Hoy, 1 de mayo, ¿celebramos el Día Internacional del Trabajador?

Sabemos que es una fecha que invita a recordar sucesos dolorosos y emblemáticos producidos en Chicago, en el año 1886; pero también nos convoca a reflexionar sobre los trabajadores en el mundo actual. Por aquella época, los avances tecnológicos y el uso de la electricidad en las industrias dieron lugar a largas jornadas de trabajo. Los obreros parecían engranajes de las maquinarias, y si bien la producción se incrementaba, la salud de ellos se deterioraba, lo que impulsó múltiples protestas para lograr mejoras en sus condiciones laborales. De aquí surge la pregunta, el trabajo, ¿implica afectación de la salud física o psíquica?
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La actividad laboral es un aspecto fundamental en la vida de las personas, no sólo es esfuerzo para satisfacer necesidades básicas y mejorar nuestra calidad de vida. Nos permite conocernos en nuestras habilidades y desarrollar competencias. Fortalece nuestra autoestima descubriendo en nosotros mismos potencialidades y posibles caminos a recorrer. Mediante el trabajo, podemos aprender y contribuir a la sociedad de manera significativa. También implica establecer relaciones, vínculos con otras personas distintas a nosotros, pudiendo ser una oportunidad para ampliar nuestras miradas y comprender la diversidad en la sociedad.
De este modo, el trabajo juega un papel crucial en nuestra identidad, nos hace sentir que pertenecemos a una comunidad, que aportamos y que podemos ser reconocidos por nuestro ser y hacer. Cuando encontramos un trabajo que se alinea con nuestros intereses, con nuestros valores y pasiones, podemos experimentar una profunda satisfacción y sensación de realización personal que va más allá de trabajar para la subsistencia. Ciento treinta y nueve años pasaron desde aquel triste suceso en Chicago que dio lugar a regulaciones sobre las condiciones laborales para que estas sean saludables. Hoy sabemos que el trabajo puede ser un componente clave para la felicidad, el bienestar y la salud psicofísica y, sin embargo, muchas veces es fuente de estrés, malestar y violencia psicológica. Es evidente que aún quedan muchas vallas para superar.
En este día, celebremos por un mundo de trabajo igualitario y saludable, por la comprensión de la diversidad y la inclusión laboral. Brindemos con la convicción de que todos los individuos deben tener acceso a oportunidades laborales justas y equitativas, sin discriminación por motivos de género, raza, edad, discapacidad, orientación sexual o cualquier otra condición. La diversidad en el lugar de trabajo es un valor agregado que enriquece a las organizaciones y a la sociedad en general, estas se benefician de la creatividad, la innovación y la perspectiva de personas diversas.
Entonces, realmente, ¿celebramos el Día del Trabajador? Hagamos de este día una oportunidad para reflexionar sobre nuestras propias acciones y comprometernos -desde nuestros lugares en la sociedad- a promover la inclusión laboral respetando las singularidades. Es momento para reconocer y valorar el esfuerzo y la dedicación de todos los trabajadores, independientemente de su origen, género o condición.
* Roxana Boso, directora del Departamento de Psicología de la Facultad de Psicología y Psicopedagogía de la Universidad Católica Argentina (UCA)