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Aulas vacías: el impacto de la baja natalidad fuerza el cierre de grados en las escuelas porteñas

La caída de la natalidad en CABA impulsa el cierre de grados y reabre un debate profundo: reorganización necesaria o vaciamiento de la escuela pública.


La caída sostenida de los nacimientos en la Ciudad de Buenos Aires ha comenzado a transformar el mapa educativo. Mientras el Gobierno porteño reestructura cursos por la falta de alumnos, la comunidad educativa denuncia un "vaciamiento" y advierte sobre el futuro de la educación pública.

La Ciudad de Buenos Aires enfrenta una crisis demográfica que ya no solo se lee en las estadísticas de natalidad, sino que se siente en los pasillos de las escuelas. Durante diciembre de 2025, la tensión ha escalado en diversos barrios porteños ante el inicio del cierre de grados y cursos en establecimientos públicos, una medida que el Ministerio de Educación justifica por la baja matrícula, pero que genera un fuerte rechazo en gremios, docentes y familias.

El desplome de la matrícula

Los datos oficiales son contundentes: entre 2014 y 2022, los nacimientos en la Capital Federal se redujeron un 44%. Esta tendencia impactó primero en el nivel inicial, que registró una caída del 35% en los inscriptos respecto a 2019. Sin embargo, la onda expansiva ya llegó a la primaria: este año, la matrícula de ingresantes a primer grado cayó un 25% en comparación con 2020. Se estima que, para el periodo 2023-2028, las escuelas estatales perderán unos 6.000 alumnos, mientras que el sector privado sufrirá una baja similar de 5.700 estudiantes.

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La caída sostenida de los nacimientos en la Ciudad de Buenos Aires ha comenzado a transformar el mapa educativo.

Escuelas en conflicto: Villa Urquiza en el centro del reclamo

El barrio de Villa Urquiza se ha convertido en el epicentro de las protestas. Instituciones históricas como la Escuela N.º 1 "Coronel José de Olavarría" y la Escuela N.º 8 "Jorge Ángel Boero" han sido notificadas del cierre de secciones de primer y segundo grado.

En la Escuela N.º 1, la comunidad se movilizó bajo consignas como "No al cierre de grados". Según denuncian los docentes, la decisión de cerrar un curso de primer grado es "herir de muerte" al semillero de la institución. "Si cerrás primer grado hoy, el año que viene desaparece el segundo", advierten. Por su parte, en la Escuela N.º 8, el cierre afectaría a dos cursos, a pesar de que existían promesas previas de mantener las secciones abiertas para fomentar la inscripción.

La postura oficial vs. el reclamo gremial

Desde el Ministerio de Educación porteño, encabezado por Mercedes Miguel, señalan que estas medidas responden a una "reorganización administrativa" necesaria ante la falta de alumnos. Aunque el mínimo operativo suele ser de 15 alumnos, la Ciudad ha flexibilizado este criterio a 10 para intentar mantener grupos abiertos, pero en muchos casos ni siquiera se alcanza esa cifra.

Sin embargo, desde el gremio Ademys, la lectura es política. Mariana Scayola, referente del sindicato, estima que cerca de 200 grados podrían cerrar en el próximo ciclo lectivo. Los gremios denuncian que existe una "opacidad" en el sistema de inscripción online y aseguran que, mientras algunas escuelas cierran grados, otras a pocas cuadras tienen listas de espera, sugiriendo una mala distribución de las vacantes que favorecería indirectamente al sector privado.

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Desde el Ministerio de Educación porteño, encabezado por Mercedes Miguel, señalan que estas medidas responden a una "reorganización administrativa" necesaria ante la falta de alumnos.

El futuro: ¿fusión o vaciamiento?

La crisis no es exclusiva del ámbito estatal. El sector privado también siente el impacto: instituciones emblemáticas como el Instituto Anunciación de María, en Belgrano R, han anunciado cierres o reestructuraciones profundas debido a caídas de matrícula de hasta el 80% en los niveles iniciales.

La Ciudad plantea alternativas como la creación de "parejas pedagógicas" (dos docentes por aula cuando los grupos son pequeños), la fusión de grados o la reconversión de aulas de jardín en lactarios. No obstante, para los docentes, el cierre de un curso no es solo una cuestión de números; implica la pérdida de puestos de trabajo (docentes que quedan "en disponibilidad") y una reducción en la calidad educativa de los barrios más afectados.

El desafío para 2026 será encontrar un equilibrio entre la realidad demográfica de una ciudad que envejece y el derecho constitucional de garantizar una educación pública fuerte y accesible en todos sus distritos. Por ahora, el conflicto sigue abierto y el ruido de los bombos en las puertas de las escuelas parece ser solo el comienzo de una discusión mucho más profunda sobre el modelo educativo porteño.

* Mg. Juan Manuel Ribeiro, especialista en educación.