En primera persona

Casi como Florencia Romano: así se salvó de una posible red de trata una chica en Guaymallén

De las decenas de historias reales que llegan semanalmente a nuestra redacción, algunas son especialmente dramáticas. Como esta, en la que una madre cuenta cómo fueron los tres días en los que su hija desapareció y quedó en manos de desconocidos que no la liberaban. Una pesadilla de acá nomás.

Facundo García
Facundo García domingo, 27 de diciembre de 2020 · 07:06 hs
Casi como Florencia Romano: así se salvó de una posible red de trata una chica en Guaymallén

El mensaje llegó al programa El Permitido de MDZ Radio y movilizó a todos. Con voz trémula, una madre contaba cómo pasó tres días sin saber nada de su hija desaparecida, luego de que un viernes en la noche Cristal, de 16 años, la saludara porque iba a salir a bailar.

El caso de esta piba no trascendió en los medios, básicamente, porque no la mataron. Sin embargo podría haberle caído la misma guadaña que a Florencia Romano (14), la nena asesinada a principios de mes en Gutiérrez (Maipú). Y no porque las mujeres tengan que vivir con miedo, sino porque, como explica Patricia Rosales (57) -la mamá que relatará la odisea-, la violencia de género es una presencia palpable en Mendoza. Ocurre

"Lo que pasé no se lo deseo a nadie", repite Patricia. Es el principio de una larga charla en la que cuenta cómo su hija fue engañada y trasladada a un lugar donde -según ella- pudo haber sido secuestrada.

Este audio es un primer resumen de lo que sucedió: 

Desesperación

Era 2015. Un viernes. Aquella noche, Cristal, "que por entonces tenía 16", le avisó a su familia que saldría con su prima y una amiga. Irían a un boliche que queda cerca del Nudo Vial.

Cuando las tres jóvenes llegaron a la entrada -y siguiendo una práctica que se mantiene en algunos locales- los patovicas permitieron el ingreso de la amiga y la prima, pero dejaron a Cristal afuera.

La adolescente quedó sola en la puerta. Alcanzó a contactarse con su prima para que saliera del boliche y le diera algo de dinero para tomar un taxi.

Patricia, la mamá, hilvana la secuencia: "justo en ese momento aparecieron de algún lugar otras dos chicas que le propusieron a Cristal que se fuera con ellas a un boliche en la Alameda".

Cristal notó que le faltaba el celular y el dinero

Acaso por mera curiosidad, Cristal fue. Y apenas ingresó a este segundo lugar pasaron dos cosas: las dos muchachas que la habían invitado "se esfumaron" y además la niña notó que le faltaban el celular y el dinero.

Entonces comenzó la siguiente etapa, siempre dentro de este segundo boliche. Se presentó ante ella una pareja mayor y el varón le ofreció a Cristal llevarla de vuelta a su hogar en auto. Ella aceptó.

Y no la llevaron a su casa, sino a una vivienda que está cerca de la plaza Crucero General Belgrano, en Guaymallén. "Hacenos el aguante y quedate un rato acá", le pidieron. Primero pasaron algunos minutos. Después horas.

Cuando Cristal se dio cuenta de que estaba encerrada, empezó a llorar

La secuencia tomó el ritmo absurdo de las pesadillas. En el lugar había dos chicas más que parecían conformes con todo o quizá confundidas; surgió de alguna parte un matrimonio de gente mayor, de unos sesenta años. "En total, había tres hombres. Mi hija empezó a pedir que alguien le prestara un celular, pero todos le respondían con evasivas. Jugaban a las cartas y se habían puesto a tomar mate", relata Patricia.

Así pasó todo el día sábado. Cristal se dio cuenta de que estaba encerrada y empezó a llorar.

"Me enteré el lunes"

El lunes, dos días y medio después de salir de su casa, Cristal todavía no había vuelto. "El novio la buscaba y las amigas también, pero a mí me ocultaron la situación", se enoja la mamá. "Y aquella tarde, cuando a eso de las 14 volví de mi trabajo como acompañante terapéutica, me confesaron la noticia".

Era un problema grave. En cualquier investigación policial, esas horas iniciales son clave para resolver el caso. Igual los jóvenes habían iniciado una campaña en Facebook y en Whatsapp para dar con el paradero de Cristal. Patricia continúa: "yo me fui a una fiscalía que había en el barrio UNIMEV para hacer la denuncia; y mi marido, que conoce a algunos policías, comenzó a preguntar".

¿Estaban "midiendo" al entorno de Cristal?

Tal vez por eso, los desconocidos que no dejaban salir a Cristal cambiaron de actitud. Inmediatamente le permitieron llamar por teléfono y acordaron un encuentro con el padre en la mencionada plaza Crucero General Belgrano.

Preguntas

"Fue raro... a mí siempre me quedó la duda sobre lo que puede haber pasado con las otras chicas que estaban en esa casa", admite Patricia, quien también asegura que tras resolverse la situación recibió extraños llamados en los que -"de forma respetuosa"- la invitaban a no hacer ninguna denuncia. 

"Primero fue una llamada por semana, luego una al mes y ahora hace meses que no me llaman", recapitula. E insiste: "lo que sufrí no se lo deseo a nadie".

Es una experiencia. El relato de una mamá que quiso compartir el recuerdo de la semana más ardua de su vida. Con el caso de Florencia Romano todavía fresco en la memoria de los mendocinos, es inevitable sospechar que el desenlace pudo haber sido diferente.

¿Esperaban aquellos desconocidos que Cristal se resignara? ¿Estaban "midiendo" si tenía familiares que la iban a buscar o a hacer la denuncia? Las preguntas quedan en el aire, junto con la certeza de que ser mujer y joven en Argentina es sentirse en peligro.

  • ¿Aportes? ¿Otra perspectiva? Puede escribir a fgarcia@mdzol.com
  • El Permitido va de lunes a viernes de 17 a 19, con la conducción de Federico Croce.
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