"Hay un sobrefolklore de la carne vacuna que jugó en contra de los productores" arremete el titular de Ingacot
Durante décadas, la carne vacuna se ligó a la identidad nacional y esto fue un problema afirma Agustín Tocagni, de la productora de carne de cerdo y agrícola.
El futuro de la carne en Argentina es múltiple, no exclusivo de la carne vacuna afirma Tocagni.
Agustín Tocagni es el presidente de Ingacot Agroindustrial y habló sin vueltas, en El Campo Podcast, sobre la realidad del consumo de carne. “En Alemania, Holanda y gran parte del mundo, la carne vacuna es para clases altas; el 60% de la población come cerdo y pollo. En Argentina, el sobrefolklore de la carne vacuna terminó siendo un problema”, lanzó.
En Argentinos que construyen, el ciclo de MDZ de historias de empresarios, industriales y líderes de todas las áreas, te contamos todo lo convesado. Tocagni explica que durante décadas la carne de vaca estuvo tan ligada a la identidad nacional y a la inflación que se convirtió en un corset para el propio sector. “Argentina llegó a consumir 80 kilos de carne vacuna por habitante al año. Cada movimiento en su precio era una amenaza directa a la mesa de los argentinos. Eso cerró exportaciones, restringió cortes y dejó a productores de vaca, cerdo y pollo atados a medidas políticas”, dispara.
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"El futuro de la carne en Argentina es múltiple"
Según el empresario, la historia cultural de la carne vacuna como “símbolo patrio” terminó frenando el desarrollo de otras carnes. Hoy, el consumo de cerdo en la Argentina ronda los 22 kilos por habitante, muy lejos de países desarrollados. “La carne de cerdo ya no es lo que era hace 30 años: mejoró su genética, tiene cortes magros y cuesta la mitad que la vacuna. En un asado argentino no puede faltar el matambrito o la panceta ahumada. Además, la milanesa de cerdo se está instalando fuerte, porque vale la mitad de lo que cuesta una de vaca”, asegura.
La comparación con el exterior es contundente. “En países desarrollados, el cerdo es la base de la dieta popular. Acá seguimos cargando con el peso de la tradición. Eso es un error: tenemos que diversificar y entender que el futuro de la carne en Argentina es múltiple, no exclusivo de la vaca”, sostiene Tocagni convencido.
El dirigente va más allá y vincula la cuestión cultural con la política económica: “El folklore de la carne vacuna se convirtió en un factor inflacionario. Mientras en Brasil o Estados Unidos transforman maíz y soja en proteína animal, generando empleo e industria, en Argentina seguimos exportando granos y perdiendo oportunidades. Es una picardía que los países vecinos nos compren soja para darle valor agregado ellos y no nosotros”.
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Tocagni, que encabeza una de las principales productoras porcinas del país desde Bolívar, deja claro que el desafío es cultural y estructural a la vez: “El argentino ama la carne vacuna, y está bien, es la mejor del mundo. Pero si no rompemos el mito de que todo tiene que girar alrededor del asado de tira, no vamos a poder crecer como sector ni generar el trabajo que el país necesita”.
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