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Crearon un emprendimiento al estilo "laverap" pero para bañar a los perros

Con cabinas de autolavado y secado de perros, el emprendimiento logró gran aceptación vecinal y ahora analiza su expansión a través de franquicias.

Lo que comenzó como una idea innovadora en el barrio de Flores, se convirtió en una propuesta dentro del mundo pet friendly que viene en expansión y no tiene techo. El emprendimiento surgió como respuesta a una necesidad concreta: bañar a los perros sin complicaciones y en un espacio adaptado tanto para las mascotas como para sus dueños. La idea

El origen de la idea se basa en locales similares que ya existen en el exterior. Así lo confirmó Flavia Marcos, dueña de Lavedog junto a su esposo Pablo Galloni, quien recordó cómo nació el concepto en diálogo con MDZ: “Siempre fue complicado bañar a los perros en casa. Al empezar a hablar con vecinos descubrí que la mayoría lo hacía en sus departamentos, salvo los de pelo largo que llevaban a peluquerías. Entonces pensé: estaría buenísimo un lugar donde uno pueda bañarlos sin tener que limpiar toda la casa luego; un lugar para asear a las mascotas al estilo Laverap”.

La observación se potenció en un barrio como Flores, que está repleto de edificios donde la gente vive con sus perros en departamentos y donde hay varias plazas a la redonda. Allí encontró un nicho ideal: “Me decían todo el tiempo ‘sería genial un espacio así’. Eso nos impulsó a abrir hace 10 meses este local”, contó.

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La máquina detrás del emprendimiento

El local funciona con una máquina especial creada por Pablo Galloni, esposo de Flavia, que es ingeniero de profesión. “Él la fabricó con cierta altura pensando en que la gente no se agache y no le duela la espalda. Sirve para perros grandes, medianos o chicos. Nos inspiramos en modelos del exterior, pero los adaptamos a algo más simple y argentino”, explicó.

Con el tiempo, sumaron una estación de secado para resolver otro problema frecuente: que los perros no tomen frío al secarse en invierno.

“En verano muchos se las arreglan bañando a los perros en el patio, pero en invierno el secado se complica. Por eso agregamos esa estación y funcionó muy bien”, detalló.

Cómo funciona Lavedog

El sistema es por turnos electrónicos, que se calculan según el tamaño del perro. “Un chihuahua de pelo corto puede estar listo en siete minutos. Los grandes o de pelo largo tardan entre 20 y 30 minutos, sobre todo por el secado”, contó Flavia.

La máquina dosifica automáticamente el shampoo y cada cabina se desinfecta por completo entre un cliente y otro. “Queremos que sea rápido, práctico y seguro. Todo está pensado para que los perros no se estresen”, agregó.

El local también contempla las particularidades de cada mascota: “Algunos dueños prefieren que no coincidan con otros perros porque no se llevan bien. Les damos ese espacio privado. Pero lo mejor es que el dueño mismo los baña, lo que les da confianza a los animales”.

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De la idea al modelo de negocio

Aunque ni Flavia ni Pablo tienen formación en veterinaria —ella es traductora y él ingeniero—, vieron una oportunidad en este emprendimiento que rápidamente los vecinos de Flores adoptaron.

“Analizamos estadísticas: cada vez hay menos hijos y más mascotas. Hoy los perros duermen en la cama, son un hijo más. La gente invierte en su cuidado, no es como antes que vivían en el patio. Eso nos convenció de que había mercado”, explicó.

La buena recepción los llevó a pensar en algo más grande. “Acabo de terminar una diplomatura en franquicias para poder expandir el negocio. Por ahora tenemos un solo local, pero la idea es crecer bajo ese modelo”, adelantó Flavia.

Hoy, a diez meses de su apertura, el emprendimiento combina practicidad, cercanía y una proyección de crecimiento ambiciosa. “La idea es que Lavedog pueda replicarse en otros lugares”, aseguró.

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