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Quién es Nata, el adolescente de Santa Fe que pidió una familia y conmovió al mundo

Nata tiene 14 años, vive en Santa Fe, y busca una familia que lo adopte. Más de 500 interesados en Argentina y el mundo.

Nata tiene 14 años, vive en Santa Fe, y busca una familia que lo adopte. 

Nata tiene 14 años, vive en Santa Fe, y busca una familia que lo adopte. 

“Mi deseo para esta Navidad es tener una familia”, lanzó Nata, joven que vive en Santa Fe y tiene el deseo más grande de su vida: tener una familia. El pedido lo hizo en un pequeño vídeo, pero que alcanzó para conmover a miles de personas.

Nata es un adolescente santafesino de 14 años que vive en un hogar y que, a través de una convocatoria difundida por el Registro Único de Aspirantes a Guarda con fines Adoptivos (RUAGA) de la provincia, expresó con palabras simples y profundas su anhelo más grande: ser adoptado.

El pedido de Nata

Nata

El video fue publicado el viernes la semana pasada y rápidamente se volvió viral. Hasta este martes, solo en Instagram acumulaba más de 64 mil “me gusta”, más de 2.600 comentarios y alrededor de 8.600 compartidos. Desde el Gobierno de Santa Fe confirmaron que la difusión fue autorizada tanto por la abogada del adolescente como por la jueza a cargo del expediente de adopción.

Hola, soy Nata, tengo 14 años. Hace un poco más de un año que estoy en un hogar en el centro de Rosario”, se presenta en el video, con una mezcla de timidez y valentía. Nació en Santa Fe, cursa segundo año del secundario y, como muchos chicos de su edad, disfruta de las cosas simples: salir con amigos, tomar una gaseosa, jugar a la pelota y charlar.

También habla de la escuela, un desafío que reconoce le cuesta, pero al que no renuncia. “Me cuesta demasiado, pero estoy tratando de ir todos los días, de esforzarme porque me va a ayudar el día de mañana, a ser alguien mejor y cambiar la historia de mi familia”, dice, con una madurez que sorprende.

Dos veces por semana hace natación, un espacio que describe como un refugio. “Es un deporte que disfruto demasiado, me divierte, me relaja”, cuenta. Cada quince días asiste a terapia, un acompañamiento que lo ayuda a transitar un pasado difícil y a poner en palabras experiencias que todavía lo atraviesan.

Su historia familiar está marcada por el dolor. Sus padres están privados de la libertad y, según relata él mismo, vivió situaciones de violencia que dejaron huella. “Viví maltratos, gritos, discriminación. Fue algo demasiado grave y doloroso para mi infancia”, expresa con una honestidad desarmante.

Cuando tenía 12 años, su mamá lo llevó a Tribunales para darlo en adopción. “Yo no quería. Mi sueño fue siempre tener una familia, un papá y una mamá. Cosa que nunca pude cumplir y me tuve que ir a un hogar”, recuerda. Hoy vive en una institución donde tiene cubiertas sus necesidades materiales, pero siente que eso no alcanza. “No me hace falta nada de lo material, pero no es lo que yo quiero o anhelo”, aclara.

Lo que Nata busca no se compra ni se reemplaza. “Lo que quiero y anhelo con toda mi alma es tener una familia”, afirma. Y vuelve a insistir con el deseo que lo llevó a hablar frente a una cámara: “Mi deseo para esta Navidad es sentirme cuidado, contenido, poder sonreír de verdad y, por primera vez, sentir esa sensación de tener una mamá y un papá”.

Inscriptos en Argentina y el mundo

La repercusión superó todas las expectativas. La convocatoria para familias interesadas cerró este martes y, según pudo confirmar MDZ, se recibieron más de 500 consultas. Hubo contactos desde distintos puntos del país y también desde el exterior, con familias interesadas que escribieron desde Reino Unido, Italia, Jamaica y El Salvador.

Nata es un ser de luz. El que tenga la posibilidad de conocerlo se va a dar cuenta. Está lleno de amor, pasó por muchas situaciones y aun así tiene una entereza enorme”, señaló su abogada, Paola Scicchita, en declaraciones a El Tres de Rosario. “Él desea tener una familia y es profundamente amoroso”, agregó.

Mientras el proceso sigue su curso en el ámbito judicial, la historia de Nata dejó una marca. No solo visibilizó la realidad de adolescentes que esperan ser adoptados, sino que recordó, con una sencillez conmovedora, que el deseo de pertenecer y ser cuidado sigue siendo una de las necesidades más profundas de la infancia y la adolescencia.