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Por qué San Juan se consolida como la puerta a la mayor integración entre Argentina y Chile

El agua de mar y el camino para la cal son sólo los primeros pasos. La activación del tratado minero en San Juan demuestra que la cordillera ya no divide.

La integración entre Argentina y Chile de la mano de la minería comienza a tomar forma.

La integración entre Argentina y Chile de la mano de la minería comienza a tomar forma.

Imagen generada con IA

Hace meses, en este diario analizábamos una posibilidad que hoy se convierte en una certeza: la minería argentina, y especialmente la de San Juan, recurriría a la infraestructura, el conocimiento y los recursos de Chile para desarrollar sus grandes proyectos en la cordillera.

La noticia de que el proyecto de cobre Josemaría en San Juan planea usar agua desalinizada desde el Pacífico confirma por completo ese análisis y consolida la idea de una integración minera que ya está en marcha.

Voces que lo anticipaban

En abril, recogimos las voces de referentes que anticipaban este avance. Joaquín Villarino, presidente del Consejo Minero chileno, hablaba de la necesidad de que los proyectos argentinos accedan a un “corredor hacia el Pacífico”. Juan Andrés Morel, de Lundin Mining (socio de BHP en el consorcio Vicuña Corp.), consideraba que el trabajo conjunto con los proyectos argentinos era una “cuestión muy concreta” y destacaba la ventaja geográfica de Chile, con el acceso al océano mucho más cerca que el Atlántico.

Incluso, en una exposición en el Senado trasandino el embajador José Antonio Viera Gallo anticipaba que ya se proyectaba la posibilidad de llevar agua de mar a través de la cordillera para proyectos mineros argentinos.

Ahora, esa posibilidad se materializa. La actualización del Informe de Impacto Ambiental del proyecto Josemaría, a la que accedió Minería & Desarrollo, establece que a partir del séptimo año de operación, el yacimiento se abastecerá con agua del océano Pacífico. Esta decisión convierte una predicción basada en la lógica y las proyecciones del sector en un plan de acción formal.

La minería chilena ya resolvió gran parte de sus desafíos hídricos con plantas desalinizadoras y acueductos que transportan el recurso a 3.000 metros de altura. El hecho de que Lundin Mining ya opere minas en Chile como Caserones y Candelaria (a solo 35 kilómetros de los proyectos argentinos) demuestra que la experiencia es “completamente traspasable”.

Integración real

Todo esto subraya la relevancia de la reactivación del Tratado de Integración y Complementación Minera, un acuerdo que ahora cobra una nueva vida como el marco legal para este tipo de colaboración. La confirmación del proyecto Josemaría refuerza que la minería sanjuanina ha encontrado una respuesta estratégica a sus desafíos de logística y recursos en su vecino.

Pero la integración va más allá del agua. Sin dudas, las empresas también analizan el transporte de mineral que se produzca a través de los puertos chilenos. Eso, mientras Antofagasta Minerals evalúa un camino binacional para llevar cal desde San Juan a sus operaciones, evitando el paso por Mendoza.

No se trata de un tema menor, considerando que el tema de la integración entre ambos países siempre tuvo a la cordillera como un gran obstáculo, lo que en el caso de San Juan sería todo lo contrario. Los proyectos mineros ubicados cerca de los límites entre ambos países prometen llevar la integración a niveles que nunca existieron.

Eso lo tienen claro en las empresas al frente de grandes proyectos como El Pachón, por ejemplo, que a lo largo del tiempo es mirado atentamente desde Chile y desde Antofagasta Minerals, porque es un proyecto de clase mundial y por qué está muy cerca de Los Pelambres, la mina a la que quieren llevar cal pasando directo por la cordillera sanjuanina. Eso, sin mencionar que allí también se opera con agua de mar, muy cerca de la frontera.

Cuestiones pendientes y la visión de futuro

Como un país con industria minera en desarrollo, todavía es complicado que se pueda dimensionar el nivel que alcanzarán los proyectos cupríferos cordilleranos argentinos, por lo que aún quedan cosas por resolver en materia de permisos y también de oportunidades. Esto último es algo que se ha visto reflejado en la tensión que se genera por la llegada de trabajadores de otras provincias o países. Son cuestiones propias del desarrollo de la industria, pero que dada la experiencia de los países vecinos con años de minería, va a decantar en un desarrollo de proveedores que lejos de pelear un cupo en una zona específica, encontrarán en mercados de importancia como Chile y Perú nuevas oportunidades.

En paralelo, San Juan se consolida como una región que concentra las miradas de numerosos sectores productivos trasandinos y también de los niveles gubernamentales. Cada paso es una señal de lo que puede ser el futuro. Por eso, no hay que descartar que de la mano de todo este proceso de desarrollo de proyectos mineros se sumen iniciativas que van más allá de la cuestión netamente de la industria y se abra la puerta para ideas que en otros momentos fueron postergadas, como el túnel de Agua Negra u otros proyectos de infraestructura fronteriza.

El agua y los caminos para la cal son dos primeros pasos, pero no caben dudas que son señales potentes que apuntan a lo que puede ser una nueva dimensión de la relación que pueden tener Argentina y Chile con la Provincia de San Juan como punta de lanza y epicentro.