Convivencia, ruidos molestos e inseguridad en la bella Lunlunta
El distrito de Lunlunta es uno de los parajes más bellos y emblemáticos de Maipú. Hay viñedos y olivares, además de salones de eventos. Algunos cumplen las normativas y otros no.
El distrito de Lunlunta, Maipú, es uno de los parajes más bellos y emblemáticos de Mendoza. Se asientan en él los primeros viñedos y olivares de la provincia con su intensa actividad productiva. El enoturismo, el oleoturismo, el turismo gastronómico y el turismo rural tienen también lugar privilegiado, con bodegas, almazaras (aceiteras), producciones apícolas, restaurantes, cabalgatas y caminatas. Arboledas centenarias de álamos, sauces y vegetación autóctona, junto al río Mendoza, dan un marco inigualable a este oasis. Como en muchos lugares rurales de la provincia, conviven en Lunlunta la tranquilidad con el ajetreo productivo, la recreación y el turismo.
Desde hace unos años, la característica mansedumbre de la zona se ha visto alterada por el movimiento que generan algunos nuevos sitios de eventos, que se alquilan para festejos de cumpleaños, bodas, fiestas empresariales, entre otras celebraciones. Algunos de esos sitios tienen varios años en la zona y respetan las exigencias en cuanto a ruidos ambientales: los bailes se realizan en salones cerrados, que se ajustan a las normativas municipales y provinciales. Nadie duda de que es por demás positiva la existencia de estos lugares de esparcimiento y celebración, que contribuyen con el empleo local: muchos habitantes de la zona tienen trabajo gracias a estas iniciativas.
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Lo que no aparece como positivo es que algunos de esos lugares no respetan la normativa, por lo cual los vecinos, desde hace unos años, casi no podemos descansar, ni de día ni de noche, por la falta de regulación del límite de decibeles permitido. Esta tarea de control es responsabilidad, en este caso, del Municipio de Maipú. Desde hace años, un grupo de vecinos nos hemos presentado formalmente ante la Municipalidad con notas por Mesa de Entradas señalando esta situación, pero el fenómeno continúa. Esos lugares de fiestas al aire libre sin salones cerrados contribuyen además con la inseguridad: el alto volumen de la música no solamente impide el descanso y perturba la tradicional paz de Lunlunta sino que también encubre sonidos de las alarmas domiciliarias y de las «alarmas naturales» que significan los perros, abundantes en la zona, que con sus ladridos son los primeros en indicar un posible hecho de inseguridad.
A esta situación se suman los padecimientos de habitantes con discapacidad, que tienen hipersensibilidad perceptiva y auditiva.
La respuesta del área de Fiscalización y Control del Municipio sigue siendo que esos lugares de fiestas cumplen con la normativa y que son supervisados. Tampoco el Área de Diversión Nocturna del Ministerio de Seguridad del Gobierno de Mendoza parece poder hacer nada: solamente le incumbe que los sitios cuenten, por ejemplo, con sanitarios adecuados y sistema antincendios, pero si el sonido de una fiesta es ilegal porque excede lo soportable y atenta contra la convivencia y la seguridad, nada pueden hacer. Están tan descontroladas estas situaciones, que a veces el sonido no solo impide descansar sino que ni siquiera podemos escucharnos entre nosotros. Es como estar en la fiesta sin estar en la fiesta.
La siguiente secuencia se repite cada noche los fines de semana y hasta la madrugada, y a veces también entre semana: 1: hay una fiesta y el sonido es excesivo, 2: los vecinos llaman al 911, 3: una patrulla policial va al lugar, 4: el lugar baja el volumen, 5: la patrulla se retira, 6: el lugar vuelve a subir el volumen.
De modo que muchos vecinos de Lunlunta seguimos así: sin poder descansar como cualquier persona merece y cada vez con menos seguridad.
Juan López, DNI 16117893

