Presenta:

Esteban Tries en Malvinas, historia de un rescate bajo fuego

En una nueva entrevista MDZ nos visita Esteban Tries, Veterano de Malvinas, a 43 años del conflicto del Atlántico Sur

Esteban Tries, veterano de la Guerra de Malvinas, es reconocido por su valentía y compromiso durante el conflicto de 1982. Tras su regreso, dedicó su vida a preservar la memoria histórica y acompañar a sus camaradas, participando activamente en actos conmemorativos, charlas y en la defensa de los derechos de los veteranos argentinos.

La Guerra de Malvinas, librada en Abril de 1982 entre Argentina y el Reino Unido, tuvo como eje la disputa por las islas del Atlántico Sur. Durante 74 días, se desarrollaron intensos combates terrestres, navales y aéreos. El conflicto dejó profundas huellas políticas, sociales y emocionales en la historia argentina.

Mirá la entrevista completa a Esteban Tries

Esteban Tries

-Estamos en una nueva entrevista para MDZ y tenemos el honor, el placer y la alegría de recibir a Esteban Tries. Bienvenido, Esteban fue conscripto, Clase 1961. Veterano de guerra de Malvinas. Él sirvió en la compañía A del Regimiento 3 de Infantería. El tres de Oro.

-Tres de Oro. Estaba en La Tablada en esa época. (Actualmente se encuentra en Pigüé, Provincia de Buenos Aires)

-Tal cual. Ustedes estaban como desparramados por todo Sapper Hill, al sur de Puerto Argentino.

-Exacto

-Y después de una larga espera, el 12 de junio movilizan a tu compañía, la A, hacia Tumbledown, y luego viene otra orden para que el 13 vayan a hacer un contraataque a Wireless Ridge. ¿Nos podrías contar como fueron esos días? ¿Qué pasó esa noche?

-Ante todo gracias por todo esto. Poder contar los valores que se vivieron. Voy a ir al día 10 de abril, cuando estábamos saliendo del cuartel, éramos 150 soldados que estábamos listos sabiendo que íbamos a ir a Malvinas. Se acerca un sargento y nos dice: “Soldados, presten atención, les doy dos segundos para que desaparezca de acá aquel que no quiera ir a Malvinas”. Empezamos a derribar mitos de que los obligaron a los pobres chicos y no fue así. De los 150 soldados, dos se fueron corriendo y se quedaron en el cuartel haciendo guardia y barriendo. Y 148 nos fuimos a Malvinas porque el espíritu de cuerpo que se había formado en el servicio militar era tan grande, que sabíamos que ibamos a estar juntos, ¿A dónde? no sabemos ni nos importa, pero ibamos a estar juntos. No pensábamos que iba a haber guerra. Así llegamos el 11 de abril del 82 a las islas. En todo ese mes de abril, fue ir acomodándonos en distintas posiciones, y empezamos a encontrar el primer adversario que íbamos a tener, el primer enemigo, que era el clima. Dormir dentro de las posiciones, en los pozos de zorro era tremendo, porque el agua brotaba del piso, agua congelada. La comida no llegaba, pero no por negligencia, sino por inoperancia de la logística. Nadie fue a ver que en la turba no pueden andar los camiones, y no le podés dar de comer a 10.000 soldados que están desparramados. Y empezamos a notar lo importante que era dentro del pozo tu compañero. Y empezamos a interactuar porque estábamos los dos solos. Mi compañero se llamaba José Luis Cerezuela, tenía 18 años, un mes de instrucción. Era cartonero…

-Porque vos venías de hacer tu conscripción en el 81.

-Exactamente.

-Pero él era un soldado nuevo.

-Él hacía un mes que había ingresado, ni siquiera sabía cómo usar el arma. Entonces empezamos a entrenar juntos con un líder, un sargento Manuel Villegas, era el líder de los 14 soldados que estábamos ahí en ese lugar, como vos bien dijiste, al sur del monte Sapper Hill. Esa fue una adaptación donde el 1ro de mayo, cuando empieza la guerra, todo lo que veníamos preparados y ya sabíamos, cayó en un saco roto porque empiezan las preguntas que no tienen respuestas y empieza a aflorar tu sentimiento, empiezan a aflorar tus decisiones y tus emociones. Ahí fue donde uno empieza a sentir lo que es el trabajo en equipo. Empezás a sentir que vos no sos importante, que tu compañero es importante. Empezás a sentir que la mirada y el abrazo de tu sargento te daba esa confianza. Y también a él, claro. Empezabas a notar que si no iba a haber comida, ese pedazo de pan lo íbamos a repartir entre dos o entre tres. Empezamos a rezar. Los católicos, los evangélicos, los judíos, los ateos y los mormones, todos, todos a tener fe. Y ese mes de mayo, donde lo único que podía hacer era rezar para que las bombas no cayeran dentro del pozo.

-Porque estaban siendo blanco de bombardeo naval todos los días

-Exactamente, y aéreo, pasaban los aviones arrojando sus bombas. Entonces no tenías posibilidad de contraatacar con nada. Y llegamos a ese desplazamiento del día 12 de junio. Fueron 45 días donde al principio habíamos salido con los camiones muy de madrugada, todavía no estaba ni amaneciendo. Nos sacan de las posiciones. Nos suben a los camiones que nos iban a trasladar esos ocho kilómetros, pero empezaron a patinar por el hielo que había. Algunos volcaron arriba de las cercas de las casas, y entonces la orden fue ir caminando. Caminar es un decir, hacer culo patín, reírte, llorábamos de la risa, no te podías contener. Era un desplazamiento cómico y estábamos yendo a primera línea. Entonces ahí uno empieza a decir, pero, era tanta la inocencia de nuestros 18, 19 años que te daba esa fortaleza para decir vamos. Y te van a pasar cosas y pasan.

Alturas_Pto_Argentino_mapa (1)
Detalle de las alturas cercanas a Puerto Argentino en donde se libraron las principales batallas terrertres.

Detalle de las alturas cercanas a Puerto Argentino en donde se libraron las principales batallas terrertres.

-Cuando llegamos a donde termina el asfalto y empiezan los montes, ya se veía el monte Tumbledown a la izquierda, el monte Dos Hermanas adelante, el monte Longdon a mi derecha y el monte Wireless Ridge más cercano a Puerto Argentino. Veíamos soldados que se venían del frente, y venían hechos bolsa, diezmados, bajoneados. ¿Ustedes van para allá?. Están locos. Ese es el infierno, no vayan. Y empezamos a mirarnos. A nosotros nos agarra nuestro líder, el teniente, primero Víctor Hugo Rodríguez y nos empieza a dar órdenes: “La compañía A desplazarse 50 metros a la derecha y cantar la Marcha de San Lorenzo”. Y empezamos a entonar la Marcha de San Lorenzo, que nos dio otra vez la fortaleza de enfocarnos y alinearnos hacia donde íbamos. Claro, armamos ese día posiciones en la base del monte Tumbledown. El BIM 5, el batallón de Infantería de Marina 5 estaba más elevado. Nuestra sección Apoyo con Morteros estaba un poquito más alta y nosotros un poco más bajo. El combate de Longdon ya se había desarrollado el día 11 y ese día 12 era un día de una tranquilidad tensa. Vos veías que había cosas que se movían y estaban a mil y pico de metros y dijimos bueno, Puerto Argentino está acá, nosotros estamos acá, los ingleses están ahí, vamos a entrar en combate. Y ahí el sargento Villegas nos dice armen una posición con piedras, ya no cavar, sino con piedras bien pesadas, porque nos van a combatir, vamos a entrar en combate, los ingleses van a venir por ahí, tenemos que estar preparados. Ese día nos ardían los brazos de las piedras, y estuvieron toda la tarde del 13 de junio con artillería terrestre.

"En la guerra no es matar o morir, es sacar de combate"

"En la guerra no es matar o morir, es sacar de combate"

-Ya había artillería de campaña, ya estaban cerca.

-Si, y ya estaban haciendo el ablande del suelo. Hasta ahí todo era una aventura, todo. Estábamos con todas las pilas, a eso de las 15h, veo a Julio César Segura salir de una posición. Está corriendo hacia otra, está por llegar a su posición y cayó una bomba y lo veo volar. Y veo que los compañeros empiezan a armar una frazada en medio del bombardeo de la artillería, aunque tendrían que haber estado dentro del pozo hasta que termine el bombardeo. Armaron la presa y lo cargaron a Julito, y Julio muere a los 500 metros. Y ahí mi vida cambió, ese fue el primer contacto directo con la muerte. Éramos imbatibles, éramos Rambo, éramos lo mejor y nos estaban volteando. Y ahí empezás. Mi concepto fue quiero que esto termine, que firmen la paz o que nos agarremos. Pero basta, ya la ansiedad, la desesperación, era muy fuerte todo. El día 13 de junio a la noche me toca hacer guardia. Alrededor de las 23h mientras los demás intentaban descansar, dormir (ya hacía días que no se dormía), me avisan que los jefes de grupo se tenían que reunir con el capitán Zunino. Le aviso al sargento que dice “No, pero a esta hora parece mentira”. Bueno, la compañía se tenía que desplazar para apoyar al Regimiento 7 de La Plata que ya hacía más de 20 horas que venía combatiendo. Ya había entregado su gran cuota de sangre y había que ir a apoyarlos. No habíamos hecho reconocimiento de terreno, era de noche y así, casco colocado, fusil en mano, munición en todos los bolsillos y hasta en las medias (habíamos hecho tipo bandoleras, con medias de fútbol). Empezamos a bajar de Tumbledown, todo muy oscuro, muy oscuro. Íbamos corriendo lo más rápido posible y muy en silencio. Los ingleses tiraban una bengala en paracaídas, y mientras caía despacio iluminaba el terreno, así que nosotros nos tirábamos cuerpo a tierra para que no nos vean. Cuando terminaba de caer y se apagaba, a correr otra vez, lo más rápido posible. Otra bengala, otra vez todo iluminado, cuerpo a tierra, y así varias veces. Llegamos a un arroyo. Le pego el grito a mi sargento y le digo: “Mi sargento, hay un puente de piedra a diez metros” y él dice “Tries, si cruzamos por el puente de piedra tiran una bomba. Nos matan a todos”. Tenemos que cruzar por dónde venimos, nos metemos y cruzamos con el agua hasta el pecho, congelada. Salimos chorreando agua con frío, con miedo. Hay que combatir. Cansados, con hambre, flacos. No dábamos más. Yo puse en el piso el casco, el fusil. Dije hasta acá llegue, No doy más. Veo a mis 90 compañeros estábamos iguales, no había más fuerza. ¡Y aparece el teniente primero Víctor Hugo Rodríguez, que nos grita “¡¡A lo gaucho carrera mar, viva la patria!!”

Tries - Sto Manuel Villegas - Fernando Santurio
El soldado Esteban Tries, el Sargento Manuel Villegas y el soldado Fernando Santurio.

El soldado Esteban Tries, el Sargento Manuel Villegas y el soldado Fernando Santurio.

Y yo veo que entre medio de las bombas y del humo el tipo está subiendo solo, y en un segundo veo que los 90 soldados corríamos detrás de nuestro jefe de grupo. El sargento, el cabo Salort, el subteniente Aristegui nos marcaba en el camino y cuando el ejemplo está adelante, el ejemplo contagia. Y mientras el sargento subía nos iba gritando “Acuérdense lo que hablamos. Nos vamos a encontrar con un monstruo. Si bajamos la cabeza, el gigante nos va a llenar la cabeza de balas. Si subimos tirando, el gigante va a tener que bajar la cabeza”. Y termina diciendo “Dios ya decidió quién se queda y quién vuelve”. Ale, cuando llegamos arriba era un infierno, literalmente un infierno. Sombras que corrían de un lado para el otro. No sabes si disparar, no disparar. Griterío que había heridos, que había muertos. Bombas que explotaban arriba tuyo, trazantes de todos los colores. No tenés idea de lo que hay que hacer. Y en eso, el sargento nos grita “Prepárense que vamos a saltar”. Y cuando saltamos hacemos diez pasos para adelante, nos cae una lluvia de balas de no más de 30 metros a la redonda. Nos tiramos de cara al piso, metimos la cara contra la tierra, las balas pasaban por arriba nuestro. Cuando afloja un poquito escucho “Tries, yo estoy herido”. Me corro a mi izquierda y el soldado Ruso tenía un tiro en el brazo. Le hago un torniquete, le digo “Quédate aca. Después te sacamos”, me arrastro mi posición. Luego veo al sargento que está tirado hacia adelante le pego el grito. Le digo “Mi sargento, Ruso está herido”, me dice: “Yo también”. Le digo: “¿Qué Tiene?”, “Un tiro en la panza” me dice… Uhhh. Me dice que tire al lugar de donde salen las trazantes. Miro y veo de donde salían, cuando apunto le digo “Mi Sargento Usted está en el medio, ¡¡córrase!!”. El me dice “¡¡Tire igual!!” Busco ángulo y le digo “No puedo tirar, ¡¡Usted está en el medio!!”. Me dice “¡¡Tírele igual que yo estoy muerto!!”. “No mi Sargento, si Usted no se corre, yo no tiro”. Me dice “Deje que le tiro yo” y lo veo que estira el brazo para agarrar el fusil. Cuando lo está agarrando le pegan un tiro en la mano. Ya lo tenía en la mira el inglés. Y en la guerra no es matar o morir, es sacar de combate. Lo entendí después. El sargento se da vuelta. “Mi Sargento lo vamos a buscar”, “Quédense y no se levanten y esperen órdenes”. Cuando levanto la cabeza, cientos de bolitas de fósforo prendido fuego estaban cayendo arriba nuestro y digo, acá nos estamos quemando vivos. A mi lado estaba el soldado José Luis Cerezuela, mi compañero de pozo que lo conocí en Malvinas. Cartonero, analfabeto, abrió el corazón de par en par, un fierro total el pendejo. Le dije “Lupin, ¿Vamos a buscar a Villegas?”, “¡¡Vamos Tries!!” me dice. Y cuando estamos ahí con el fusil, le digo “Dejá el fusil acá”, “¡¡Pero nos van a hacer pelota!!”, “Vos dejá el fusil acá”. Apoyamos el fusil, levantamos los brazos, caminamos los siete, ocho, diez pasos, lo agarramos al sargento, lo arrastramos hasta debajo de la piedra. Le salía sangre a borbotones. No había curitas, no había gasas, no había camillero, no había médico. Y el hospital estaba a ocho kilómetros. Me pide agua (nunca tomamos agua potable en Malvinas), le pongo nieve en la boca y me dice “Tries, contale a mi mamá, a mi mujer, a mis hermanas. Cómo yo me quedé en el campo de batalla, una bomba, una esquirla, un francotirador. Y a mi hija Silvana”. Y Silvanita era su hijita de tres años, que él siempre decía que él quería volver al continente y abrazarla y llenarla de besos. Y cuando veía que ese sueño no lo iba a poder cumplir, se puso a llorar, empezó a rezar un padrenuestro, lo rezó completo. Y en eso me dice “Tries, yo no me pongo ni en héroe ni en estúpido, pero esto es una bolsa de fuego que tengo arriba de la panza. Ya no aguanto más este dolor. Estamos a ocho kilómetros Hospital, pegame un tiro y hacete cargo del grupo”, “Pero mi Sargento, tenemos que comer un asado”, “¿¿De qué asado me hablás??”. Yo me hago cargo del grupo, le digo a Cerezuela “Lupin, andá a buscar a los diez soldados que están combatiendo allá arriba. Uno por uno hacelos bajar. Perdimos la altura. Hay que bajar. El sargento nos pedía que no lo tocásemos, que se quería morir tranquilo debajo de esa piedra, y con otro soldado lo cargamos y empezamos a los gritos a que nuestros amigos no nos disparen. Y lo llevamos al Sargento herido, caminamos los ocho kilómetros con el sargento a upa para llegar hasta el hospital. Un hospital que estaba lleno de catres de heridos, y la maravilla de nuestros médicos que en una operación de cuatro horas en medio de la guerra le salvaron la vida al sargento Villegas y a cientos de soldados más.

-¡Ocho kilómetros hicieron!

-Ocho. Y esa es una de las historias de amor. Yo digo Malvinas es amor genuino. Los pilotos navales, los pilotos de la Fuerza Aérea, gendarmes, prefectos, todos realmente abrieron el corazón por el otro. Entonces vos decís Malvinas es lo que uno siente y por eso es la transmisión de sentimientos que hicimos. Todos lo hacemos por amor, y que ustedes hoy estén difundiendo Malvinas desde esta mirada que nos enaltece como argentinos, como Veteranos de Guerra y como argentinos. Cierro con esta experiencia que hubo. El resto de los compañeros bajaron, estaban todos a salvo. El capitán nos dijo “Muy bien, los que estamos a salvo en columna de a dos y marchar a Puerto Argentino”, y aparece otro sargento, el Tula Domínguez Correntino y sí, mi capitán, hay muchos soldados que no bajaron del campo de batalla. “Domínguez, eso está en manos del enemigo. Que sea lo que Dios quiera”, “¡¡Pero mi capitán!!”, “Domínguez, vaya, y si algún voluntario quiere ir…” y este sargento le pregunta a mis hermanos de la guerra “¿Hay algún voluntario que quiera volver a ese infierno lleno de muerte, destrucción? 30 fueron. Fueron voluntarios a buscar a los 27 heridos y a los 4 muertos que tuvimos en ese enfrentamiento. El héroe de la patria Andrés Folch, el héroe de la patria José Antonio Reyes Lobos, el héroe de la patria Julio Segura, y el héroe de la Patria Soldado Maestro Julio Rubén Cao. Se los cargaron al hombro y se fueron a Puerto Argentino. Esta es la historia de 90 soldados La noche del 13 al 14 de junio. (El Regimiento 3 tuvo en total 5 caídos. El 1ero de ellos fue Jorge Oscar Soria que no es nombrado en estas líneas por haber caído en otro momento de la guerra).

-Bien. Bueno, ¿Cómo seguimos después de esto? Pero vamos a seguir porque hay algo que tal vez sea tan importante como lo que nos acabas de contar. Y gracias por contarlo de esa manera, nos hiciste vivir un pedacito de esa guerra.

-Hay algo que pasó después. Dios ya había decidido quién se quedaba y quién volvía, y a vos te tocaba volver. Hubo muchos que volvieron y tuvieron muchas dificultades a lo largo de los años. Vos mismo tardaste 20 años en hablar. Pero cuando hablaste, vaya si hablaste, y hace ya muchos años que venís transmitiendo un montón de valores, muchas experiencias, y me parece que es muy importante, casi tan importante como la guerra, todo ese recorrido que venís haciendo, y todo lo que estás haciendo por difundir los valores de Malvinas, que estuvieron presentes en cada palabra de tu relato.

-Entonces creo que estaría bueno que todo el mundo se entere, ¿Nos contás?

-Es apasionante lo que estamos viviendo ahora. Fueron 20 años donde no había una sociedad, no había una familia, no había un Estado presente porque no se sabía cómo tratar, porque no somos un país beligerante, somos pacíficos. ¿Y qué hago con estos pibes?. Algunos están locos, otros se hacen los locos, otros murieron, otros quedaron, otros se creen víctimas. Entonces fue toda una desmalvinización que se aprovechó para decir “Vamos a destruirlos”, metemos Malvinas dentro del carro atmosférico de la dictadura y tiramos todo por la borda. Entonces uno mismo tardó muchos años en regenerar esa resiliencia y empezar a decir “Sí yo no soy un héroe de la patria que murió por la patria, ¿Que soy?” ¿Una víctima? Yo no me siento una víctima. Cuando empecé a leer los libros ingleses que contaban sobre “nuestros enemigos” y estos tipos están hablando de que somos leones, que estábamos aferrados a las piedras, y que no los dejábamos avanzar, ¡¡Yo me sentía esto!! y cuando volví acá me dijeron que eras el idiota, que te mandó un borracho a morir por nada. ¡¡No!! Y ahí empezamos, se armaron los centros de veteranos en cada punto del país, que es maravilloso, que fue una primera conjunción, y empezamos nosotros a entender que tu historia es magnífica, que la del otro, que la de los pilotos, “¡Ah, no soy yo solo! Eramos todos los que hicimos esto”. No conseguías trabajo, porque si ponías en el currículum que eras técnico electrónico con dos idiomas y decían no, locos de la guerra no queremos, así que lo borré y conseguí trabajo al día siguiente. Entonces tuve que reinventarme yo. ¿Cómo me meto en una sociedad en la que nadie tiene ni idea que hacer? A los 20 años me dice una persona “Si vos te quejas tanto de que lo que están hablando en los medios de comunicación y todo esto, y vos no hablas de lo que vos viviste”, Claro, lloré dos horas seguidas, y empecé a ir a las escuelas, pero no a las de clase media alta, a las que los chicos van por un plato de comida y yo entraba y pensaba este pibe ¿Que me va a preguntar de Malvinas?, si lo único que viene es a comer?. Y me preguntaban desde el corazón, y me daban cada sopapo. Y digo, tengo que empezar a aprender Malvinas, y aprender cómo llevar Malvinas para que ese chico que viene por su plato de comida entienda que la vida, que esa es su batalla. Entonces bueno, empezamos a contar la historia personal y después empezamos a salir en un programa con Fantino y un par de cosas, así que toma estado público, me empezaron a llamar del interior. Norte de Santa Fe, Florencia, casi el límite con Chaco me llama una docente y me dice “Esteban, ¿Vos vendrías hasta acá?”, yo “Si, vamos a cualquier lado” Bueno, porque acá hay muchos chicos que se están suicidando, y empecé a darme cuenta que la realidad de nuestros jóvenes pasa por un lugar muy distinto. Tienen sus propias guerras y empezamos a trabajar.

Hace 11 años que fuimos declarados de interés provincial para que vayamos a Santa Fe a sembrar semillas, para que esos chicos que llegan golpeados en patas, sin comer, violados, tengan esos valores que supimos tener a los 18 años sin que nadie nos lo contara. Pero cuando abrimos el corazón… que lo pueden tener para que su vida sea un poco más fácil. Y hace diez años que armamos, dijimos basta, no se cuenta más la historia personal. Vamos a empezar a usar nuestra historia personal para tirárselas. Si decimos tanto, que nos llenamos la boca que Malvinas nos une. Unámonos desde Malvinas. Que nos usen bien, que sean los cimientos para reconstruir nuestra nación. ¿Bueno, con qué? No había diferencia ideológica, no había diferencia de clase social, no había diferencia de creencia religiosa. No hay diferencia de provincia de la que vinieses. Éramos humanos, limpios, transparentes, como cuando venimos al mundo. Entonces noté que si empezamos nosotros a contar Malvinas desde nuestra vivencia, solamente como una perlita dentro del hermoso collar de la historia argentina. Bueno, esos chicos que hoy están viviendo situaciones límites y hoy justamente estábamos en un stand en la Rural y vino una persona, y me dice “Mirá, en los barrios privados también pasa esto, no solamente en los barrios carenciados”.

Tries_Educacion_y_Valores
Esteban Tries en plena charla de “Malvinas, educación y valores”, la iniciativa de él y 9 Veteranos más que busca recuperar valores para la sociedad.

Esteban Tries en plena charla de “Malvinas, educación y valores”, la iniciativa de él y 9 Veteranos más que busca recuperar valores para la sociedad.

-Y es verdad, no tienen el abrazo, no tienen el compromiso de la familia. ¿Cómo te fue hoy en el cole, mi amor? No, metete en el celu y no me jorobes. Entonces son esas cosas que decís empecemos a vivir, empecemos a sentir, empecemos a mirarnos, a escucharnos. Antes de ser los opinólogos, decir que siento yo cuando me dicen esto. Somos 10 dentro de la asociación, y hay 100 que quieren entrar y a los 100 les digo vengan, pero tenés que sacarte la armadura de Veterano de Guerra, eh!! Tu experiencia personal. Este tipo tuvo cáncer, a este tipo lo fajan, este tipo se divorció y quedó en la calle… Cada uno tiene su propia batalla. Entonces, bueno, hoy sembremos, usemos Malvinas para sembrar esos valores, para que la batalla de cada uno sea. Si yo aprendo a respirar, aprendo a creer, a tener mi propia fe, a sonreír, a vivir, entonces la vida es más fácil para todos. Y eso es “Malvinas, educación y valores”, y no vamos a cambiar eso. Mira que nos han querido usar de un gobierno, del otro, de cualquier color. ¿Hemos estado en la ESMA con otro gobierno, con los barrios de pie, y donde yo fui con la chaquetilla al pabellón Abuelas y me decían “¿Qué venís con esto?” y yo les decía “Cállate, después hablamos”, y cuando terminé la charla terminamos todos llorados y abrazados, saquemos el fanatismo. // Basta de fanatismo, aceptemos al otro como es, lo escuchamos. Puedo opinar, compartir o no, pero crezcamos juntos. Eso es nuestro sueño hecho realidad, porque está pasando.

-Hablaste de una carpa, de un stand, ¿En dónde están ahora?

-Por 4.º año consecutivo, Nicolás Pino, como presidente de la Sociedad Rural Argentina, nos invitó a ser parte de sembrar esa semilla. Esta semilla nosotros la llamamos semilla de patria, porque son semillas que le damos a cada una de las personas que pasa por el stand (muestra una cinta celeste y blanca con la inscripción “Malvinas, educación y valores” que se usa como pulsera). Ale, te puedo garantizar que hay gente, que donde yo se la estoy poniendo por ahí al hijo, con el papá ahí, y le estoy diciendo, “Mirá, esto te lo pongo, si quieres te la sacas cuando quieras, te puedes bañar sin sacártela, pero es porque cuando a veces tengas frío, te duele la pancita, tengas miedo porque pasan cositas en la vida que a veces no nos gusta… vos la miras, respiras hondo y eso va a empezar a relajar y vas a andar mejor. Y en eso veo que el papá se pone a llorar, viste? Entonces pasan cosas que vos decís, justo le vino bien porque él está padeciendo una enfermedad, o yo me estoy separando, o suelto y decís esta realidad existe, vamos a acompañarnos. Hoy somos todos transversales, los políticos, los empresarios, los estancieros que están ahí adentro, los chicos que vienen, los docentes, los medios. ¡Es fácil!. Así que eso es lo que estamos haciendo en la Exposición de la Sociedad Rural Argentina, amamos estar ahí. Justo ayer Nicolás Pino vino un rato al stand y preguntó si estábamos cómodos, y yo digo que esta es nuestra casa, nos tratan asi, pasan las vacas, la gente de campo, ya somos parte de todo esto.

-Y para ir cerrando, yo sé que a vos te gusta hablar mas de futuro que de pasado, y creo que ese es un gran aporte que hacés. Y sí, hay futuro, vos estás construyendo futuro con toda la gente de Educación y Valores, y va a ocurrir un evento importante en octubre en Mendoza.

-Hay presente, el futuro es incierto, hay presente bien tangible, real, que se ve, que está comprobado. Bien lo dijiste, nosotros ocho años estamos trabajando transversalmente con la Universidad de Mendoza y ocho de sus facultades, donde una docente nos escuchó y dijo esto lo necesito para todos mis docentes, y para todos mis alumnos de las universidades, entonces le digo tomalo, te lo regalamos. Y a los veteranos de Guerra de Mendoza la Universidad les regaló un curso de formación en oratoria y expresión corporal, porque el veterano se paraba y decía “¿Y ahora que hago, y de que hablo?”. Y ahora se mueven, y entonces dijeron queremos llamarnos Malvinas, Educación y Valores y yo no, ustedes son independientes, ustedes pónganle nombre, y se llaman “Del corazón a la palabra”, y eso es lo que están generando.

Flyer congreso Mendoza
Pieza de comunicación del 1er Congreso Nacional Educación y Malvinas.

Pieza de comunicación del 1er Congreso Nacional Educación y Malvinas.

-La Dirección General de Educación de Mendoza, a través de la presentación, con el módulo, con los módulos, con el contenido, con los horarios, con la carga horaria, con todo, hicieron un curso de formación docente para los cuatro niveles educativos, con puntaje máximo y gratuito, en el mes de febrero y marzo, de 48 horas cátedra, y se anotaron 753 docentes, de los que 500 se recibieron la semana pasada en todo el país, aprobado por la Dirección General de Educación, con la cual nos abrieron las puertas para decir ¿Dónde más? ¡El país! Todas las Direcciones Generales de Educación necesitarían copiarlo, ya está todo armado, solamente tienen que cambiar algunos docentes, está listo, y hacerlo. Con esto logramos que el 17 y 18 de octubre, en el Aula Magna de la Universidad de Mendoza, se va a desarrollar el primer Congreso Nacional de “Cómo enseñar Malvinas”, en el cual Malvinas, Educación y Valores obviamente estamos constituidos dentro del programa, y es una invitación para quien quiera: docentes, educadores, medios, porque es de todos, y todos somos docentes en cada actividad que vamos desarrollando día a día.

Entonces esto va a ser magnífico. Esperemos que el ministro de Educación lo copie (ya le está llegando la documentación a sus manos), y también para incorporar y cerrar, porque digo esto es otro sueño hecho realidad: El año pasado el ministro Luis Petri nos vio en la Sociedad Rural, escuchó cuando estuvimos en el acto de apertura como abanderados y escoltas, qué era “Malvinas, Educación y Valores”. Cuando la locutora lo dijo con esa voz clara y tan fuerte para decir esto somos. Vino a la carpa a buscarnos. Me dijo “Esteban, esta es la tarjeta y el teléfono del Director General de Educación del Ministerio de Defensa. Con él tuvimos contacto, y hoy estamos trabajando dentro de la currícula educativa de Defensa. Ya hemos estado en el Colegio Militar, en la Escuela Sargento Cabral, en varios Liceos Navales y militares, y los cadetes y los oficiales en formación respiran porque dicen Malvinas es amor, no hay ni víctimas ni pobrecitos. Malvinas es lo que me da la proyección para ser un oficial de carrera digno, o para ser un cadete de un liceo que me está enseñando valores genuinos. Y en eso estamos, y por eso estamos y celebramos la vida día a día. Y también, por último, digo no hacemos absolutamente nada, nada que no amemos hacer. Perfecto. Y ahí es donde digo estamos celebrando la vida.

-Esa fórmula tiene que andar bien.

-Sin duda.

"Malvinas: del corazón a la palabra"

"Malvinas: del corazón a la palabra"

-Bueno Esteban, la verdad ha sido un lujo. Te agradezco mucho, siempre es un placer hablar con vos y queda la puerta abierta porque esto seguramente va a tener una parte dos, porque nos va a interesar mucho seguirle contando a todo el mundo que lo quiera conocer, todo esto que estás haciendo. Así que gracias.

-Gracias a ustedes. Somos un equipo, los necesitamos. Ustedes multiplican este mano a mano que hicimos, así que gracias a ustedes.