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Estrada, el Día del Profesor y la "rivalidad" con el padre del aula

Hoy se celebra el Día del Profesor. Quién fue Manuel Estrada, un hombre que discutió fuerte con el "padre del aula", Domingo Faustino Sarmiento.

Manuel Estrada.

Manuel Estrada.

“Discutíamos por cosas tan insignificante, como, por ejemplo: pensar distinto”. Lo dijo Jorge Luis Borges. Podría perfectamente adecuarse a coyunturas pasadas para rescatar lo que las siempre presente simplificaciones de una parte de nuestra historiografía se encargó de presentar erróneamente con títulos rimbombantes falsos como: “¡Estrada estaba peleado a muerte con Sarmiento!”.

Sarmiento y Estrada no estuvieron peleados. Si discutieron fuerte (muy fuerte, si se quiere) por un tema trascendente: la educación. Consideremos que, a los políticos de esa época, lo que sí les parecía rutinario era poder pensar distinto, pero discrepar y debatir fue un elemento común entre ellos. Fue moneda corriente. El debate era parte necesaria de la agenda. Lo importante fue que se discutió con pasión y con contenidos sobre educación.

Sí; es real, que tanto Estrada como Sarmiento encarnaron ideas antagónicas. Pero es indudable que ambos, habitaron un tiempo en el que más allá de los posicionamientos ideológicos, el Estado y los particulares asumieron con responsabilidad el desafío de transformar la realidad argentina a partir de la educación.

El análisis del tema educativo generó agudas polémicas entre una generación realmente liberal y los sectores católicos. La controversia educativa en Argentina fue muy áspera. Los católicos decían defender la libertad de conciencia contra los abusos del Estado y los liberales proclamaban la defensa de los derechos individuales contra las facultades del gobierno eclesiástico.

Los que inspiran

Nadie podrá negar que ambos (Sarmiento y Estrada) se “deslomaron” por la educación, y hoy siguen siendo fuentes inspiradoras cada vez que el vigente debate social y educativo se hace presente.

A lo dicho agregaremos; así como ambos pujaron con ideas opuestas sobre un tema muy sensible (claramente político) en torno a qué modelo educativo se debía articular en el país, los esfuerzos conjuntos y poco mezquinos de ambos intelectuales, lograron acuerdos superadores que llevaron a la educación argentina a ser de prestigio internacional por muchas décadas. Testigos y protagonistas de un tiempo en el que la educación se convirtió en eje central de la política del Estado argentino. Así, el debate se dirimió donde se debía debatir: en el parlamento y en los congresos de especialistas. He ahí, la primera lección. Eran debates apasionados y virulentos, pero no un debate “entre sordos”.

Sarmiento con Estrada

José Manuel Estrada era treinta y un años más joven que Sarmiento. Había nacido el 13 de julio de 1842 en un hogar acomodado de Buenos Aires y de alta prosapia. Era bisnieto de un virrey: Santiago de Liniers. Por ese año de su nacimiento, Sarmiento ya se había enfrentado a Quiroga. Había padecido circunstancias al borde de la muerte. Se había exiliado, publicado libros, diarios y emprendía un viaje por el mundo en pos de conocer los nuevos sistemas educativos. Con historias de vidas distintas, aunque el derrotero de ambos, con el tiempo, los encontrará discutiendo sobre lo mismo por andariveles contrarios.

Estrada 1

Las diferencias entre ambos se expondrán claramente en 1882, cuando José Manuel Estrada junto a Pedro Goyena y otros católicos, se oponga férreamente a los sectores liberales dentro del Congreso Pedagógico Nacional, donde se estaba discutiendo lo que luego sería la Ley1420.

Por la intervención de estos sectores católicos, se despojó a la norma de su carácter laico y se terminó materializando la primera versión de la Ley Nacional de Educación que establecía una enseñanza obligatoria, gratuita, universal y mixta. Si bien la laicidad no se mencionó en ninguna parte de la normativa, luego Sarmiento logrará establecerla en la práctica para todo el sistema escolar, norma que continúa actualmente vigente en todas las escuelas públicas argentinas.

Por aquellos tiempos de ese Primer Congreso Pedagógico Argentino (1882), convocado en tiempos de la presidencia de Roca, con Eduardo Wilde como Ministro de Educación, Sarmiento ocupaba el cargo de Superintendente General de Escuelas del Consejo Nacional de Educación (hacía ya ocho años había dejado de ser presidente, aunque la idea de ese primer congreso pedagógico había nacido bajo su gestión presidencial).

El Congreso Pedagógico representó un paso adelante. Ponía al país a la vanguardia en temas educativos y el hecho de haber proclamado desde la alta tribuna del Congreso la universalidad de la educación, fue algo fundamental. Todavía faltaba mucho, pero la política había dado un paso sustancial. El rumbo estaba claro, y tanto Sarmiento como Estrada habían sido dos protagonistas sobresalientes.

La diversidad convergente

Se podrá afirmar en relación a aquellos debates, y a aquellas figuras, que la educación argentina dio unidad a la diversidad y albergó en su seno a personas de diferentes ideologías que tras su acalorada prédica demostraron que en el fondo no distaban mucho en cuanto a las necesidades y urgencias que la sociedad requería. El enemigo era el analfabetismo. La herramienta el maestro y la escuela. En el fondo, esas convergencias aglutinantes marcaron la histórica identidad de la educación argentina.

Fue así que, a pesar de sus diferencias ideológicas en torno a lo educativo, Sarmiento lo había nombrado a Estrada como Secretario de Relaciones Exteriores durante su presidencia en 1869 y le encargó la enseñanza de la asignatura “Instrucción Cívica” en el prestigioso Colegio Nacional de Buenos Aires, en el cual, luego con el beneplácito de Sarmiento, el Profesor Estrada llegará a rector (1876). La publicación de sus clases de Instrucción Cívica serían la bibliografía que estudiarían varias generaciones de argentinos, materia que se brindó en nuestros colegios hasta el golpe de estado de 1976 (reemplazada en la gestión militar por la asignatura “Estudio de la Realidad Social Argentina” - ERSA) y restablecida con el lógico aggiornamiento pedagógico, didáctico y conceptual en 1983 con el advenimiento democrático.

Pero habrá más; en 1873 Estrada fue elegido diputado provincial y participó en la sanción de la ley de educación provincial y presentó un proyecto de ley sobre escuelas. En 1874 fue nombrado jefe de la Dirección General de Escuelas Normales por recomendación de Sarmiento al presidente Avellaneda y al año siguiente, a solicitud del propio Nicolás Avellaneda, tomó la cátedra de Derecho Constitucional y Administrativo en la Universidad de Buenos Aires.

Además, hizo otros aportes al sistema educativo: favoreció el funcionamiento universitario con la facultad de otorgar grados académicos y administrar sus bienes. Propuso un sistema electivo proporcional e impulsó la idea del voto secreto para elegir sus autoridades, pero no logró su aprobación.

En los finales de su vida pública, fue uno de los oradores en el Frontón Buenos Aires, donde se formó la Unión Cívica de la Juventud, génesis de la Unión Cívica Radical. Una postrera designación de Luis Sáenz Peña como ministro plenipotenciario lo condujo a Paraguay, lugar en que falleció en la tarde del 17 de septiembre de 1894. Su cuerpo fue repatriado y velado en la Catedral Metropolitana con honores de un general de división. En su homenaje, el día 17 de setiembre se conmemora el Día del Profesor.

El legado de Estrada y Sarmineto

“Actualmente sonríe una esperanza a los pueblos argentinos que impone una severa responsabilidad al hombre que la suscita. Va a asumir las funciones del Ejecutivo Nacional un ciudadano que ha consagrado largos años y hermosas tareas a fomentar la educación popular, cuyo sistema y organización acaba de tener oportunidad de estudiar más a fondo aún y en sus últimos adelantos, en la sociedad que mejor entiende y con mayor entusiasmo cultiva la preparación de las generaciones nuevas para la libertad. Tenemos razones al abrigar esperanzas en su gobierno y él tiene el deber de satisfacerlas. ¡Dios lo ilumine!”. Fueron palabras de Estrada cuando Sarmiento estaba asumiendo la presidencia en 1868.

Ambos murieron en Asunción del Paraguay. El respeto y afecto personal duró hasta sus últimos días. Según el doctor Gerardo Ancarlola, del Instituto Sarmiento, esto se debería a la entrañable amistad que habían mantenido José Manuel Estrada con Dominguito Sarmiento, el joven y prometedor hijo de Sarmiento que murió trágicamente en la Guerra del Paraguay. Quizás el compartido amor por la enseñanza, la inteligencia y la temprana vocación por la cosa pública que tenía Estrada, pero sobre todo la juventud, le recordaban a Sarmiento a su amado Dominguito. Ahí habrá que buscar los motivos de porque hasta el final de sus vidas, los dos próceres cultivaron desavenencias, fundamentales coincidencias, arduos debates, pero un enorme respeto. Eran tiempos donde la discusión educativa era prioritaria.