¡A mover el cuerpo que hace frío!

Con esta ola polar sobre Argentina toda, realizar nuestra práctica de gimnasia parece ser más que una tarea imposible. Para algunos puede ser una realidad y para otros el argumento se sumar a excusas cotidianas que permiten postergar la decisión de comenzar con un hábito saludable que debiera incorporarse y mantenerse a lo largo de nuestra vida.
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Es conocida la relación entre la forma física cardiopulmonar y la longevidad
En un estudio realizado en 2022 en la Universidad de Harvard realizado en 4500 personas de 50 años o más, se descubrió que las personas con poca masa muscular tuvieron entre un 40 y 50 por ciento más de riesgos porque la investigación arrojó como resultados que lo importante no es la masa muscular sino la fuerza de los músculos, es decir, su capacidad para generar fuerza.
No basta desarrollar grandes pectorales o glúteos: tienen que ser capaces de generar fuerza. El ejercicio no sólo mejora a fortalecer el corazón manteniendo en óptimas condiciones al sistema circulatorio, sino que mejora nuestra capacidad para metabolizar tanto la glucosa como la grasa. Tener más masa muscular ayuda a sostener y proteger el esqueleto y la lista de beneficios sería interminable.
El ejercicio ayuda a la “maquinaria” humana a funcionar mejor durante más tiempo
Un amigo hace poco me comentaba que no le gustaba para nada ir al gimnasio, sin embargo afirmaba en esa misma conversación, que es su mejor medicina. Y es cierto. El ejercicio físico actúa como un fármaco porque induce al organismo a producir sus propias sustancias químicas endógenas similares a los fármacos. Con el movimiento, los músculos generan citosinas que a su vez refuerzan el sistema inmunitario y estimulan el crecimiento de músculos como así también fortalecen a los huesos.
Los ejercicios de resistencia, como correr o bicicleta, ayudan a generar una potente molécula, la BDNF (Brain Derived Neurotrophic Factor) que mejora la salud del hipocampo, que es una parte del cerebro que desempeña un papel vital en la memoria. Más allá del Omega 3 que podemos incorporar a nuestra dieta, el ejercicio ayuda a preservar el volumen cerebral y mantener su vasculatura sana.
Perdemos fuerza y masa muscular con cada decenio de vida llegando a sufrir de la temida sarcopenia. Los huesos se vuelven frágiles y las articulaciones se endurecen. El equilibrio se ve afectado y esto se verifica lamentablemente cuando nos caemos. Si Uds. prestan atención, se detectan más caídas en adultos mayores.
El ejercicio físico aporta a una longevidad saludable
¿Cuándo sucede todo esto? El gran escritor Hemingway decía que se produce de dos maneras: gradualmente y de repente. Los niveles de actividad se mantienen constantes entre los 20 y 30 años y apenas un poco más. A partir de los 65 años comienza a reducirse la masa muscular y se acentúa drásticamente a partir de los 75.
El ejercicio en todas sus modalidades es nuestra herramienta eficaz para combatir estados de ánimo mortificantes, hacer frente al sufrimiento y además reducir el riesgo de mortalidad en todos los ámbitos: ralentiza el deterioro no sólo físico, sino lo que los investigadores acuerdan como longevidad saludable, cognitiva y emocional.
Por eso queridos lectores, hoy les brindo el más potente medicamento, el fármaco mas accesible cubierto al 100 por ciento, gratuito, que prolonga la vida y la mejora. Eso sí, tiene que conocer que para que resulte efectivo, requiere conocimiento y esfuerzo constante que es directamente proporcional a los beneficios que se descubren en el futuro de cada uno. Y si se encuentra muy desalentado, no se haga problema. Siempre puede llamarme y juntos encontraremos una solución posible.
* Carlos Gustavo Motta es psicoanalista y cineasta.