Adopción de niños: elegir el amor a pesar de la burocracia y la desinformación
La mayoría de las familias dispuestas a adoptar eligen niños recién nacidos o menores a tres años. Solo en la provincia, el 84% de los chicos que busca una familia tiene entre 7 y 17 años.
Elegir el amor, a pesar de la burocracia, la desinformación y el contexto. Esa es la decisión que toman las personas que deciden adoptar niños mayores a tres años en la Argentina. Lamentablemente, las estadísticas reflejan que ese grupo representa un porcentaje muy bajo, lo que permite explicar por qué la mayoría de los infantes que anhela formar parte de una familia y viven en hogares institucionalizados tiene entre 7 y 17 años.
Los fríos números permiten analizar una parte de la realidad, pero esconden la vulneración de un derecho fundamental de la niñez: el de vivir en familia. Lejos de mejorar, la situación viene empeorando desde hace años. Es que según la Dirección Nacional del Registro único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos de la República Argentina (DNRUA), en 2018 había 4580 solicitantes para adoptar en nuestro país. Durante los últimos meses de 2023, el número había caído a menos de la mitad. En Marzo de 2024, MDZ informó que la situación en nuestra provincia era similar. En ese entonces, la directora del Registro Provincial de Adopción de Mendoza, Verónica Gutiérrez, admitió que había disminuido “un poco el número de familias que se inscriben para adoptar o a veces modifican sus proyectos para adoptar menos cantidad de niños”.
Según los datos proporcionados por las autoridades provinciales en marzo, la cantidad de niños y niñas y adolescentes que esperan una familia en Mendoza asciende a 128. El 84 por ciento tiene entre 7 y 17 años. Enfocarse en un solo argumento con el objetivo de explicar que se esconde tras estadísticas sería un error. Las explicaciones son diversas y varían según las fuentes consultadas. En el avance de la ciencia que permitió un mayor acceso a técnicas de reproducción humana asistidas u otras formas de concretar el deseo de formar una familia, pasando por la burocracia, la desinformación, los mitos sobre la adopción, la falta de espacio sobre el tema en los medios, la necesidad de modernizar la ley y hasta la ausencia de voluntad política para hallar soluciones, posiblemente estén algunas de las respuestas.
Una historia de amor
Como comentábamos anteriormente, las estadísticas son necesarias para reflejar las vulnerabilidades, logros, dificultades o desafíos de una sociedad. Sin embargo, son las experiencias humanas las que conmueven, movilizan y, en definitiva, muchas veces determinan las decisiones de otros. Por este motivo, MDZ charló con una familia que decidió adoptar niños mayores a los tres años, una decisión no tan común pero profundamente hermosa.
La historia tiene como protagonistas a Ana, Carlos y Juan. Se omiten sus nombres reales por pedido de la familia. Ana y Carlos son una pareja que adoptó a Juan, quien hoy tiene 14 años. Actualmente están el proceso de adoptar al hermano del joven, dos años menor que él. “Ana siempre tuvo en mente conformar una familia en la que también hubiese hijos adoptivos. Ya como pareja cuando surgió el deseo de tener hijos, y cuando de manera natural los tiempos se prolongaban, pensamos que no priorizábamos el lazo sanguíneo. Que queríamos ser padres y sabíamos que hay muchos niños y niñas que lamentablemente no tienen madres, padres, ni familia”, explica Carlos.
Detrás de la decisión de la pareja se esconde una profunda conciencia social. Es que cuando definieron que había llegado el momento de formar una familia, pensaron que un niño recién nacido era una opción más propicia para padres más jóvenes que pudieran acompañar las etapas de desarrollo con una mayor vitalidad. “La ventaja que teníamos nosotros de no ser tan jóvenes es algunas experiencias de vida que podían ser adecuadas para cuidar un niño grande o adolescente, de cualquier edad dentro de ese rango”, afirman. También consideraron que la mayoría de las familias que está en busca de un infante, eligen bebés en más de un 80 por ciento.
No obstante, durante la charla con MDZ la pareja hace hincapié en otros mecanismos de apoyo que son fundamentales para los niños y niñas que están institucionalizados. “Hay personas que son padrinos y madrinas de los chicos, y ese rol que cumplen es clave, es muy sano, muy gratificante. Hay que acercarse, conocer esas historias y tener ganas de cambiarlas. La trama rota en la que se encuentran muchos chicos no se repara con una sola acción, gesto o decisión. Se debe reconstruir casi de manera artesanal”, explican.
El funcionamiento del sistema
Como todo sistema estatal, el inherente a la adopción de niños en la República Argentina contiene fallas y aciertos. Nadie puede dudar del trabajo que realizan las personas que lo integran, pero diversas experiencias permiten inferir que existen puntos a mejorar. “Hay dos partes, creemos, por un lado, un sistema que necesita una ley de adopción que debería ser modificada en varios puntos. A la vez, se necesitan mayor cantidad de profesionales y operadores en el tema, personas que estén bien pagos y capacitados, menos burocracia, más inteligencia emocional y más compromiso real de las autoridades políticas. La otra parte tiene que ver con que la mayoría de los pretensos adoptantes tienen una mirada un poco romantizada del tema, quieren solo niños chiquitos o bebés, sanos, sin ningún tipo de condición de salud adversa, y sostienen esa ilusión de la cuna”, afirma Carlos.
Adoptar un niño no es una tarea fácil, requiere muchísimo amor, paciencia y la templanza necesaria para superar los obstáculos que puedan ir surgiendo. Sin embargo, la recompensa es enorme. “En nuestro caso faltó un poco de acompañamiento, pocas certezas sobre los tiempos, nada de preparación para la etapa de integración. La etapa de integración es muy importante, no tiene un tiempo definido, y creemos que es fundamental contar con apoyo emocional”, afirma la pareja.
Y agrega: “Sin embargo, nuestro proceso en comparación con otras historias, fue bueno. Hay muchos mitos sobre el proceso de adopción, pero lo que sirve es acercarse a otras familias que han pasado por esas etapas y son de gran ayuda y respaldo. Hay grupos a nivel nacional que están haciendo una gran tarea. Mucha reflexión, comparten las historias, lo lindo y lo que no es tan lindo. Conocen bien los momentos que se deberán enfrentar. La persona o familia que desea adoptar debe tener muy claro que los que se pretende con este acto es restablecer el derecho superior del niño de pertenecer a una familia, y no cubrir un deseo no cumplido de procrear. Los protagonistas son los niños y su bienestar, y nuestro rol es ser los adultos responsables de restituir con mucho amor lo que les ha sido despojado por distintas circunstancias. Debemos ser pacientes, cuidadosos, flexibles, respetuosos, empáticos, y generosos para transitar estas vinculaciones”.