Un astrónomo explicó el posible origen del meteoro que iluminó el cielo mendocino
El astrónomo Walter García, miembro del grupo El Firmamento, analizó los videos del meteoro y explicó el posible origen del bólido.

Print de pantalla del video de Alexis Lescano publicado por @Tiempo_AMBA en X.
El cielo mendocino se encendió a las 0.39 de este sábado 4, cuando meteoro surcó el firmamento cuyano y convirtió la noche en un fugaz espectáculo lumínico. El fenómeno fue captado por cámaras de seguridad en distintos puntos de la provincia y observado por decenas de vecinos sorprendidos. Entre ellos, Guillermo Macri, desde el puesto El Rancho, camino a Villavicencio, quien relató a MDZ: “Se iluminó toda la casa mientras dormíamos; cuando salimos, no se veía nada, pero la cámara mostró esa bola de fuego cruzando el cielo”.
Para comprender qué fue lo que se vio y de dónde podría venir, MDZ consultó al astrónomo Walter García, miembro del grupo El Firmamento, quien analizó los videos y brindó una explicación científica sobre el bólido.
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“Es tremenda la energía que tenía”
“Tuvo varias explosiones, eso es un bólido”, confirmó García. “Es una roca espacial que ingresa a nuestra atmósfera a una velocidad impresionante. Nuestro sistema solar está plagado de este tipo de rocas: pueden ser tan pequeñas como un grano de arena o tan grandes como una pelota de fútbol, incluso más”, dijo el experto.
El especialista explicó que se trata de fragmentos que quedaron del origen del sistema solar, cuerpos que nunca llegaron a formar parte de un planeta o un asteroide mayor. “Son restos primitivos, testigos de la formación de nuestro sistema hace más de 4.500 millones de años. Por suerte, tenemos atmósfera; si no la tuviéramos, muchos de estos objetos impactarían directamente contra la superficie”.
Cuando una de estas rocas entra en contacto con la atmósfera terrestre, comienza a rozar las partículas del aire. La fricción genera calor e ioniza los gases, lo que produce el resplandor característico. “En el video se ve perfecto cómo se va encendiendo y apagando. Esas son las explosiones que ocurren cuando el cuerpo se va fragmentando. No es una falla, es parte del proceso natural de desintegración”, explicó García.
Según el astrónomo, las temperaturas que alcanza el material durante ese proceso son extremas. “Estamos hablando de un cuerpo que, antes de entrar, puede estar a –200 grados bajo cero. Al ingresar, la temperatura puede elevarse a más de 2.000 o 3.000 grados centígrados, incluso hasta 4.000. Es en ese punto donde se produce la ionización y el color que vemos depende del tipo de minerales que lo componen”, detalló.
De acuerdo con García, los tonos verdes, azulados o rubí que suelen observarse en los bólidos se deben a la presencia de elementos como el cobre, el hierro o el magnesio. “Las rocas no son todas iguales: algunas son carboníferas, otras de silicato, de hielo o metálicas. Cada una reacciona distinto al contacto con el aire y eso es lo que pinta el cielo con diferentes colores”, detalló.
Videos captados por el astrónomo Walter García
No fue basura espacial
En los últimos días, la caída de un fragmento de chatarra espacial en Chaco había generado confusión y alarma. El objeto, una estructura metálica de un metro y medio de largo, resultó ser parte del tanque de combustible de un cohete lanzado desde China. Consultado sobre si el fenómeno de Mendoza podía vincularse a ese tipo de material, García fue contundente: “No, en absoluto. Son dos cosas completamente diferentes”.
“La diferencia principal es la velocidad”, explicó. “Una chatarra espacial, como la de Chaco, ingresa a unos 28.000 kilómetros por hora, mientras que una roca espacial puede superar los 100.000 kilómetros por hora. En los videos se nota claramente que este objeto va mucho más rápido, además de la intensidad lumínica que genera la ionización”. Indicó García.
De los confines del sistema solar
El astrónomo de El Firmamento señaló que la mayoría de las rocas que ingresan a la atmósfera terrestre provienen de cometas. “Los asteroides, por lo general, tienen órbitas estables, pero los cometas cruzan las órbitas de los planetas. Algunos provienen del cinturón de Kuiper, más allá de Neptuno, y otros de la nube de Oort, una región todavía más lejana”, indicó.
“Los cometas, cuando pasan cerca del Sol, se calientan y desprenden materiales: polvo, hielo, granos del tamaño de una pelota de ping pong o incluso mayores. Esos restos quedan flotando en su camino. Cuando la Tierra atraviesa una de esas zonas, esos fragmentos ingresan en la atmósfera y producen lo que conocemos como lluvias de meteoros o lluvias de estrellas”, añadió.
Podría pertenecer a las Oriónidas
García explicó que el fenómeno del sábado podría tener relación con una de esas lluvias que está por comenzar. “Por lo que estoy viendo en la trayectoria y la dirección, es probable -no digo que seguro, pero probable- que este bólido pertenezca a las Oriónidas, una lluvia de meteoros asociada al cometa Halley”, señaló.
Las Oriónidas ocurren cada año entre principios y mediados de octubre y su punto máximo de actividad se espera entre el 11 y el 13 de octubre. Durante esas noches, es posible observar decenas de meteoros por hora, especialmente desde lugares alejados de la contaminación lumínica.
“No hay que preocuparse, son fenómenos naturales”
El astrónomo llevó tranquilidad a la población. “No hay nada de qué preocuparse. Son fenómenos totalmente naturales. Puede ocurrir que los veamos repetidos en poco tiempo, y eso no significa peligro alguno. Si se repiten, probablemente sea porque la Tierra está atravesando una zona del espacio con más material, quizá restos de un mismo cometa”, dijo.
Para quienes deseen observar más de cerca estos eventos, García adelantó que El Firmamento prepara actividades durante octubre junto a la Municipalidad de Mendoza, incluyendo una jornada el 17 de octubre, y otras en los días 24 o 25. “Siempre publicamos nuestras fechas en elfirmamento.com.ar y en nuestras redes sociales @elfirmamentoastronomia”, recordó.
Mientras tanto, el cielo mendocino continúa regalando postales únicas. Lo que comenzó como un resplandor fugaz sobre las montañas terminó siendo una ventana a la inmensidad del universo: una roca ancestral, viajando desde los confines del sistema solar, que se despidió de su recorrido con un último destello sobre Mendoza.