Opinión

Teletrabajo, higiene y salud mental: cómo sobrevivir a la nueva vida laboral

Llevarse bien con otra persona requiere alejarte de tus propias críticas y hacer un esfuerzo para entender a la persona sin prejuicios. Es el desafío de cada día.

Juan Francisco Reinoso sábado, 25 de enero de 2025 · 10:15 hs
Teletrabajo, higiene y salud mental: cómo sobrevivir a la nueva vida laboral
Hacer home office tiene ventajas, pero también conlleva riesgos Foto: Archivo MDZ

El teletrabajo o home office, que creció exponencialmente a causa del encierro obligatorio a en la pandemia de Covid19, tiene ventajas que he disfrutado, por ejemplo al poder viajar con dos de mis hijas que trabajan bajo esta modalidad, algo que antes hubiese sido imposible. Sin embargo, como se ha hecho notar con anterioridad, también tiene sus riesgos.

Hoy propongo poner la lupa sobre uno de ellos. Todos hemos experimentado malos días a causa de diferentes situaciones en el ámbito privado o laboral: discusiones, rupturas amorosas, desengaños, duelos, desarraigo de amigos que han tenido que partir por situaciones económicas, ambiciones laborales frustradas, y la lista podría ser interminable. A veces, estas situaciones se agravan cuando de base existe algún padecimiento o rasgo vinculado a la depresión u a otra condición psicológica subyacente, especialmente cuando no se está realizado ninguna terapia o acompañamiento. Algo que se ha potenciado post pandemia.

El home office, que creció exponencialmente a causa del encierro obligatorio a en la pandemia de Covid19, tiene ventajas que he disfrutado

En esos malos días, es fácil ser presa de aquellas evasiones que tenemos más a mano

Maratones de series y películas, un scroll infinito por las redes sociales que más nos atrapan, comer lo que tengamos a mano o lo que nos traiga el delivery con el que tenemos más descuentos, y todo esto, muchas veces, acompañado de bebidas no muy sanas o, lo que es más insalubre, con cigarrillos comprados o armados. Todo esto, generalmente, nos lleva a acostarnos muy tarde y a no tener la cantidad de horas de sueño suficiente.

Luego de noches como esta, cuando tenemos que levantarnos para ir hasta nuestro lugar de trabajo, al sonar la alarma, sentimos como una especie de dolor físico y emocional y juramos no volver a caer en este círculo viciosos. Sin embargo, no siempre es tan fácil cumplirlo. 

La obligación de salir a la calle y tener que cruzarnos con extraños y conocidos, de tener que viajar en medios de transporte públicos, caminando o en bicicleta, tener que verle a la cara a vecinos o compañeros de trabajo, nos obliga a vestirnos más o menos decentemente, a bañarnos o al menos a peinarnos y lavarnos los dientes y a tratar de disimular nuestro rostro agotado por una mala noche. Sí, la mirada y la opinión de los demás nos importa más de lo que nos gustaría reconocer. Estoy de acuerdo con aquellos que piensan que no debemos movernos o actuar por “el qué dirán”, sin embargo, desde otra perspectiva, los demás, como diría Ortega y Gasset, son nuestros reciprocantes, aludiendo a la idea de que nuestra vida y nuestra identidad no se desarrollan de manera aislada, sino en constante interacción con los otros. 

La mirada y la opinión de los demás nos importa más de lo que nos gustaría reconocer.

El ser humano es un ser relacional que se construye a partir de su convivencia con los demás

Es en este intercambio mutuo donde se define nuestra realidad personal y social. Los reciprocantes son, por tanto, esas otras personas con las que nos relacionamos y que contribuyen, a través de sus acciones y reacciones, a dar forma a nuestra vida. Yo estoy muy de acuerdo con esto que plantea el filósofo español, lo que me lleva a preguntarme qué pasará con estas nuevas generaciones que terminaron parte de su escolaridad y vida universitaria sin asistir físicamente a escuelas, colegios o universidades, que tienen trabajos que les permiten quedarse en sus casas y sin exponerse a intercambio social.

Una de las soluciones que he visto, es la de aquellos jóvenes profesionales que acuerdan reunirse con sus amigos en bares, cafés, o lugares similares, como una especie sui generis de espacios de coworking improvisado, que les permite trabajar y, a la vez, estar y sentirse acompañados. Lo que le faltaría, a mi entender, a esta opción, es la de tratar con personas que no pertenezcan al grupo social de referencia, empobreciendo nuestra experiencia y trato con compañeros de trabajo que provienen de otra realidad social y cultural, que traen diferentes formas de pensar y sentir o que nos aportan una mirada muy diferente a la nuestra. Pienso que gran parte de esto se pierde si nos quedamos solamente con aquellos amigos de nuestro entorno. 

Qué pasará con estas nuevas generaciones que terminaron parte de su escolaridad y vida universitaria sin asistir físicamente

Tal vez algún lector de esta nota, que forme parte del área de recursos humanos o que sienta la necesidad de dar respuesta a esta nueva situación, pueda aportar y compartir otras ideas y soluciones para esta nueva realidad social y laboral.

Juan Francisco Reinoso

* Lic. Juan Francisco Reinoso. Rector del Colegio Los Robles. Presidente del Comité de Ética del Cinme.

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