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Natividad de la Virgen María: la fiesta olvidada que marcó la cultura cristiana

La Natividad de la Virgen, una de las celebraciones más antiguas, revela un universo de relatos, símbolos y costumbres que siguen vivos en la memoria popular.

Celebrar la Natividad de la Virgen invita a mirar la vida con gratitud y apertura.

Celebrar la Natividad de la Virgen invita a mirar la vida con gratitud y apertura.

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Cada 8 de septiembre, la Iglesia celebra la Natividad de laVirgen María, una de las tres festividades en las que la liturgia cristiana recuerda el nacimiento de una persona (las otras dos son la Navidad de Jesús y la Natividad de Juan Bautista).

Esta fiesta, profundamente arraigada en la tradición cristiana, nos invita no solo a recordar un acontecimiento de fe, sino también a reflexionar sobre el valor del inicio de cada vida y la esperanza que conlleva.

Orígenes históricos de la festividad

Los relatos sobre el nacimiento de María no aparecen en los Evangelios canónicos, sino en textos llamados apócrifos, especialmente en el Protoevangelio de Santiago, escrito alrededor del siglo II. Allí se narra la historia de Joaquín y Ana, un matrimonio anciano y sin hijos, que tras años de oración recibió de Dios la gracia de concebir a María. El relato subraya la idea de que su nacimiento fue un don providencial, preparado para abrir el camino a la llegada del Mesías.

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La celebración litúrgica de la Natividad de María comenzó en Oriente, en Jerusalén, alrededor del siglo V, en un lugar vinculado a la tradición de la casa de Ana y Joaquín, cerca de la piscina de Betesda. Desde allí se difundió a otras regiones, y en el siglo VII fue introducida en Roma por el papa Sergio I, consolidándose como una de las fiestas marianas más antiguas.

Con el tiempo, la devoción se extendió a toda la cristiandad, y aún hoy esta fecha se mantiene viva en el calendario litúrgico, no solo como recuerdo histórico, sino como una expresión de esperanza y renovación espiritual.

Un nacimiento con sentido universal

Más allá del marco religioso, el nacimiento de María se presenta como símbolo de nuevo comienzo. En un mundo marcado por dificultades, desigualdades y tensiones, celebrar la vida de una niña que sería, según la fe cristiana, madre de Jesús, pone en primer plano el valor de cada vida que inicia su camino en la historia.

En la tradición católica, María es vista como “aurora de la salvación”: su llegada anuncia la luz que vendrá con Cristo. Pero incluso para quienes no comparten la fe, la conmemoración de un nacimiento siempre despierta resonancias positivas: esperanza, futuro, posibilidad de cambio. La figura de María, mujer sencilla y joven de Nazaret, recuerda que la transformación de la historia puede comenzar en lo pequeño y humilde.

Natividad
En la tradición católica, María es vista como “aurora de la salvación”.

En la tradición católica, María es vista como “aurora de la salvación”.

Reflexión actual

Celebrar la Natividad de la Virgen invita a mirar la vida con gratitud y apertura. Cada nacimiento, como el de María, es una oportunidad de renovación, un recordatorio de que el futuro no está cerrado, sino que puede escribirse con gestos de bondad, justicia y amor.

En tiempos donde la vida a menudo se mide en cifras y estadísticas, esta fiesta pone de relieve el valor único de cada persona, más allá de su origen o condición. Recordar el nacimiento de María es, de algún modo, celebrar también el inicio de toda historia humana que porta en sí la promesa de algo nuevo.

* Fabiana Gómez Sabio, es comunicadora, traductora pública y docente.

IG: @fabianagomezsabio