Crónica

El "Chacal" de la Cuarta Sección: los diarios del infierno - Parte 2

Armando Lucero abusó de su hija Cecilia durante décadas. MDZ tuvo acceso al diario personal de la víctima, en el que describe esos vejámenes y de qué forma su madre sería cómplice de la pesadilla. Segunda nota sobre un caso mendocino que impactó al mundo.

Facundo García
Facundo García domingo, 21 de junio de 2020 · 12:46 hs
El "Chacal" de la Cuarta Sección: los diarios del infierno - Parte 2
Historia Cecilia consiguió poner en palabras lo que le pasó. La foto muestra fragmentos de su diario personal.

Cecilia fue abusada desde los cuatro años y parió a siete hijos de su propio padre. Cree que si su mamá la hubiera protegido, la pesadilla no habría tenido lugar. Y así lo va contando en unos diarios personales que escribió por recomendación de los psicólogos y que MDZ comenzó a publicar días atrás. En su testimonio, relata la opresión de una nena atrapada en una red violenta, mientras muchos adultos que la rodeaban "miraban para otro lado"

La periodista Luciana Agüero está recopilando estas declaraciones -base, quizá, de un futuro libro- donde Cecilia repasa décadas en las que las peores agresiones fueron "lo normal". La víctima destaca que ni su padre, el abusador Armando Lucero, ni su madre, Norma Ortubia, hicieron nada por ella.

"La única persona que me quiso fue mi abuela -reconoce-. Ella me enseñó a coser en la máquina. Vivíamos en su casa en la Cuarta Sección de Ciudad (...) Mi mamá siempre la trató muy mal". 

Cecilia denunció a su padre y a su madre.

Gritos de ayuda

Una vez su madre se fue de vacaciones a Mar del Plata con sus tías paternas, y Cecilia quedó al cuidado de su abuela junto a sus hermanos. Tal vez por el cambio de dinámicas en la casa, la niña -por entonces de 6 años- se atrevió a exteriorizar la angustia como pudo. Le salieron ampollas en las piernas y tenía una fiebre altísima.

Los médicos no lograban diagnosticar a la nena

Ya en aquel tiempo hacía mucho que Cecilia padecía vejámenes:

"Me internaron en el Hospital Emilio Civit (...) Al otro día  vino mi papá y se quería quedar conmigo. Le rogué a mi abuela que no se fuera, que no me dejara sola con él —cuenta la sobreviviente—. Y ella se quedó. A los dos o tres días apareció mi mamá en la sala, toda bronceada. Habló con mi abuela y le dijo que se iba a quedar ella. Era mentira (...) Una tarde vino mi abuela a verme y me encontró sola y llorando. Le conté que mi mamá no me acompañaba, entonces ella estuvo conmigo hasta que mi madre volvió al lugar y la echó".

La pequeña pasó un mes internada. Los médicos no entendían qué le ocurría, más allá de ese silencio sordo a su alrededor. El sistema de salud no captó los gritos de ayuda que se expresaban en la piel de la chiquita.

"Y cuando mi padre no estaba cerca, mi madre me decía que yo tenía la culpa de todo. Me miraba con asco", anota Cecilia en sus apuntes.

A los 11, el padre -que ya la manoseaba desde que era casi bebé- la violó por primera vez

—Lloré todo el día. Tenía los ojos y la cara hinchada. Cuando mi mamá llegó del trabajo, ni me miró— se indigna la víctima. 

Agustín Magdalena y Cristian Vaira Leyton, los abogados de Cecilia.

Sobre abusos y "chacales"

Distintas autoras han señalado la inconveniencia de referirse a los padres incestuosos con figuras del lenguaje como "chacal" u otros animales. Sostienen que la alusión a un pretendido estado de "naturaleza" exculpa a ciertos varones de su responsabilidad ante estos delitos. 

Lucero murió en la cárcel y su pareja, Ortubia, enfrenta un proceso penal

Se optó por mantener la palabra "chacal" en el título de esta nota porque implica una referencia clara para la mayoría de los lectores mendocinos. Ese hecho, de todos modos, no conlleva una renuncia a la perspectiva crítica sobre las formas en que la cultura tiende trampas para reforzar la desigualdad entre géneros. 

En otras palabras: el padre de Cecilia y quienes lo apoyaron cometieron un crimen y -lejos de representar una anomalía absoluta- son el emergente de una tradición que cosifica el cuerpo de las mujeres desde hace siglos.

Armando Lucero falleció en la cárcel. Su pareja, Norma Ortubia, enfrenta hoy un proceso penal, acusada de haber colaborado con el abusador.

 

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