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La particular localidad chilena en la que Paolo Rocca desarrolla el futuro de Techint

Tocopilla, un puerto lleno de particularidades y tradiciones, es la nueva capital hídrica de la minería. Allí avanza un gran proyecto de Techint y Paolo Rocca.

Este proyecto abre las puertas a un desarrollo de capacidades futuras que incluso podrían traer agua de mar hacia la Argentina.

Este proyecto abre las puertas a un desarrollo de capacidades futuras que incluso podrían traer agua de mar hacia la Argentina.

Hoy, el sector industrial argentino fija su mirada en un punto específico de la costa chilena: Tocopilla. La razón es clara. Desde allí, Paolo Rocca y Techint avanzan con una obra clave para el futuro de la compañía: una desaladora que suministrará agua a todos los proyectos mineros de Codelco en la Región de Antofagasta, Chile, a cientos de kilómetros de distancia.

Este proyecto abre las puertas a un desarrollo de capacidades futuras que incluso podrían traer agua de mar hacia la Argentina, asegurando el futuro del corredor minero binacional.

Tocopilla se asienta en la costa, un lugar que para muchos es solo un punto de paso entre la denominada Capital Minera del Mundo, Antofagasta, y la zona franca de Iquique. Pero por experiencia sé que Tocopilla es mucho más que eso. Dejé la zona hace dieciséis años y, sin embargo, la imagen de ese tramo de ruta permanece.

El viaje desde Antofagasta hacia el norte era por la carretera costera, peligrosa y llena de curvas cerradas que, a menudo, eran noticia. Uno recuerda los vehículos que no tomaban bien una curva, cayendo sin remedio hacia los roqueríos. En ese camino de roca y mar, también se encuentra una serie de caletas de pescadores, una de las cuales, la caleta Cobija, sirvió de escenario para la saga de James Bond, en la película Quantum of Solace.

Esa geografía extrema define a Tocopilla. El pueblo se instaló, como muchos en el norte chileno, en la angosta faja de tierra que se forma entre el mar y las montañas. Por ello, no resulta extraño que desde la avenida costera, las calles suban empinadas hacia las casas, o que las construcciones tengan distintos niveles, una adaptación forzosa al complicado terreno.

La vocación del puerto es, naturalmente, la pesca. Tocopilla es conocida por sus sánguches de pescado y por ser una zona donde la preciada albacora o pez espada aparece de vez en cuando. La carne de este pez es valorada. Cuando el pez espada se deja ver, su presencia dura poco, porque todos buscan probarlo.

Béisbol, talento y la quema purificadora

La identidad de Tocopilla es una suma de herencias y desafíos. La alta presencia de trabajadores, tanto británicos como estadounidenses, durante el apogeo industrial y energético, dejó una huella que se traduce en numerosos apellidos en inglés que persisten en la zona.

Esta influencia también se manifiesta en el deporte. Mientras Chile es un país que intenta jugar bien al fútbol, en Tocopilla el béisbol compite en popularidad. El deporte es una herencia directa de los empleados estadounidenses de las generadoras de energía que llegaron a principios del siglo XX. Por eso, la ciudad mantiene vivo un diamante de béisbol que, junto al fútbol que se juega en una cancha de pasto sintético, congrega a cientos de personas.

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A pesar de la tradición del bate, el puerto dio al fútbol talentos de proyección. Allí nació Alexis Sánchez. La leyenda popular dice que el primer pase de Sánchez, quien supo ser figura de River Plate, consistió en zapatos y una cantidad de cabrillas, pescado de consumo habitual en la localidad. Antes, el puerto fue cuna de Ascanio Cortés Torres, un pionero que defendió la camiseta de River Plate en Argentina en 1939, registrando once partidos. Cortés, bautizado como el “Príncipe de Tocopilla”, dio el gran salto de su carrera a River, pero su aventura fue breve. La estadía duró solo un año y meses. Él mismo reveló a la prensa que la humedad de Buenos Aires no le permitió vivir a gusto ni jugar en toda su capacidad. El clima adverso, no su nivel de juego, forzó su regreso. Figura en la historia como un propulsor de la acrobacia conocida como la "chilena".

La cultura local también tiene sus rituales de fuego y purificación. Tocopilla tiene la tradición de la "quema de monos" para recibir el Año Nuevo. La práctica comenzó con simples muñecos, pero se transformó en una competencia donde los vecinos construyen figuras de muchos metros de altura. Se dejan en las calles por semanas para ser apreciadas, convirtiéndose en un espectáculo de color antes de irse como cenizas.

Monos de fin de año en Tocopilla

Junto a los "monos", existieron los salnatrones. Esta costumbre, hoy un recuerdo nostálgico que confrontó problemas medioambientales, consistía en concentrar salitre y combustible sobre peñones costeros que, al encenderse y entrar en contacto con las olas, provocaban explosiones. La tradición, que perdura en la memoria, nació en 1912 no como fiesta, sino como una medida sanitaria durante la lucha contra la espantosa Fiebre Amarilla. El fuego y el salitre funcionaron como mitigación. Derrotada la epidemia, la población adoptó el rito, asimilándolo a la tradición pampina de "quemar lo negativo".

Genio y psicomagia

La creatividad que nace en Tocopilla es tan radical como su geografía. El escritor y cineasta Alejandro Jodorowsky, una figura que también vio la luz en este puerto. Su trabajo, por el que es reconocido en el mundo, se concentra en la psicomagia, un sistema que busca desbloquear traumas mediante actos simbólicos o metafóricos. Jodorowsky sostiene que el inconsciente responde al lenguaje artístico y al simbolismo, no al de la razón.

Alejandro Jodorowsky. Foto: EFE
Alejandro Jodorowsky. Foto: EFE
Alejandro Jodorowsky. Foto: EFE

En la década de 1970, el cineasta chileno se embarcó en la adaptación cinematográfica de la novela Dune de Frank Herbert. Este proyecto, que nunca se concretó por falta de financiación, es considerado una de las mayores obras inacabadas en la historia del cine de ciencia ficción. Se argumenta con frecuencia que el guion gráfico, que contenía más de 3.000 ilustraciones, circuló entre los estudios y fue catálogo de ideas visuales del cual se beneficiaron sin crédito otros cineastas, como George Lucas.

La vocación energética

La relevancia industrial de Tocopilla nace de su rol energético. En 1915, la The Chile Exploration Company instaló en el puerto la primera gran termoeléctrica para alimentar a Chuquicamata, la mina de cobre más gran del mundo. La ciudad se transformó en el sistema nervioso central del suministro eléctrico del Norte Grande.

Hoy, la ciudad vive la descarbonización. El cierre de las centrales térmicas se compensa con la instalación de sistemas de almacenamiento de energía y la Planta Solar Tamaya (120 MW), que reemplaza el carbón.

La gran obra de Rocca

En este marco de reconversión, el proyecto de desalación de Techint y Codelco se convierte en el eslabón clave del futuro. La obra, financiada por 14 bancos internacionales, es totalmente integrada (obra marina, desalación, bombeo y acueducto), un modelo que no registra precedentes en Chile.

El objetivo es proveer agua industrial a Radomiro Tomic, Chuquicamata y Ministro Hales, asegurando que el agua del Pacífico represente el 66% del consumo minero para el año 2034.

El trabajo presenta desafíos técnicos extremos, que hacen eco de la dificultad geográfica de la ciudad. La planta utiliza cuatro trenes de ósmosis inversa con capacidad para procesar 840 litros de agua por segundo. El gran obstáculo ingenieril se concentra en el acueducto de 48 pulgadas de acero, que debe ascender el farellón de 1.000 metros de altura en solo 3.000 metros de extensión, con pendientes que alcanzan los 39 grados. La complejidad en el terreno obliga al uso de un cablecarril para el traslado de la carga pesada. El puerto que saca albacoras del mar, ahora sacará su agua para el cobre.

El proyecto de Tocopilla establece un precedente regional de gran alcance. El análisis de la propia Techint indica que los futuros proyectos de cobre en el norte argentino, dada la escasez hídrica, probablemente recurran al agua industrial del mar chileno. Extender esta infraestructura se proyecta más viable que traer agua desde el distante Paraná. La ciudad que quema monos, juega béisbol y forjó a Jodorowsky, se consagra como el centro estratégico que define la seguridad hídrica y el corredor minero binacional.