¡Alerta! La "encerrona" al micro mendocino es el reflejo de la nueva matriz criminal de Chile
El asalto al ómnibus mendocino expone la mutación del escenario criminal chileno, que pasó del delito común a estructuras jerarquizadas y transnacionales.

El asalto que sufrió un micro que trasladaba turistas mendocinos a un tour de compras en Chile acercó, de golpe y sin anestesia, la realidad cotidiana trasandina a un grupo de visitantes que solo buscaba la oportunidad comercial. El violento episodio, conocido en el vecino país como encerrona, es uno de los delitos habituales que marcan el pulso de la inseguridad y confirman la transformación que experimenta el escenario criminal chileno.
El factor de la inseguridad en el mapa político
La inseguridad dejó de ser un tema periférico para instalarse como la prioridad principal de la ciudadanía. El reflejo de este fenómeno se vio con claridad en el resultado de la primera vuelta presidencial, donde se castigó duramente a la candidata del sector oficialista, Jeanette Jara, demostrando que el votante exige respuestas concretas.
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Desde la izquierda se insistió en que la derecha instrumentalizó la seguridad como herramienta electoral, relativizando la gravedad del tema y acusando a los medios de comunicación de solo instalar una "sensación de inseguridad". Lo cierto es que este hecho ocurrido con el ómnibus mendocino se inscribe como un fiel reflejo de la realidad chilena, la cual se respira apenas se cruza la cordillera.
Las cuentas que cobra el prejuicio político
Dentro de los análisis posibles se apunta directamente a la responsabilidad de las policías y, en paralelo, a lo que muchos señalan como soltarle la mano al presidente Boric. Antes de asumir la primera magistratura, el actual presidente fue un duro crítico de las policías y su funcionamiento, una cuestión que para numerosos analistas terminó de pasarle la cuenta.
Con el prejuicio propio de un gobierno de izquierda, se podría pensar que la ciudadanía votó pensando en una mala gestión económica. No obstante, el punto débil principal de la gestión de izquierda chilena fue, y lo seguirá siendo, claramente la seguridad. Los vaivenes políticos y las críticas históricas a las instituciones de orden se cobraron un alto precio institucional frente al avance delictivo.
El nuevo rostro del crimen: de clanes locales a la amenaza transnacional
Frente a este escenario, la pregunta que cabe es si lo que se vive en Chile es realmente un aumento de la inseguridad tradicional o, en rigor, una escalada del crimen organizado.
Los estudios indican que desde la década de 1960 en el vecino país existió crimen organizado relacionado a las drogas y muy ligado a clanes locales. Sin embargo, lo que se destaca es que el funcionamiento de este crimen se radicalizó. La irrupción de la nueva realidad criminal se caracteriza por un alza brusca de delitos que antes eran muy acotados o inexistentes.
Esto se traduce en una Mayor Violencia y Predación: El brusco aumento de delitos predatorios como los secuestros y las extorsiones es una característica reciente y alarmante asociada a estas nuevas estructuras criminales. Ya no se trata solo de robos, sino de la búsqueda de ingresos mediante la coerción directa.
La confirmación de la instalación de un grupo como el Tren de Aragua no es un dato menor, es el reflejo de la llegada de delincuentes internacionales que imponen nuevas lógicas de violencia y operación. Se observa el paso hacia Estructuras Sofisticadas y Transnacionales, con la presencia de bandas foráneas (como el Tren de Aragua) y una evolución de las organizaciones criminales locales hacia estructuras más complejas y jerarquizadas.
A la consolidación de grupos como el Tren de Aragua se suma el efecto directo de la migración ilegal en el ecosistema delictivo. Las "entraderas" y ataques como el que afectó al ómnibus mendocino suelen estar relacionados con bandas de diez o más integrantes, que en su totalidad o en gran parte, están formadas por delincuentes que ingresaron de manera irregular a Chile. Esta realidad superpone una capa de criminalidad organizada transnacional sobre el delito local ya existente. Mientras el oficialismo político intenta matizar la situación señalando que la cantidad de homicidios quizás no aumentó, sí lo hicieron los delitos violentos vinculados al crimen organizado. Aunque estos hechos no siempre terminan en muertes, su impacto es brutal en la percepción ciudadana, que observa cómo la violencia y la predación se hacen cotidianas, relegando el crimen local a un segundo plano ante un país que perciben como más peligroso.
La realidad es que delitos que antes no eran comunes ahora se hicieron cotidianos. El bus asaltado, más allá de la noticia puntual, es la prueba de un cambio de paradigma en la criminalidad que opera en las rutas y ciudades chilenas.
Los datos oficiales
La segunda versión del informe sobre crimen organizado del Ministerio Público (2025) ofrece una radiografía desoladora y los datos confirman la percepción ciudadana. Las estructuras criminales sofisticaron su repertorio delictual y los delitos de alto impacto ya no son un fenómeno excepcional en el vecino país.
El motor económico de esta amenaza es y sigue siendo el tráfico de drogas actividad que concentra casi la mitad de los ingresos de estos grupos. Sin embargo la transformación más alarmante reside en la explosión de los llamados delitos predatorios. Las cifras hablan con una claridad brutal los secuestros alcanzaron en 2024 un máximo histórico con 868 ingresos consolidándose como un mecanismo de financiamiento y coerción. Las extorsiones siguen la misma ruta mutaron a formas sistemáticas y transnacionales que socavan la seguridad de comerciantes y la confianza institucional.
A la mutación delictual se suma el ingrediente decisivo de la violencia la guerra por el control territorial o por los mercados se libra con armas de fuego. El informe revela que los ingresos por tráfico de armas se dispararon en un 90% entre 2023 y 2024. La mayoría de estas armas procede de circuitos ilegales lo cual muestra una cadena de suministro robusta que logra evadir el control estatal.
Si bien la tasa general de homicidios registró un leve descenso en 2024 la violencia del crimen organizado se concentra y se agudiza en macrozonas clave como el Norte y Biobío. En estas zonas el homicidio funciona como herramienta de control y de eliminación de rivales.
Según el informe, Chile enfrenta una criminalidad diversificada que explota las vulnerabilidades sociales. Desde los jóvenes a quienes reclutan en mercados como el robo violento de vehículos con un 44% de menores detenidos hasta la expansión de sus operaciones desde el interior de las cárceles.
El diagnóstico es claro las organizaciones criminales desafiaron la primacía del Estado de Derecho en el país. Los expertos señalan que la respuesta necesita una persecución penal estratégica pero también requiere la valentía de afrontar la realidad con la seriedad que demandan estos datos.

