Por qué alguien llega a matar a su madre: el caso de Villa Martelli como reflejo de la violencia intrafamiliar
Un tremendo caso de matricidio sacudió al barrio de Villa Martelli, en el Conurbano bonaerense. María Imbrogiano, de 50 años, fue hallada sin vida en su propia casa con una herida mortal en su cuello.
El estremecedor caso de Leandro Agustín Imbrogiano, conocido como "La Gatita de Martelli", acusado de degollar a su madre María Imbrogiano, no solo conmociona por la naturaleza del crimen, sino también por las profundas implicancias sociales y psicológicas que lo rodean. Este matricidio plantea una pregunta fundamental: ¿qué lleva a una persona a cometer un acto tan atroz contra quien le dio la vida?
Una relación marcada por el conflicto
La relación entre María y su hijo estaba lejos de ser armoniosa. Informes preliminares revelan que existieron denuncias previas por violencia, aunque estas culminaron en perdones y la readmisión de Leandro al hogar. Este tipo de dinámica, donde la víctima se encuentra atrapada entre el amor y el temor, es una constante en contextos de violencia intrafamiliar.

El perfil de Leandro también arroja luz sobre las tensiones que marcaban su vida. Con 19 años, sin empleo y con una vida nocturna activa, dependía económicamente de su madre, lo que generaba conflictos frecuentes. Mensajes de WhatsApp entre ambos revelan una relación cargada de reproches y frustraciones. Esta dependencia, combinada con una identidad posiblemente en constante cuestionamiento y una falta de redes de apoyo, pudo haber alimentado una creciente hostilidad hacia su madre.
Factores psicológicos y sociales en el matricidio
El matricidio, aunque infrecuente, suele ser el resultado de una confluencia de factores individuales y contextuales. En el caso de Leandro, pueden identificarse varios elementos que, en conjunto, contribuyeron al desenlace fatal:
- Violencia previa: las agresiones anteriores muestran una escalada progresiva que no fue detenida a tiempo.
- Dependencia emocional y económica: la falta de independencia de Leandro generó tensiones constantes en la convivencia.
- Aislamiento social: las publicaciones del acusado en redes sociales sugieren un sentimiento de incomprensión y desconexión con su entorno.
- Impulsividad y falta de regulación emocional: el uso de la violencia como respuesta a conflictos familiares refleja una incapacidad para manejar el enojo y la frustración.

Además, las heridas en la mano del acusado y el intento de encubrir el crimen indican un grado de conciencia de sus actos, aunque también una posible actuación impulsiva. La participación de su pareja, quien reportó el hecho al SAME, también plantea interrogantes sobre la dinámica de poder y los roles en esta relación.
La falla de las estructuras de protección
Este caso evidencia la insuficiencia de las herramientas judiciales y sociales para prevenir crímenes en contextos de violencia familiar. Aunque existieron denuncias previas, no se implementaron medidas efectivas para proteger a María. Esta situación no es aislada: muchas víctimas se enfrentan a sistemas que no logran ofrecer una respuesta integral y preventiva.
La co-dependencia emocional también juega un papel crucial. La dificultad de María para desvincularse de su hijo, pese a las agresiones, refleja cómo la violencia intrafamiliar puede distorsionar los límites y las decisiones. En estos casos, la intervención debe ir más allá de lo legal, incorporando apoyo psicológico y social tanto para la víctima como para el agresor.
Una llamada urgente a la reflexión social
El matricidio de Villa Martelli es un trágico recordatorio de que la violencia intrafamiliar es un problema complejo, arraigado en nuestra sociedad. Detrás de este crimen, se vislumbra una problemática más profunda: la creciente tendencia a ver a los padres como proveedores ilimitados de felicidad y satisfactores de todos nuestros deseos. Esta visión, que puede generar expectativas poco realistas y una sensación de derecho, puede erosionar los vínculos familiares y desencadenar conflictos violentos.
Es fundamental que como sociedad reflexionemos sobre las presiones que ejercemos sobre las familias y promovamos una cultura de respeto mutuo y comunicación abierta. Si no atendemos estos cambios, podríamos estar frente a generaciones cada vez más propensas a relaciones familiares deterioradas y dinámicas insostenibles que ponen en riesgo la convivencia armónica.
* Lic. Eduardo Muñoz. Criminólogo y criminalista. Especialista en prevención del delito. Consultor de seguridad integral
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emunoz.seg@gmail.com
IG: @educriminologo

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