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El color, entre la ciencia y el deseo: de Goethe a Freud y Jung

Más que luz, el color es experiencia emocional y símbolo: revela recuerdos, deseos y modos de vernos y vincularnos con los demás.

Cada señal de color ejerce su efecto y cada color afecta de manera diferente a cómo pensamos.

Cada señal de color ejerce su efecto y cada color afecta de manera diferente a cómo pensamos.

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Toda cultura se ha hecho preguntas acerca del color. Desde los primeros seres humanos hasta los actuales, desde Goethe hasta los más científicos evolucionados en su pensamiento, el color fascina, desconcierta, asombra, deleita. Sin embargo, el color no es más que luz y lo que vemos resultan ser ondas de luz que llegan hasta nosotros desde el Sol.

Vemos en colores gracias a una combinación de biología, evolución y procesamiento cerebral.

En la parte posterior del ojo hay células llamadas conos, que responden a distintas longitudes de onda de luz. Existen tres tipos: conos sensibles al rojo, al verde, al azul Cuando la luz entra en el ojo y golpea estos conos, cada tipo responde en mayor o menor medidas. El cerebro mezcla estas señales y produce la sensación de color. Así, lo que llamamos color es una interpretación cerebral.

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Vemos en colores gracias a una combinación de biología, evolución y procesamiento cerebral.

Vemos en colores gracias a una combinación de biología, evolución y procesamiento cerebral.

Goethe en 1840, publicó su tratado sobre el color de 1400 páginas

Mientras que Newton entendía el color como un fenómeno físico, Goethe lo consideraba una experiencia emocional que todos percibimos de manera distinta. Se propuso descubrir las leyes de la armonía cromática y explicar de qué manera determinados colores suscitan sensaciones concretas. A partir de la doctrina del color de Goethe entramos en el mundo de la psicología del color moderno

Pero el color no es solo percepción, sino también significación. Para el Psicoanálisis no hay percepción “pura” puesto que toda percepción se encuentra atravesada por la historia del sujeto, el deseo, la afectividad, la cultura que nombra y clasifica los colores.

El pensador más destacado del campo de la psicología del color fue Carl Gustav Jung quien dividió los cuatro temperamentos en personalidades tipo en relación con el color y las utilizó para explicar las motivaciones internas del comportamiento humano.

  • Azul frío: sin prejuicios, objetivo, distante, analítico.
  • Verde: tranquilo, sosegado, calmado, relajante.
  • Amarillo: alegre, animado, estimulante, entusiasta.
  • Rojo: pasión, positivo, resuelto, audaz, asertivo.

Freud afirma que la percepción está ligada a la economía de las pulsiones, es decir a los matices de las tensiones que cada día nos gobiernan a cada uno: existen colores que reactivan escenas infantiles y por eso hay personas que tienen reacciones intensas a un color. No es la luz en este caso, sino el afecto condensado.

Lacan sitúa la imagen y el color en el registro de lo imaginario (aclaro rápidamente que no es lo imaginario). Podemos entenderlo como el punto de vista que nos gobierna. De este modo, el color organiza la imagen del cuerpo, sostiene la ilusión de unidad, produce espejismos (y por qué no ilusiones). Los colores resultan una trampa del deseo, algo que nos atrae y nos atrapa. Ese “punto de brillo” condensa algo que falta. Por eso las marcas, la moda o la publicidad usan paletas muy estudiadas porque buscan “tocar” estos puntos en los sujetos.

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Lacan sitúa la imagen y el color en el registro de lo imaginario.

Lacan sitúa la imagen y el color en el registro de lo imaginario.

El color marca un límite

No vemos “el mundo tal cual es” sino aquello que el aparato psíquico está dispuesto a simbolizar. Lo no simbolizado aparece como exceso (colores demasiado intensos); vacío (colores apagados o grises); imposibilidad de ver colores, por ejemplo, en depresiones severas.

Para un niño pequeño puede llegar a decir, “ese es un globo enojado” y al preguntarle el por qué, puede responder “porque está rojo”. Para una mujer que se le imponen las ideas de modo constante, puede evitar usar ropa amarilla puesto que dice “es demasiado llamativa”. Para ella, ese color aparece como exhibición y le provoca vulnerabilidad en la mira del otro. Para un paciente esquizofrénico dice que el verde del pasto, es demasiado intenso y que incluso “le habla”. En este caso el color no se encuentra simbolizado y allí el sujeto no lo utiliza para representar algo, sino que es representado por él. Además, el color se vuelve mensaje intrusivo. Un indicador que el límite entre adentro y afuera está perturbado.

El color nos proporciona una experiencia emocional

Cada señal de color ejerce su efecto y cada color afecta de manera diferente a cómo pensamos, cómo nos sentimos, cómo nos comportamos.

¡Colorín colorado, esta columna semanal (por esta semana), ha terminado!