Splitters: cómo nació la serie de anime argentina que busca hacer historia

Desde hace algunos meses, una serie de animación argentina está llamando la atención de los fanáticos del anime. Se trata de Splitters, una producción independiente creada por Marcos Prat, un artista que inició este proyecto hace seis años con un equipo de estudiantes y egresados de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU) de la UBA. Con un estilo visual que rinde homenaje a los clásicos del anime de los '90 y 2000, la serie ya suma 20 episodios y cerca de 22 mil suscriptores en su canal de YouTube.

La historia sigue a Marcos, un joven artista que, tras un accidente fatal, es revivido por una enigmática chica que separa su alma de su cuerpo. Su esencia, que cobra vida propia y se hace llamar Randal, se convierte en su compañero en una aventura que los enfrenta a vampiros, demonios y otras criaturas. Con este argumento, Prat transforma sus propias experiencias en una narración de acción y fantasía, tomando como referencia los mangas shonen y los motion comics.

El debate sobre si Splitters puede considerarse un "anime argentino" surgió en redes cuando el propio Prat usó el término para referirse a su serie. Mientras algunos seguidores del anime lo criticaron argumentando que el anime solo es japonés, Prat respondió explicando que, en Japón, el término "anime" se usa para referirse a cualquier tipo de animación. "Hoy en día, el anime también es un estilo narrativo y visual que trasciende la nacionalidad", sostuvo.

A pesar de las limitaciones presupuestarias, el equipo de Splitters sigue adelante con una gran ambición: producir un piloto de 20 minutos con animación 2D tradicional para atraer financiamiento. La meta es desarrollar una temporada completa de 12 episodios de alta calidad, sin apurarse en los tiempos de producción.

Por ahora, el proyecto sigue creciendo de manera autogestiva, pero con grandes aspiraciones. Mientras se avanza en la producción del piloto, el equipo continuará publicando adelantos y contenido en redes sociales, con la esperanza de que Splitters marque un precedente en la animación argentina.