ninguna duda el gran futuro del tenis argentino, llamado a destronar a Guillermo Vilas. Pero su mayor enemigo lo acechó desde el primer momento. En enero de 2010, con solo 21 años, el argentino llegó al 4º puesto del ranking, su mejor posición hasta entonces. Y fue allí cuando se lesionó la muñeca derecha. Se sometió a una cirugía y estuvo ocho meses inactivo: se perdió prácticamente toda la temporada y bajó hasta el 484º puesto.
En 2011 debió encontrarse con su tenis y su físico y de a poco fue ganando confianza, ritmo y resultados y fue reconocido como el Regreso del Año por la ATP. Así siguió el 2012, ya más asentado y con logros reconocidos como la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Londres o llegar a los cuartos de final en tres de los cuatro Grand Slam de la temporada. Ese año, en una serie de Copa Davis ante República Checa, Del Potro se lesionó el cartílago de la muñeca izquierda. Pero aprendió a convivir con el dolor y el 2013 lo encontró aún mejor: ganó cuatro títulos ATP 500, venció a Roger Federer en una nueva final y después de cuatro años volvió a llegar al partido decisivo en un Masters 1000 (en Indian Wells y Shanghái) y a semifinales de un Grand Slam. Los resultados lo pusieron 5º del mundo, otra vez cerca de la cima, luego de tres temporadas ascendentes. Pero otra vez…

En este caso, fue la muñeca izquierda. La que hacía tiempo lo tenía maltrecho. Del Potro decidió operarse a principios de 2014, luego de verse obligado a abandonar en un partido ante Somdev Devvarman en el ATP 500 de Dubái, y estuvo toda la temporada sin jugar. Quiso volver un año después y participó de un puñado de torneos, pero la muñeca le seguía generando dolores de cabeza. Y se sometió a una nueva cirugía, poco antes del comienzo del Australian Open. Regresó casi tres meses más tarde, pero aún dolorido. En junio de 2015, otra vez al quirófano. Tercera operación en un año y medio. En la misma mano. Cuarta en alguna de sus dos muñecas. Otra temporada casi completa, la de 2015, sin jugar.
En febrero de 2016, para cuando reapareció, era el 1046º del mundo. Las expectativas eran bajas, los cuadros, difíciles y el futuro, incierto. Pero empezaron los hitos: medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Río 2016 tras vencer a Novak Djokovic y Rafael Nadal, la primera Copa Davis de la historia argentina, ante Croacia y en Zagreb, y su primer título (en Estocolmo) después de dos años y medio. Del Potro había resurgido. En el 2017 se asentó y cosechó importantes victorias y en el 2018 volvió a dar un salto de calidad. De una vez por todas bien a nivel físico, luchaba contra los mejores. Su tenis fue tan bueno como el que había mostrado en 2009, casi una década atrás. Parecía un ciclo… Llegó su primer título de Masters 1000 en Indian Wells y una nueva final de Grand Slam en el US Open (perdería frente a Djokovic), la primera desde aquella de 2009 ante Federer. Y escaló al puesto Nº3. Un lugar al que nunca en su vida había llegado. La cima parecía tan cerca. Y entonces, el golpe de knockout.

Del Potro se fracturó la rótula de la rodilla derecha a finales de 2018. Estuvo inactivo cuatro meses, quiso volver sin pasar por el quirófano, no tuvo éxito y se terminó operando en junio de 2019. Desde entonces, otros dos años y medio sin jugar hasta aquella simbólica despedida frente a Federico Delbonis en el ATP de Buenos Aires, otra operación en Miami, una más en Chicago y de ahí en adelante, el martirio que en los últimos días expuso. Lo difícil de digerir es que las peores lesiones de su carrera fueron siempre que el argentino había recuperado su mejor versión. Siempre que había penetrado, otra vez y tras muchísimo esfuerzo, el Top 5. Su línea temporal marca un patrón frustrante: tres temporadas en ascenso y luego una lesión que lo margina como mínimo una temporada. Sucedió en tres oportunidades.

Más cerca de Vilas de lo que parece
Juan Martín del Potro es uno de los dos varones argentinos que han ganado al menos un título de Grand Slam; Guillermo Vilas tiene cuatro. La carrera del Gran Willy es superlativa y el de Mar del Plata integra las listas más privilegiadas de la historia del tenis y es el mejor argentino de la historia en haber empuñado una raqueta, pero cuando se pone en perspectiva lo logrado por Del Potro teniendo en cuenta su inactividad, la brecha se reduce considerablemente. Por ejemplo: Vilas tiene 12 semifinales de Grand Slam en 57 ediciones disputadas (21%); Del Potro, 6 en 37 (16%). Vilas, con 951, es el 6º tenista con más victorias en la historia; Delpo, con 439, ocupa el puesto 74. Pero cuando se mide el porcentaje de victorias, Vilas cae al 11º puesto (76,2%) y el de Tandil escala hasta el 21º (71,2%).
Desde su primer partido de Grand Slam hasta su último como profesional, Del Potro se ausentó en 26 ediciones de Grand Slam. Casi la mitad de su carrera (jugó 37). En los años que estuvo activo, le alcanzó para conseguir un Grand Slam, un Masters 1000, 22 títulos, dos medallas olímpicas (además de él, solo Andy Murray, Novak Djokovic y Fernando González son múltiples ganadores de preseas en singles masculino), una Copa Davis (la única de Argentina hasta ahora) y llegar al 3º puesto del ranking. Una carrera que tuvo de todo y lo erigió como uno de los mejores en una época marcada por el dominio abrumador de Federer, Nadal y Djokovic. Una derecha que le valió elogios de los mejores y una resiliencia que muchos admiran.
Del Potro deja finalmente el tenis esta tarde y lo hace con cifras que lo reconocen como el segundo mejor argentino de la historia detrás de Guillermo Vilas, superando a íconos como David Nalbandian y José Luis Clerc, pero que no están cerca de reflejar la verdadera realidad: que de no haber sido por las lesiones, podría haberle rasguñado los talones al Gran Willy. Se va con 7 victorias sobre Federer, 6 sobre Nadal y 4 sobre Djokovic. Para algunos, como el “eterno número 5”, detrás de ellos tres y Andy Murray, aunque cuando el cuerpo lo acompañó les jugó de igual a igual. Y se va, tristemente y pese a un sinfín de éxitos, como otro testigo del “¿qué hubiera sido si…?”.

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