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Nito Mestre: "Sigo tocando más que hace 30 años"

En el año del 50 aniversario del Adiós Sui Generis, Nito Mestre sigue con giras, colaboraciones y nuevas generaciones que lo inspiran a seguir creando música.

Nito Mestre.

Nito Mestre.

Gentileza.

Nito Mestre atraviesa el 50.º aniversario del Adiós Sui Generis. Sostiene que lo especial pasa por seguir vivo, en gira y en estudio. Presenta un concierto de fin de año en el Auditorio de Belgrano, en la Ciudad de Buenos Aires. Será una réplica del show del Teatro Ópera, con la misma banda, pantallas, videos y un sonido cuidado.

La charla recorre cruces y viajes. Incluye la versión de “Cirugía” de Dillom junto a Mex Urtizberea, que se viralizó y quedó en el repertorio; una nueva formación con Julia Orton y Manu Pinedo; y un episodio en Nueva York con una integrante de The Roches para cantar “Hammond Song”.

Mirá la entrevista completa a Nito Mestre

Entrevista Nito Mestre

-¿Vivís este como un año especial por los 50 años del Adiós Sui Generis?

-Mirá, es un aniversario portante, sin duda, pero no lo vivo desde la nostalgia ni como un cierre. No soy mucho de mirar hacia atrás con dramatismo. Para mí, lo especial es estar vivo, seguir girando, tocando, grabando, y sobre todo, seguir sorprendiéndome con lo que trae la música. Los 50 años del adiós Sui Generis me llena de orgullo, pero muchas veces lo veo como si le hubiese pasado a otro. Estoy tan metido en lo que estoy haciendo hoy, en lo que viene, en lo que estoy por crear, que no me detengo demasiado. Me gusta tener la mente ocupada en proyectos nuevos. Para mí, la celebración es esa: poder seguir.

-¿Qué tiene de especial el show que vas a dar en el Auditorio de Belgrano este fin de año?

-Es un show muy significativo porque es una especie de despedida del año, pero sin solemnidad. El Auditorio de Belgrano es un lugar que me gusta mucho: cómodo, bien ubicado, con buena acústica. Después del Ópera, que estuvo repleto y mucha gente se quedó afuera, sentí que tenía que haber otra oportunidad para compartir esta etapa. Lo que vamos a hacer es replicar ese show, con todos los detalles: la misma banda, pantallas, videos, sonido pecable. Pero el ambiente será más relajado, más festivo, con ganas de pasarla bien. No es un show para recordar el pasado, sino para vivir el presente con intensidad.

-¿Que te genera hacer canciones de artistas nuevos como la versión de “Cirugía” de Dillom que grabaste con Mex Urtizberea?

-Me encanta y fue una grata sorpresa la repercusión que tuvo. A veces uno graba un tema sin demasiadas expectativas y, de repente, conecta con la gente de una forma increíble. Eso pasó con “Cirugía”: se viralizó, empezó a rodar por todos lados, y fue una alegría. Lo sumamos al show, lo toqué con Lito, y se volvió una pieza clave del repertorio. Además, este año armé una nueva formación con músicos jóvenes como Julia Orton y Manu Pinedo. Ellos le dieron a la banda una energía renovada. Somos cinco en escena, con un sonido sólido, potente, fresco. Me gusta tocar con músicos que traen ideas nuevas y que hacen que todo suene con otra vitalidad.

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A veces uno graba un tema sin demasiadas expectativas y, de repente, conecta con la gente de una forma increíble.

A veces uno graba un tema sin demasiadas expectativas y, de repente, conecta con la gente de una forma increíble.

-Contaste que viviste algo muy fuerte en Nueva York con una de las cantantes de The Roches. ¿Qué pasó ahí?

-Fue uno de esos momentos mágicos que te regala la música. Siempre fui fan de The Roches, un trío vocal estadounidense que admiraba desde joven. Estando en Nueva York, Fernando Kabusacki me dice que una de ellas iba a venir al show. Me quedé helado. Ella llegó con su marido, que además es un pianista tremendo, y me dice que quiere cantar conmigo “Hammond Song”, un tema de ellas que con León Gieco siempre bromeábamos que lo habían copiado de uno nuestro que se llama “Y las aves vuelan“, Kabusacki le contó eso a ella y quiso que lo hagamos. El día anterior lo ensayé y lo hicos juntos en vivo. Ella quedó fascinada con la energía del show, con la conexión del público. Al día siguiente publicó que se había convertido en mi fan. Esos encuentros son impagables.

-Este año también viajaste a Lituania, donde nació tu mamá. ¿Cómo fue esa experiencia emocional?

-Fue profundamente conmovedor. El año pasado obtuve la ciudadanía lituana gracias a mi madre, que nació allá. Este año decidí ir, conocer su tierra, y llevarle música. Contacté a un guitarrista local, le mandé “Flores en el mar”, un tema que le compuse a mi mamá, y cuando llegué, me encontré con una banda de 12 músicos que lo habían aprendido. Con cañas, saxos, arreglos increíbles. Tocamos ese tema el Día de la Madre en Lituania, en su tierra. Fue un momento espiritual, muy fuerte. Sentí que le estaba devolviendo algo. También conocí la última casa donde vivió mi madre, me emocioné, lloré, reí, hice amigos nuevos. Fue sanador.

Nito Mestre 3
El año pasado obtuve la ciudadanía lituana gracias a mi madre, que nació allá.

El año pasado obtuve la ciudadanía lituana gracias a mi madre, que nació allá.

-Sos un artista muy cercano a las nuevas generaciones. ¿Qué te atrae de músicos como Paco Amoroso, Catriel o Milo J?

-Me encanta lo que hacen, cómo se mueven, cómo piensan. Me pasa algo muy particular: los observo y, más allá de las diferencias de época, reconozco sensaciones que viví. Entiendo lo que sienten cuando pisan por primera vez un escenario importante, cuando todo empieza a pasarles. Vi el estreno de “Papota”, el corto de Paco y Catriel, el mismo día que salió, y me pareció brillante. Me considero fan de ellos. Después, con Milo J, conecté muy bien. Lo conocí hace más de dos años, me invitó al Gran Rex, yo lo invité al Ópera. Lo escuchás hablar y te das cuenta de que tiene una madurez y una sensibilidad únicas. Me inspiran.

-¿Qué significó para vos conocer a Paul McCartney?

-Fue un momento que soñé desde que era un nene. Cuando vi “Help!” en el colegio, dije “algún día quiero conocer a alguien de los Beatles”. Siempre sentí que con Paul había una conexión especial, por su forma de ser, su energía. Cuando vino a la Argentina en 1993, moví cielo y tierra para cruzarme con él. Me puse el camarín justo al lado del suyo. Y se dio. Lo saludé en el pasillo, me felicitó por el show, me pidió que le corrigiera unas frases en castellano. Pero lo que más me impactó fue su calidez. Me trató como un colega, como si nos conociéramos de toda la vida. Fue como reencontrarme con alguien que estuvo siempre ahí, acompañando.

-Después de tantos años, ¿qué te motiva a seguir en movimiento, creando, girando?

-El deseo de seguir conectado con la música y con la gente. Me gusta viajar, tocar, armar repertorios nuevos, rescatar canciones viejas y darles nueva vida. Me cuido mucho: no fumo, no tomo, practico todos los días, caliento la voz. Eso te mantiene activo. Pero también aprendí a cuidar mi tiempo, a decir que no. No necesito figurar todo el tiempo. Me gusta desaparecer, estar en casa con mi mujer, tomarme días para mí. Y cuando vuelvo al escenario, lo hago con todo. Mientras haya lugares que no conocí, canciones que no canté, y gente que quiera escuchar, voy a seguir. No hay una meta final. La meta es el camino.