La radio, el último refugio para el diálogo
Hace más de un siglo, un grupo de pioneros encendió la voz de la radio en Buenos Aires. Desde entonces, este medio atravesó generaciones, crisis y transformaciones tecnológicas, pero conserva su esencia.

Un 27 de agosto de 1920 se realizó la primera transmisión radial.
GobiernoFrente al majestuoso Teatro Colón, inaugurado doce años antes, desde la azotea del mítico teatro Coliseo, sobre la antigua calle Charcas, unos jóvenes, liderados por el médico Enrique Susini, lograron una proeza: la primera transmisión continua, programada, radiofónica. Forzar la historia para decir que fue la primera del mundo es innecesario.
Fue un hermoso acto inaugural, el 27 de agosto en la Buenos Aires de 1920. El presidente era Marcelo T. de Alvear, nombre que hoy lleva esa calle desde donde se transmitió la Ópera Parsifal, de Wagner y pudieron escuchar a la distancia no más de 50 personas.
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Sería un error, según Nietzsche
Aquella frase poética del filósofo alemán “la vida sin música sería un error” comenzó a cobrar sentido universal gracias a la aparición del primer medio masivo: la Radio. Hasta hoy se discute su descubrimiento, y ya no por cuestiones de vanidad (ninguno de los pioneros vive). Asuntos de dinero por registros de patentes. Aunque medio siglo después un tribunal de Estados Unidos revirtió el crédito, quien tuvo la osadía e inteligencia de darle continuidad al descubrimiento de Hertz, aquello de las ondas electromagnéticas, fue el italiano residente en Londres, Guillermo Marconi.
Y fue en 1897, el mismo año que el investigador ruso, Aleksandr Popov inscribió el artefacto a su nombre. Pocos años después, Marconi obtuvo el Nobel en física por su elaboración, dato que sirvió para consolidar la idea de quién fue el primero, aunque cuatro décadas después le adjudicaran la invención a Nikola Tesla, serbio que nació en la actual Croacia y nunca recibió los beneficios que pudo haberle otorgado su creación.
Cruzando el océano
Mientras persistían algunas discusiones, Marconi había logrado transmisiones de radio cuya señal había superado los límites imaginados por los ciudadanos. Dejó documentada la primera transmisión internacional. La emisión desde Inglaterra se escuchó en Francia, esto en el vértice de los siglos XIX y XX. En 1912, según notas de la época, gracias a la creación de Marconi y a la sintonía transatlántica, 700 personas de las 2200 que naufragaron sobre el Titanic le deben la sobrevivencia a ese medio de comunicación, al telégrafo sin alambres, la radio.
Lejos de la paz
Sin dudas, el gran desarrollo de la radiofonía se consagró no por la bucólica intención de “Los Locos de la Azotea”, como se los conoció a Susini y sus compinches, sino por la irrupción de la Primera Gran Guerra, contienda que luego se la llamaría Primera Guerra Mundial, atributo de “mundial” que adquirió sólo porque pudo conocerse a través de la incipiente propagación en todo el Planeta de: la radio. Ya en la segunda, cobró una importancia gravitante, y a Wagner se lo escuchaba para estimular al ejército nazi, lejos de la apuesta científico-artistica que dio origen a la Radio en Argentina.
Primero, sin dudas
Que la Radio fue el primero de los medios masivos de comunicación es incontrastable. Por primera vez, miles de personas accedían, simultáneamente, a escuchar a grandes distancias y en distintos lugares: un mensaje, una obra de teatro, una canción y claro, un discurso enfático de los líderes del momento. A diferencia de los diarios, para conocer lo que acontecía en su región y en otras latitudes, no era requisito estar alfabetizado ni tener el dinero para pagar por el periódico.
Con ahorrar lo suficiente para comprar el aparato receptor, contar con energía eléctrica hogareña o baterías, suficiente. Si el acceso a la información sirve para ampliar la democracia, la Radio fue una protagonista ineludible. También para oír otras opciones distantes de las democracias liberales
Un medio caliente como herramienta en la guerra fría
La utilización del espectro radioeléctrico mediante el uso de las ondas electromagnéticas, así como aún tiene aficionados, contó con los más idóneos profesionales de la geopolítica. A la onda media, se sumaba la onda corta, esa opción que permitía emitir señales radiofónicas y llegar a lugares a los que físicamente ningún ejército podía penetrar. En vez de llegar con sus soldados, invadían con idioma. Las armas de la comunicación no sólo hoy cuentan con una eficacia voraz. Los servicios de exterior de las potencias fueron los vehículos más efectivos para convencer y luego vencer e invadir regiones en todos los continentes. Discursos históricos y manifestaciones conmovedoras llegaban a través de muebles con grandes parlantes, esos que por estas tierras fueron bautizados “combinados”.
Ocaso y resurrección de la palabra
Como suele ocurrir ante la aparición de algo novedoso, cuando la televisión se expandió, muchos se apresuraron en vaticinar la lenta pero inexorable muerte de la radio. A pesar de que la televisión se convirtió en el medio más potente y de haber desplazado a la radio del centro de la escena, el sonido se las ingenió para no ser sustituido completamente, se acomodó en un segundo plano y continuó con su labor de conectar a la distancia a la comunidad con sus dirigentes y a las noticias con los espectadores. Fue cambiando sus modales, adaptando sus sistemas de transmisión, mejorando sus cualidades, inmiscuyéndose en los vehículos y transitando por caminos inexplorados: internet, satélite e inclusive, se fue colando a través de las pantallas de tv, aunque prescindiera de aspecto visual, porque nunca perdió su propósito inicial: otorgarle valor a la palabra
Escuchá bien
La proliferación incontable de medios digitales conspira con la posibilidad de prestar atención a algún fenómeno de manera reflexiva. Sobre abundan mensajes. Cada persona tiene más amigos digitales que días vividos, sin embargo, sin huir de la convergencia comunicativa y corriendo a través de las señales convencionales de amplitud y frecuencia moduladas, y haciéndose escuchar a través de los medios actuales que proporciona internet, la Radio está más presente que en la década de 1940 y sigue hablando con un lenguaje comprensible y cercano. La imaginaria conversación le permite hoy, a más de un siglo de aquella hazaña nacional, implicarse en lo cotidiano, ser parte esencial de la rutina y despertar la imaginación particular de cada oyente.
Escuchar, contar, cantar, decir, opinar, debatir, protestar, criticar ,oír, mantenerse acompañado. Atributos que le dan sentido a la Radio, el último refugio del diálogo humano. En un aniversario redondo, con sus longevos 105 años, la Radio sigue dando qué hablar.