Presenta:

Francisco: el reconocimiento del trabajo del artista. El arquitecto de Dios, Antonio Gaudí

Segundo domingo sin Francisco, llega "Arte que motiva", la columna que nos interpela de Juan Barros con su estilo personal.
El arquitecto de Dios, Antonio Gaudí. Foto: Ilustración de Lisandro Ruiz
El arquitecto de Dios, Antonio Gaudí. Foto: Ilustración de Lisandro Ruiz

Hace unos días Francisco lo reconoció Venerable

Somos como podemos vivir lo que somos.

“El genio de Antoni Gaudí, inspirado por el ardor de su fe cristiana, logró convertir este templo en una alabanza a Dios hecha en piedra. Una alabanza a Dios que, como en el nacimiento de Cristo, tuviera como protagonistas a las personas más humildes y sencillas. En efecto, Gaudí, con su obra, pretendía llevar el Evangelio a todo el pueblo. Por eso, concibió los tres pórticos del exterior del templo como una catequesis sobre Jesucristo, como un gran rosario, que es la oración de los sencillos, en el que se pueden contemplar los misterios gozosos, dolorosos y gloriosos de Nuestro Señor. Pero también, y en colaboración con el párroco Gil Parés, diseñó y financió con sus propios ahorros la creación de una escuela para los hijos de los albañiles y para los niños de las familias más humildes del barrio, entonces un suburbio marginado de Barcelona. Hacía así realidad la convicción que expresaba con estas palabras: “Los pobres siempre han de encontrar acogida en el templo, que es la caridad cristiana”” (Benedicto XVI).

El Templo de la Sagrada Familia fue su lugar de trabajo. Lo hizo a él visible como trabajador y, su trabajo, lo hizo visible a Dios. Un Dios a encontrar… en la belleza por la que el asombro adviene devoción, en los pobres para los que el templo consagra sus pedidos.

Ilustración de Lisandro Ruiz

A sus 31 años, Antonio Gaudí asumió dirigir la obra al año de colocarse la primera piedra, en 1883.

Dedicó su vida al trabajo y a que el trabajo sea la expresión de la realidad del culto.

El trabajo al modo de honrar a Dios en lo más concreto.

El trabajo como causal del lugar del otro.

Y viviendo que el culto no alcanza a ser el sacrificio de animales sino la experiencia humana como sacrificio: sus ayunos y devociones y tantos más gestos suyos…

¡Soy como me reconocés!

Atropellado por un tranvía no fue reconocido por mal interpretar quien era por como vestía… A los días su ausencia se hizo notar hasta reconocerlo en la morgue del hospital.

No podemos Ver lo que no creemos.

Su presencia aún se hace notar. Su mirada es notable…

Somos como nos reconocemos prójimo.

No es el espejo.

Todo es como me mirás.

Lo que nos falta es como nos faltamos.

El trabajo es honrado tal como es reconocido.

¡Que el trabajo no quede lejos de resignificarnos!

El trabajo nos interroga hasta sincerarnos.

El trabajo nos hace comprender lo que hacemos de nosotros.

Gaudí sabía que la misericordia es lo único que es suficiente.

¡Así trabajó!

Juan Barros.

Juan Barros, energizante natural. Apto para todo público.