Gambito de sangre

El "asesino del ajedrez" y su obsesión con el tablero y los cráneos

"Menos mal que me atraparon, porque no iba a detenerme", admite Alexander Pichushkin (46), uno de los psicópatas más retorcidos de Rusia. En el año en que el ajedrez volvió a la masividad, su historia recobró vigencia. Una vida repartida entre el tablero y decenas de atroces asesinatos.

Facundo García
Facundo García martes, 8 de diciembre de 2020 · 22:24 hs
El "asesino del ajedrez" y su obsesión con el tablero y los cráneos

Causó terror hace unos quince años. Atacaba a gente a traición, a palazos, con martillos o cualquier elemento contundente. Dejaba tiradas a sus víctimas en la calle y luego regresaba a su casa. Una vez adentro, con parsimonia se dirigía hacia su tablero de ajedrez y depositaba una moneda en alguno de 64 casilleros del juego. Su plan era que cada espacio tuviera su moneda. Completar la grilla con más asesinatos.

Esa es, en resumidas cuentas, la forma de actuar que tenía el ruso Alexander Pichushkin. Cometió la mayor parte de sus crímenes en el parque Bittsevsky de Moscú, donde en su infancia solía ir -acompañado por su abuelo- a conversar y a jugar juegos de mesa.

En la temporada en que el ajedrez volvió a ser fenómeno de masas a raíz del éxito de la serie de Netflix Gambito de Dama, la historia de Pichushkin vuelve como la contracara maligna de aquella ficción. Porque así como para la inteligentísima Beth Harmon el tablero es una obsesión salvadora -en línea con un inolvidable texto de Stephan Zweig-, para este desquiciado fue un mapa mental donde planificar sus crímenes

El primer homicidio consistió en arrojar a un joven por una ventana

Pichushkin nació el 9 de abril de 1974 en Mytishchi, muy cerca de la capital rusa. Luego de una niñez complicada -su papá, alcohólico y violento, se fue para no volver- en la adolescencia se tornó pendenciero, en especial tras la muerte del abuelo con quien pasaba sus tardes.

Y así fue que llegó el primer homicidio. Una ex novia, Olga Maksheeva, estaba saliendo con un muchacho llamado Sergei Kozyrev. Kozyrev murió cuando Alexander lo arrojó por una ventana. "Mi primer homicidio fue inolvidable -contó Pichushkin años más tarde-. Como el primer amor".

Vísperas

Siguió lo que en criminología se llama "período de enfriamiento", una suerte de instancia latente que suelen tener los asesinos seriales entre un crimen y el siguiente. Puede ser breve, de algunos días; o largo, como el lapso de 9 años que se tomó Alexander.

Los psicópatas se caracterizan por leer los códigos sociales y seguirlos, aunque lo hacen únicamente para no ser detectados. Cuando no mataba a nadie, Pichushkin era aparentemente normal. Trabajaba en un supermercado, salía a dar paseos y hasta adoptó un perro.

En 2001 mató a 11 personas. Se acercaba diciendo que estaba triste y luego atacaba

Sin embargo, la muerte de su animalito lo desequilibró. Y ahí comenzó la secuencia más descontrolada. Solo en 2001, el "asesino del ajedrez" mató a 11 personas a golpes. Casi siempre en el parque donde iba de niño junto a su abuelo.

Un sendero del parque en el que atacaba el asesino. 

Su modus operandi era el extremo de la manipulación. Alexander simulaba estar muy afligido por la muerte de su perro y les pedía a los transeúntes que "lo acompañaran a beber una copita".

Cuando el otro o la otra aceptaba y ya estaba medio chispeado por el alcohol, Pichushkin lo dejaba caminar un poco y lo abordaba de espaldas, sin defensas. "Me gusta el sonido de los cráneos cuando se parten", llegó a decir alguna vez.

Crepúsculo

En 2002, aquella antigua novia, Olga, fue hallada muerta. Los moscovitas estaban horrorizados por la presencia de esa sombra que se cobraba vidas inocentes y no parecía dejar ni una pista.

El capítulo final llegó en junio de 2006, cuando el asesino invitó a salir a su compañera de trabajo Marina Moskaleva. Antes de irse de su domicilio, la mujer dejó dicho con quién era la cita y cuál era el número de teléfono del hombre. Las sospechas se volvieron obvias tras saberse que Marina había desaparecido. 

Dicen que en la casa del sospechoso había un tablero con 61 casilleros ocupados

La Policía allanó la casa de Pichushkin y encontró su hoy famoso tablero. Las crónicas de la época detallan que había 61 casilleros con sus respectivas moneditas: cada una representaba un cadáver. Solo 3 estaban libres.

En la investigación se demostró que el detenido estaba relacionado con 49 homicidios, y el vínculo con muchos otros quedó por verificarse. Una aclaración importante: la forma de las monedas sugiere que en realidad el desquiciado era fan de las damas, no del ajedrez. La prensa, de todos modos, ya le había otorgado el mote de "el asesino del ajedrez" o "el loco del martillo" (no confundir con el loco del martillo que supo atemorizar a Buenos Aires).  

El juicio

Arrancó el juicio. Las autoridades tuvieron que meter a Alexander dentro de un sucucho cerrado para evitar que los familiares de las víctimas lo agredieran. 

“Una vida sin homicidios para mí es como una vida sin alimentos para ustedes; salvaron a muchas personas al atraparme, porque nunca me habría detenido”, relató el acusado en el proceso. "Eso sí: yo solamente mataba a personas que se lamentaban de la vida que llevaban", añadió.

El jurado popular lo miraba atónito. 

El 24 de octubre de 2007, "el asesino del ajedrez" fue condenado a cadena perpetua. Pero sus jugadas no acabaron ahí: como con frecuencia pasa con muchos homicidas famosos -Charles Manson, Richard Ramírez- aparecieron personas que estaban igual o más desequilibradas que el criminal. Una joven en la veintena, Natalya, comenzó a escribirle al condenado, se enamoró de él y finalmente asumió su apellido.

El tatuaje que, según el Daily Mail, se hizo Natalya en un brazo.

Natalya incluso se ha tatuado a Alexander en un brazo. Aclara, no obstante, que ya acordó con él que ella podrá estar con otros hombres, puesto que al homicida le espera una larguísima temporada tras las rejas. Tampoco es cuestión. 

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