Correr con el corazón puesto en la educación
Daniel Tkachuk, profesor de computación en un primario de adultos en Corrientes convirtió su pasión por correr en una forma de visibilizar la educación.

Como corredor, Daniel afirma que nunca pensó en abandonar una carrera.
Fe y Alegría.“Que la muerte te encuentre vivo”. La frase tatuada en su pantorrilla acompaña a Daniel Tkachuk en cada paso que da. Profesor de computación y corredor apasionado por la educación, Daniel encontró en esas dos vocaciones, enseñar y correr un mismo mensaje: la importancia de no abandonar, aunque duela o cueste, y de soñar siempre con llegar a la meta. “El horizonte es mi meta, voy hacia allá”.
Su historia con el deporte empezó en 2012, cuando en la Universidad de la Cuenca del Plata donde era docente, se organizó una maratón y sus estudiantes lo animaron a anotarse: “Yo ya trotaba por mi cuenta, pero fue la primera vez que me animé a una carrera. Desde ese momento descubrí una pasión. Correr me hace sentir vivo, me hace sentir bien, más allá de los problemas que pueda tener, me olvido de todo y eso me libera”, comparte. Aquel debut de 5 kilómetros, compartido con algunos de sus alumnos, fue el puntapié inicial de una pasión que nunca más dejó.
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Pero con el tiempo, correr se volvió algo más que un desafío personal. En 2021, después de una reunión con sus colegas en Fe y Alegría donde da clases desde 2016, a Daniel se le ocurrió que sus carreras también podían ser una oportunidad para visibilizar la misión de la ONG. Desde entonces, cada vez que participa en una carrera lleva consigo la bandera roja de Fe y Alegría. “No es un accesorio. Es un mensaje. En cada kilómetro corren también mis estudiantes, sus sueños y sus luchas”, afirma.
En las calles de Corrientes, en las montañas de Jujuy, en los paisajes de Misiones o en las Salinas Grandes, esa bandera se desplegó frente a miles de personas. Y muchas veces, después de una carrera, alguien se acercó a preguntarle: “¿Qué es Fe y Alegría?”. Daniel entonces contaba, brevemente, que se trata de un movimiento global de educación popular que abre oportunidades a miles de personas en contextos vulnerables. “Ahí entiendo que no corro solo”, asegura. Y puede llover, puede hacer frío, puede hacer calor…pero si tiene que salir a prepararse para una carrera, sale.
La vida de Daniel no se resume en las pistas
En el barrio Ongay de Corrientes, su aula del Instituto Primario para Adolescentes y Adultos reúne a jóvenes de 16 años con adultos de hasta 60. Allí enseña computación a personas que, en muchos casos, recién se están alfabetizando. “Algunos sienten miedo de apretar una tecla”, explica. Para vencer esa barrera, él convierte el aprendizaje en un juego: programas con dibujos en lugar de palabras, actividades con música o incluso un videojuego de ovejitas que deben superar obstáculos. Así, sin darse cuenta, sus alumnos aprenden a usar el teclado, el mouse y a perderle miedo a la tecnología.
En ese camino, hubo historias que lo marcaron para siempre. Candela Alegre, una joven con parálisis cerebral y discapacidad motriz lo desafío a explorar herramientas desconocidas para él, como el reconocimiento de voz para que ella pudiera estudiar; o Alexis, un alumno que insistía en jugar y escuchar música en clase, y cuya muerte temprana lo dejó con la certeza de que, a veces, la escuela también es el único lugar donde los adultos recuperan derechos negados, como el derecho al juego y a la alegría. “Hay personas mayores que llegan habiendo estado toda su vida encerradas en sus casas. Recuerdo a una a la que desde niña su padre no le permitió ir la escuela, y después quien fue su esposo tampoco la dejaba salir. Es como si hubiera estado presa durante prácticamente toda su vida; no sólo para estudiar sino para socializar, conocer a otra gente, vivir otra experiencia, o algo tan simple como salir a caminar a la costanera, que muchos estudiantes no conocen y está a solo 20 minutos”. Desde 1998 ya son 371 los jóvenes y adultos que pudieron terminar el nivel primario en Fe y Alegría Corrientes. En el predio también funciona un nivel inicial, un primario, un secundario y un Instituto de Formación Profesional, para más de 800 niños/as jóvenes y personas adultas, sin arancel.
Un apasionado por la educación
Como corredor, Daniel afirma que nunca pensó en abandonar una carrera. “Siempre tengo la meta en la cabeza. Cuando corro no es para ganarle al otro; es una competencia conmigo mismo”. Como profe, trata de transmitir lo mismo: no rendirse, animarse a soñar. “A mi estudiantes les digo que en la vida no se queden con sus miedos, que intenten. Aunque caigan y duela; levántense que se puede”.
Hoy, a sus 51 años, se prepara para nuevos desafíos: su gran sueño es completar una maratón internacional, como Berlín, Tokio o Nueva York. Mientras tanto, sigue entrenando y, sobre todo, enseñando que se puede.
cada vez que participa en una carrera lleva consigo la bandera roja de Fe y Alegría
La historia de Daniel forma parte de los “Latidos que inspiran” de la campaña "Poné tu corazón por la educación", que visibiliza a personas que ponen el corazón para que más niñas, niños, jóvenes y adultos en contextos vulnerables tengan oportunidades de aprender y crecer. ¡Colaborá con una donación! Conocé más de la campaña y de Fe y Alegría haciendo click aquí.