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Los Cabos, un destino de playa donde comer despierta todos los sentidos

MDZ estuvo en Los Cabos, México, donde comer es una experiencia de sentidos inigualable. La gastronomía fusiona lo local con influencias de todo el mundo.

Comer en Los Cabos, una experiencia que activa los sentidos. 

Comer en Los Cabos, una experiencia que activa los sentidos. 

BlendTravelStudio

Comer en Los Cabos, el hermoso destino de playa de México, es una invitación a activar los sentidos. Abrir los ojos para maravillarse con el arcoíris que se posa sobre el plato; oler a ahumado típico de estas tierras pero también los aroman que convergen de la fusión con lo latinomericáno y asiático; tocar la textura suave de los tacos, con sus distintas variedades que sorprenden; oír el crujir en la boca de los cacahuates tostados y claro, saborear una paleta de hierbas como el refrescante cilantro. ¡Buen provecho!

MDZ lo comprobó en el lugar: Los Cabos no es sólo sinónimo de playas luminosas, hoteles con alto nivel de servicios que dan al inmenso mar y actividades al aire libre para todos los gustos. Este destino del sur de Baja California, al que se puede ir directo desde Latinoamérica gracias al nuevo vuelo directo desde Panamá, operado por Copa Airlines, se consolidó como uno de los polos gastronómicos más interesantes de México y de toda la región.

Con una cocina que combina tradición, ingredientes locales, técnicas contemporáneas y proyectos que ponen en valor la tierra y la pesca del Pacífico, la escena culinaria seduce a viajeros de todo el mundo. Es que hay para todos los gustos, miradas, tactos, la comida es una razón fundamental para no dejar de visitar este bellísimo municipio mexicano, que entrelaza el mar, el desierto y la montaña como ninguno. Basta mover la cabeza de un lado hacia el otro para poder ver los tres paisajes en un mismo lugar.

Entre sus referentes se destacan restaurantes como Toro, Los Tres Gallos y Monalisa pero también una tendencia que crece sin pausa: las experiencias farm to table, que tienen en Jazamango uno de sus máximos exponentes. ¿De qué se trata? De un restorán donde de la huerta está en el mismo sitio y de ahí obtienen todos los vegetales que irán directo al plato. Más que una delicia. El tomate tiene sabor a tomate. Las remolachas a remolachas. Parece un juego de palabras pero se trata de un verdadero privilegio en estas épocas.

La propuesta gastronómica de Los Cabos responde a una variedad de identidades que reflejan un cruce de influencias que como si se tratara del pozole rojo que probamos en los Tres Gallos, mezclan su historia, su geografía y el propio movimiento turístico que impulsó la llegada de cocineros de renombre internacional. El acceso privilegiado a productos del mar, la cercanía a los huertos de Todos Santos, el clima propicio para cultivos orgánicos y la revalorización de recetas tradicionales hicieron que este rincón de México se transformara en un laboratorio culinario contemporáneo.

Viajar hoy a Los Cabos implica, necesariamente, que comer sea parte del mapa rutero, dejarse transformar por la gastronomía pero también por el mundo de personas que la rodean: siempre amables y dispuestas a acompañar cada plato, con una sonrisa.

La gastronomía que comienza en el mar

En Los Cabos, el mar es protagonista. La almeja se abre y el aroma invade como si se destapara un pedazo de océano. El pulpo llega suave, apenas sellado y nada chicloso; los tiraditos parecen acuarelas. La cocina no se disfraza de otra cosa: confía en el sabor propio del producto, que siempre es de excelencia. Sus sabores son únicos, exclusivos.

Este diario probó muchos bocados en los restoranes del lugar y la gastronomía choyera le devolvió un mar de sabores. Como el del pulpo al grill de Toro Latin Kitchen o los ostiones en Sunset Monalisa, mientras el sol se hunde sigilosamente en el horizonte del Mar de Cortés- también conocido como Golfo de California-.

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La tradición de comer con sabores únicos

Más allá del mar, la gastronomía de Los Cabos se apoya en recetas que resisten el tiempo. Como nos dijeron en Tres Gallos, "la comida sabe a la que hacen nuestras madres", - roles sociales que suelen estar muy marcados en el país- mientras nos contaron de la tradición que se inicia este 12 de diciembre en México:posadas diarias- fiestas con una piñata incluida-hasta la Nochebuena.

En los mercados hay tamales calientes envueltos en hojas, tortillas que se inflan y un pozole profundo incluso con 30 grados. Y es riquísimo. La tradición de Baja California Sur es una presencia constante.

Además, con en Jazamango, la comida de la huerta es una exquisitez. El farm-to-table es consecuencia lógica del clima, la disponibilidad de tierra y la llegada de chefs que buscan trabajar directo con el productor. La cercanía entre huerta y cocina genera una gastronomía transparente, sin artificios y con un vínculo claro entre origen y plato. Inolvidable.

Restaurantes que marcan tendencia en Los Cabos

Entre los puntos marcados en nuestro esquema rutero, podemos encontramos con Toro Latin Kitchen, del famosísimo Richard Sandoval, con su estética de brasas y técnica latina, mezcla sofisticación con fuego. Su chef ejecutivo es el argentino Maximiliano Ríos, que combina la gastronomía local con sabores peruanos y de otros destinos. Todo huele a madera, parrilla y cítricos. El pulpo al grill con puré de maíz dulce es uno de los platos que sintetizan el espíritu del lugar.

Los Tres Gallos celebra la cocina mexicana clásica con un cuidado artesanal notable. En sus patios coloniales circulan moles intensos, cochinita pibil que se desarma con el tenedor y chiles en nogada en temporada. Comer ahí es recorrer la diversidad regional del país sin moverse de la mesa.

Como dijimos es Jazamango, el templo farm-to-table. Su huerta orgánica en pleno desierto produce hierbas, flores comestibles, tomates perfumados y mangos jugosos. La experiencia empieza caminando entre los cultivos y termina con platos luminosos, frescos y honestos. Es la prueba de que Los Cabos no es solo mar: también es tierra fértil porque se la respeta.

Sunset Monalisa es un lugar donde la experiencia empieza mucho antes del primer bocado: enclavado sobre un acantilado con vista abierta al Arco, el restaurante combina alta cocina mediterránea con un ambiente que parece diseñado para detener el tiempo. Entre el sonido del mar y el atardecer que tiñe todo de dorado, los platos —desde mariscos fresquísimos hasta preparaciones que juegan con texturas y aromas— incluye pastas riquísimas y carnes. Es un espacio pensado para la sorpresa, el brindis, con buena compañía, música en vivo y un ritual que acompaña el momento exacto en el que cae el sol.

Con toda comida hay que beber: el mezcal- la bebida nacional- tequila, y otros destilados artesanales se combinan con frutas del desierto como tuna, limón real,y hierbas frescas. Salud.

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