DGE: cómo se actúa ante la presencia de arma en la escuela
La DGE tiene en su portal una guía práctica para equipos docentes y directivos con acciones inmediatas y comunicación a familias ante la presencia de un arma.

Ante este hecho en La Paz, la DGE tiene disponible una guía de procedimientos sobre el manejo de este tipo estas situaciones.
Una joven de 14 años fue protagonista este miércoles en la mañana al ingresar con un arma de fuego a la escuela 4-042 Marcelino H. Blanco, de La Paz. La alumna, que cursa segundo año, llegó al colegio con un arma de fuego y disparó tres veces al aire.
La escuela es un espacio de cuidado. Sin embargo, pueden presentarse situaciones que exigen una respuesta ordenada y serena. La presencia de un arma, real o presunta, es una de ellas. Ante este tipo de hechos, la Dirección General de Escuela tiene una guía de procedimientos ante situaciones emergentes en las escuelas. En este caso puntual, la presencia de un arma en el establecimiento.
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Cómo definimos “arma” en la escuela
Para el ámbito educativo, se considera arma a todo elemento capaz de dañar o de generar riesgo. Incluye dispositivos de fuego como pistolas o escopetas. También elementos cortantes o punzantes, por ejemplo, cuchillos o navajas. Se contemplan además objetos de uso cotidiano que, fuera de su función original, pueden emplearse para amedrentar o agredir.
Lo relevante es la posibilidad de causar daño y el modo en que se usa o se exhibe. Ante la duda, se actúa como si fuera un arma y se aplica el mismo protocolo. En la escuela, lo central es la seguridad. Evitar discusiones técnicas en caliente ayuda a mantener el control de la escena.
Se solicita que entregue o deje el arma en un lugar seguro, sin forcejeos ni movimientos bruscos. Si esa entrega no sucede, corresponde dar aviso inmediato al 911 y a la dependencia policial de la zona para que retire el elemento. No corresponde que el estudiante acompañe el procedimiento ni que sea trasladado por la fuerza pública. Mientras se aguarda la llegada de autoridades, se convoca a una figura responsable dentro de la institución y a una persona significativa para el alumno o la alumna.
Es clave bajar el nivel de ansiedad en quienes conocen la situación: equipo docente, preceptores, directivos. La familia debe ser notificada de manera urgente y se solicita su presencia. Todo lo actuado se documenta en el libro de actas. Luego, se eleva el informe por la vía jerárquica correspondiente. En paralelo, se da participación a los equipos técnicos del sistema educativo (por ejemplo, DOAITE o educación especial, según el caso) y, en secundaria, al área de orientación escolar.
Estos equipos evaluarán si es necesaria una derivación al sistema de salud para acompañamiento y cuidado. Más adelante, la institución acordará un plan de abordaje para trabajar lo sucedido con el grupo y con la comunidad.
Si no se sabe quién la posee
Puede ocurrir que haya un arma dentro del edificio y no se identifique a la persona que la porta. En ese caso, la primera medida es informar de inmediato a la dirección o a la autoridad a cargo. También se comunica al 911 para que las fuerzas competentes retiren el objeto de manera segura. Se evita la búsqueda artesanal por parte del personal. No se abren mochilas ni pertenencias sin los procedimientos adecuados y sin la intervención oficial.
Mientras tanto, se procuran condiciones de calma: suspender transitoriamente la circulación por el sector afectado, reordenar espacios, contener a los grupos y mantener canales de comunicación breves y firmes. Como en todos los casos, se deja constancia escrita en actas y se informa a la superioridad según la cadena institucional.
En ocasiones, la persona que amenaza puede ser un adulto externo a la matrícula. Si un mayor ingresa o se presenta con un arma, o con un objeto contundente utilizado para intimidar, la indicación es llamar de inmediato al 911. Se resguarda al personal y al estudiantado. No se intenta desarmar ni negociar sin respaldo especializado. A la llegada de la policía, se informa con claridad lo observado y las medidas tomadas. Luego, se continúa con el registro de lo actuado y la comunicación a la autoridad educativa correspondiente.
La salida de la crisis no termina con el retiro del arma. La escuela necesita procesar lo ocurrido. Por eso, tras la intervención inicial, se convoca a los equipos específicos del sistema educativo para planificar el acompañamiento. Se trabaja con el curso implicado, se informa a las familias con datos verificados y se define un circuito de cuidado para estudiantes y personal. Si los especialistas lo consideran pertinente, se articula con salud para evaluación y seguimiento. Todo se consigna por escrito: quién detectó la situación, qué medidas se adoptaron, qué respuestas se activaron y qué derivaciones se hicieron.