Cómo es una jornada de bautismos de Testigos de Jehová en una multitudinaria asamblea
Casi 90 personas se bautizaron en la asamblea de los Testigos de Jehová, ante miles de fieles que colmaron el Aconcagua Arena.
Este sábado se llevó a cabo el acto de los Testigos de Jehová que simboliza una nueva etapa de fe.
Maru Mena / MDZCon motivo de la asamblea anual de los Testigos de Jehová, el Aconcagua Arena de Parque General San Martín, en Ciudad de Mendoza, estuvo lleno durante todo el fin de semana. Desde temprano, cada día, el movimiento fue tranquilo, pero incesante. Las tribunas y el campo se transformaron en un inmenso punto de encuentro. Todo ocurrió en orden, con un nivel de organización sorprendente: limpieza, sonido, accesos y estacionamiento a cargo de cientos de voluntarios.
Mientras los oradores hablaban desde el escenario, se respiraba un clima de atención y respeto. En ese contexto, el día sábado, el segundo día de la asamblea llegó el momento más esperado por muchos, el bautismo.
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El momento del bautismo
Sobre un lateral del centro del estadio, dos piletas esperaban a los candidatos. El agua estaba tibia. Alejandro y Walter, dos de los encargados de la ceremonia, se preparaban para recibir a los casi 90 nuevos bautizados.
“Es un privilegio enorme”, contó Walter. “Nuestra tarea es tranquilizarlos, porque muchos llegan nerviosos. Les hablamos, les preguntamos el nombre, los saludamos, y después, cuando se sumergen, todo se transforma. Es un momento muy lindo”.
Los aplausos acompañaban cada inmersión. Algunos salían del agua entre lágrimas; otros, sonriendo con alivio. Afuera, los familiares esperaban con los brazos abiertos. El estadio entero parecía sostener la misma emoción.
Una mujer que estaba operada de su cadera y que tiene su movilidad reducida debió ser sumergida en una camilla con ayuda de varios de los presentes. Un claro ejemplo de que a pesar de las dificultades, el ritual del bautismo y su trascendencia pueden más que cualquier impedimento físico.
Testimonios de los protagonistas
Entre los nuevos bautizados estaba Omar, de 62 años. “Fue un paso importante porque pasás de ser espectador a ser intérprete”. “Yo nací en la fe, pero me había alejado. Me di cuenta de que estaba remando contra la corriente y tenía que volver al pueblo de Jehová”, contó
Con tono sereno, habló sobre su retorno a la fe: “Todo lo que está en la Biblia se cumple. Es una guía para no equivocarse. En esta fe se enfatiza mucho en la familia, en la crianza correcta, y eso me hizo volver”, detalló Omar.
Entre los bautizados más jóvenes estaba Briana, de 18 años, que vivió el bautismo con lágrimas en los ojos. “Perdí a mi abuelo hace poco, y me hubiera gustado compartirlo con él”, contó a MDZ.
Para ella, este paso marcó el cierre de una etapa y el comienzo de otra. “En la secundaria fue difícil encajar, pero estudiar la Biblia me cambió. Me ayudó a ser mejor persona. Ahora quiero seguir, empezar como precursora y ayudar en proyectos de construcción en otras provincias”, relató con convicción.
Facundo, uno de los bautizados, aseguró que el proceso lo ayudó a “encontrar paz y dejar el rencor”.
Otro de los protagonistas de esta ceremonia fue Facundo, que describió su bautismo como “un renacer”. “Me siento agradecido y en paz. Es una meta por la que me esforcé mucho, acomodando mi vida de acuerdo a los principios bíblicos”, explicó.
“Tuve que dejar atrás la bebida, el rencor, la mentira. Aprendí a orar, a meditar, a perdonar. No fue fácil, pero encontré tranquilidad. Dios me ayudó a soltar muchas cosas”, relató con serenidad su proceso hasta llegar al día del bautismo.
“No se trata de que te convenzan, sino de comprobarlo por vos mismo. Si querés oro, tenés que cavar. Si querés agua limpia, tenés que subir la montaña. Conocer a Dios requiere esfuerzo, pero vale la pena”, reflexionó sobre el camino a al fe.
Fe, comunidad y respeto
Con cada bautismo, el Aconcagua Arena explotó en aplausos. Los recién bautizados se abrazaron con familiares y amigos. Para quienes observaban desde afuera, la escena fue impactante, miles de personas en silencio, reunidas por una misma fe, en una jornada que combinó espiritualidad, organización y una profunda carga emocional.
Más allá de las creencias, lo que se vio fue una comunidad que moviliza multitudes con respeto, trabajo y convicción. Una imagen poco habitual en tiempos donde lo colectivo parece en crisis.

