La pobreza cayó 9 puntos y es del 36,3%, según el Observatorio de la Deuda Social
El informe describió que la pobreza mantiene un piso de alrededor del 25% en los últimos veinte años y que la indigencia se ubica cerca del 5%.
Según la UCA, la pobreza cayó 9 puntos.
Rodrigo D'Angelo / MDZEl Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA) lanzó un informe que explica que la pobreza llegó a 36,3% en el cierre del tercer trimestre de 2025. La indigencia, por su parte, alcanzó 6,8%.
El reporte comparó los datos con los valores del mismo período de 2024 y registró una baja de 9,3 puntos. Contrarrestó asimismo el tercer trimestre de 2023, antes de que asumiera Javier Milei, y la disminución fue de 8,4 puntos.
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“Corrigiendo el cálculo por la mejora en la captación de ingresos, la caída real de la pobreza monetaria bajo la gestión actual sería de solo" 2.1 p.p., y la pobreza corregida en 2025 se situaría en torno al 35% (usando valores corregidos por captación del 2T 2025). Aproximadamente tres cuartas partes de la caída en las cifras oficiales de pobreza desde 2023 podrían deberse a este efecto estadístico”, señaló.
Pobreza: datos estructurales e históricos
El informe describió que la pobreza mantiene un piso de alrededor del 25% en los últimos veinte años y que la indigencia se ubica cerca del 5%. También señaló que el régimen político-económico posterior a la convertibilidad (2002-2023) nunca logró quebrar un nivel de pobreza crónica que se mantiene entre 25% y 30%.
Otro dato es que el tercio inferior de la estructura social reúne hogares que están atrapados en la pobreza debido a la informalidad, empleos precarios o de subsistencia y una dependencia estructural de transferencias estatales.
Pobreza según presencia de niños/as (2025):
- Población en hogares con niños en situación de pobreza: 48.8%.
- Población en hogares sin niños en situación de pobreza: 10.8%.
Cronicidad de la Pobreza (2024-2025):
- La población crónicamente pobre (que siempre estuvo en situación de pobreza por ingresos entre 2024 y 2025) representa el 27.6% del total.
- La cronicidad es significativamente mayor en los estratos más bajos: en el nivel Muy Bajo, el 60.9% de la población permaneció crónicamente pobre entre 2024 y 2025.
Indicadores Relacionados (Privaciones Económicas y Sociales)
El Observatorio incorporó indicadores complementarios para medir privaciones directas. Uno de ellos es el estrés económico, el cual mide la percepción subjetiva de que los ingresos del hogar no son suficientes para cubrir los gastos básicos.
En este caso, el 46.8% de la población está afectada por el estrés económico, un valor superior al piso histórico cercano al 35%. Casi 7 de cada 10 hogares de nivel socioeconómico bajo padece estrés económico y la cronicidad de este indicador se mantiene alta, cercana al 28.3% del total de la población en 2024-2025.
Por otro lado, la inseguridad alimentaria refleja la reducción involuntaria de porciones de alimentos y/o experiencias de hambre por motivos económicos. En 2025, el 18,7% de los hogares atravesó restricciones en la cantidad de alimentos o experiencias de hambre por falta de recursos. La inseguridad alimentaria severa afectó al 7,8%. En el nivel socioeconómico muy bajo, el indicador total alcanzó 40,2%.
Con respecto a las transferencias estatales, la indigencia sería de 12,8% sin asistencia y la pobreza de 41,8%. Con transferencias, las tasas bajan a 6,8% y 36,3%, respectivamente. El documento destacó que estos programas reducen privaciones, aunque no modifican condiciones estructurales.
Por último, se midieron niveles de malestar psicológico asociados a las tensiones económicas. En 2025, el 37,7% de las personas del nivel socioeconómico muy bajo presentó síntomas. En el grupo con estrés económico, cuatro de cada diez registraron malestar.
Conclusiones del Observatorio
Aunque los datos más recientes de 2025 muestran una reducción de las tasas de pobreza e indigencia por ingresos respecto a los picos de la crisis de 2024, alcanzando niveles similares a 2022/2023, la pobreza crónica estructural persiste, especialmente en los estratos socioeconómicos más bajos.
“Estas mejoras relativas se deben, en parte, a la estabilización inflacionaria y al refuerzo de transferencias sociales, pero no implican un cambio estructural en las condiciones de vida ni en la alta desigualdad”, concluyó el Observatorio.



