La innovación hará obsoleto al cigarrillo
Path to Smoke-Free estima que con la prohibición del vapeo, Argentina bajaría a menos de 5% de fumadores recién en 2117; con regulación sueca en 2059.
En una palabra, entender que la innovación no es el enemigo de la salud pública.
Archivo.Con una prevalencia de fumadores del 23%, el país avanza hacia un futuro libre de humo con la velocidad de un glaciar en retroceso. Según la plataforma Path to Smoke-Free, si Argentina mantiene su estrategia actual—prohibición total del vapeo y productos de tabaco calentado, limbo regulatorio para bolsas de nicotina—alcanzará el umbral de sociedad “libre de humo” (menos de 5% de fumadores) recién en 2117. Sí, leyó bien: dentro de 92 años.
Pero existe una alternativa. Si el país adoptara el enfoque pragmático de Suecia—que combina controles tradicionales con regulación inteligente de productos innovadores de nicotina—podría lograrlo en 2059. La diferencia: 58 años. O, dicho de otro modo, tres generaciones de argentinos que no tienen por qué morir esperando que la ideología ceda ante la evidencia.
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Cuando restringir perpetúa el problema
Argentina figura en el puesto #90 del ranking global Path to Smoke-Free, compartiendo el fondo de la tabla con regímenes que prohíben prácticamente todo lo que no sea el cigarrillo convencional. La lógica subyacente parece impecable: si todos los productos de nicotina son peligrosos, prohibamos las alternativas y así protegemos la salud pública. El problema es que esta lógica falla en dos frentes fundamentales:
- Primero, ignora la evidencia científica abrumadora de que no todos los productos de nicotina son igualmente nocivos. La combustión—quemar tabaco e inhalar humo—es lo que mata. Las alternativas sin humo (vapeo, bolsas de nicotina, tabaco calentado) reducen el daño en más del 95% según consensos científicos internacionales. Equipararlos regulatoriamente con el cigarrillo es como prohibir los cinturones de seguridad porque los autos pueden causar accidentes.
- Segundo, la prohibición no elimina la demanda: simplemente la traslada a mercados informales donde no existen estándares de calidad, controles de edad, ni capacidad estatal para fiscalizar. Mientras tanto, el cigarrillo—el verdadero enemigo—permanece legal, accesible y sin competencia regulada. El resultado: Argentina renuncia a herramientas que podrían acelerar la reducción del tabaquismo y, simultáneamente, pierde instrumentos fiscales y regulatorios.
El trío europeo que debemos mirar
Tres países europeos demuestran que existe un camino más efectivo. Suecia se encamina a ser la primera nación de la Unión Europea “libre de humo”, con dividendos sanitarios medibles: 36% menos mortalidad por cáncer de pulmón que el promedio europeo. ¿Su secreto? Diferenciación regulatoria y fiscal por riesgo, permitiendo que alternativas orales (snus, bolsas de nicotina), tabaco calentado y vapeo compitan abiertamente con el cigarrillo. La República Checa logró la caída más pronunciada del continente entre 2020 y 2023: del 30% al 23% en solo tres años. ¿Cómo? Coordinación interministerial con objetivos explícitos, regulación anticipada de bolsas de nicotina (sin prohibiciones arbitrarias) y arquitectura fiscal que hace económicamente atractivo cambiar del cigarrillo a alternativas menos riesgosas.
Grecia revirtió quince años de estancamiento en torno al 42% mediante un giro pragmático: legalizó y reguló bolsas de nicotina, diferenció advertencias sanitarias según riesgo relativo, y—punto crucial—autorizó que fabricantes y autoridades sanitarias comuniquen que determinados productos de nicotina son menos riesgosos que fumar cigarrillos, siempre bajo revisión científica. Entre 2020 y 2023, el tabaquismo cayó seis puntos porcentuales. El factor común de estos éxitos no es misterioso: las “3As” que Path to Smoke-Free identifica como críticas. Accesibilidad (canales de venta regulados e información relevante), Aceptabilidad (variedad de sabores y niveles de nicotina para sostener la sustitución) y Asequibilidad (impuestos diferenciados que crean una “escalera” económica desde la combustión hacia alternativas más seguras). Argentina, al prohibir, renuncia a las tres.
La innovación no compite con la Salud Pública
No estamos en una batalla entre innovación y salud pública. Estamos en una batalla entre combustión mortal y alternativas más seguras. Los productos innovadores de nicotina no “promueven” el tabaquismo. Lo vuelven obsoleto. El problema nunca fue la nicotina en sí misma (sustancia que genera dependencia pero de baja toxicidad, similar a la cafeína en términos de riesgo sanitario). El problema fue—y sigue siendo—el acto de quemar tabaco e inhalar miles de compuestos tóxicos. Esa distinción no es semántica: es la diferencia entre seguir matando a 45.000 argentinos al año o reducir dramáticamente esa cifra en una década.
Las grandes transformaciones en salud pública—vacunas, terapias antirretrovirales—siempre involucraron innovación tecnológica disruptiva. ¿Por qué el tabaquismo debería ser diferente? El desafío reside en canalizar la innovación mediante regulación inteligente que maximice beneficios y minimice riesgos.
Qué debe hacer Argentina
El cambio de enfoque no requiere inventar nada. Requiere aprender de lo que funciona. Tres pilares podrían transformar la política argentina:
- Claridad regulatoria. Legalizar y regular productos innovadores de nicotina con estándares de calidad, límites de nicotina basados en ciencia (no en pánicos moralistas), y controles de acceso que protejan efectivamente a menores—algo imposible en mercados negros.
- Fiscalidad proporcional al riesgo. Diseñar una arquitectura impositiva donde el cigarrillo pague las tasas más altas, y las alternativas sin humo tributen menos, creando incentivos económicos poderosos para la sustitución. Los fumadores de menores ingresos—que concentran mayor carga de enfermedad—son quienes más se beneficiarían.
- Información relevante. Permitir comunicación regulada sobre riesgos comparados, ya que la desinformación paraliza a quienes buscan alternativas. Grecia rompió el tabú regulatorio: desde 2020 autoriza comunicación científicamente respaldada sobre la diferencia de riesgo entre combustión y alternativas sin humo. Esta apertura informativa aceleró la caída del tabaquismo.
En una palabra, entender que la innovación no es el enemigo de la salud pública
Es su mejor aliada para volver obsoleto el cigarrillo. Ha llegado el momento de que Argentina lo entienda—antes de que pasen otros 92 años.
* Federico N. Fernández. CEO de Somos Innovación y presidente de Fundación Internacional Bases.



