Quiénes fueron Morse y Collord, las docentes que revolucionaron la educación en Mendoza
Llegaron de Estados Unidos y transformaron en gran medida la educación de la provincia, con nuevos planes de estudios y de evaluación.
La escuela es siempre un acto de confianza. Seguramente, Marie Olive Morse y Margaret Louis Collord cuando llegaron al país, e inmediatamente a Mendoza, después de recorrer un largo camino desde sus respectivos estados natales norteamericanos, fue en lo primero que pensaron: la escuela es siempre un acto de confianza.
Y así fue. Transformaron en gran medida la educación mendocina, terminaron radicándose en la provincia, lograron una profunda identificación con todos los actores del sistema educativo, encararon una formación integral reformista, dirigieron el colegio más importante de Mendoza por esos tiempos, elaboraron nuevos planes de estudios, de evaluación y de progresista formación para docentes, fueron fervientes sanmartinianas (hasta el punto tal, de ser las pioneras en poner en valor el Campo Histórico del Plumerillo), tuvieron viñas y fueron viticultoras, integraron sociedades intermedias de solidaridad y cooperativas empresariales que defendía el precio de la uva, vivieron por 50 años en Mendoza y están enterradas en el cementerio de la capital mendocina.
Mendocinas de buena cepa, comprometidas vecinas, solidarias, liberales en el amplio sentido de la palabra y “maestras de alma”. Donaron todo lo que tenían. “Hicieron escuela”.
Los pibes a la escuela y Mendoza de fiesta
Lo he repetido muchas veces: el año cultural mendocino empieza en Vendimia. La Vendimia activa nuestra provincia en todas sus dimensiones. Mendoza se hace global de la mano de la progresista idea de poder interpretar y repensar la idea del mundo como un lugar singular. “Juntos los encuentra el sol, a la sombra de un farol, empapados en alcohol (‘vino’), abrazando una muchacha (‘coronando’ una muchacha)”; podríamos antojadizamente sostener, alterando la icónica letra de Serrat en su inmortal “Fiesta”.
Pero en tiempos de Vendimia también empiezan las clases. Los pibes vuelven a la escuela. Desde esa premisa inquebrantable: los chicos siempre en las aulas, más allá de los conflictos, las crisis económicas, los debates, las disputas. Pero para ponderar los bienvenidos comienzos de nuevos ciclos lectivos, quisiera apelar también al oficio que ocupó mucho tiempo de mi vida, paralelamente al de ser docente: el oficio de historiar. He aquí otro buen ejemplo de cómo y por qué Mendoza creció en tiempos críticos. El oficio del historiador nos permite poner en valor y visibilizar conmemoraciones y recuerdos del pasado apoyándonos en notas de aquella coyuntura que tienen un fuerte impacto presente.
El ejemplo girará en torno a dos ilustres desconocidas que llegaron a Mendoza. Las mismas, Collard y Morse, que subieron a un barco sin saber muy claramente a dónde llegarían. Partieron juntas del puerto de Nueva York. Marie Morse era oriunda de Maine, extremo noreste de Estados Unidos, y Margaret Collard provenía de Cincinnati (Ohio). Navegaron casi 4.320 millas náuticas (8.000 kilómetros), viajando 45 días por el Atlántico, para finalmente llegar a Buenos Aires. Un tren que en pocos años llegaría a Chile, las acercó hasta Mendoza. Era 1890.
La Mendoza de 1890: Sarmiento, educación y conflicto
Sarmiento había quedado cautivado en Boston. Ya había creado el primer colegio normal de todo Sudamérica en Chile (1842), y ahí empezó a soñar en llevar miles de maestras a las pampas argentinas. Será en ese contexto y bajo esa planificación que llegarán a Argentina más de 60 maestras norteamericanas y algunos maestros. Entre otras, llegarán quienes serán pilares del “normalismo” educativo provincial, las ya nombradas, y ahora en Mendoza: “señorita” Marie Morse y “señorita” Margaret Collord.
El contexto de una crisis terminal: el año de los gobernadores
Al arribar al puerto de Buenos Aires, Marie y Margaret debieron separarse a destinos diferentes, aunque con la firme promesa que pronto seguramente se reencontrarían.
Morse y Collord llegaron a un país, aquel de 1890, que estaba atravesando la caída de Juárez Celman, cuando “la Revolución del Parque” empezaba a alumbrar el surgimiento de nuevos partidos políticos y el arribo de un nuevo presidente (Carlos Pellegrini).
Ese 1890 marcó un punto de inflexión además en la historia social argentina. Empezaba a emerger una sociedad civil urbana, diferenciada en grupos sociales con demandas específicas. En particular la revolución del '90 estableció el momento en que “la clase media” ingresó a la vida pública. Entre las demandas sociales (paralelo al reclamo político) de ese naciente sector intermedio, siguiendo aquellos postulados de Sarmiento, estaba la exigencia de una educación más amplía, equitativa e inclusiva.
Simultáneamente, la organización de la clase obrera en sindicatos, partidos políticos modernos (Unión Cívica Radical, Unión Cívica Nacional, Partido Socialista, Liga del Sur), cooperativas y organizaciones feministas, conformaron una sector urbano que mostraba el surgimiento de un renovado sujeto político y social: el pueblo, pidiendo que se lo reconociera efectivamente como protagonista de la vida política, social y cultural. Para todo eso, la educación era imprescindible. Ya lo había anticipado Sarmiento.
Una fuerte inflación, desabastecimiento, huelgas, corrupción, terminaron derribando el gobierno del presidente Juárez Celman. Uno de los líderes protagónicos de esa revolución opositora fue el mendocino Ricardo Day (una escuela de Junín, Mendoza, lleva su nombre).
En Mendoza la situación no sería distinta. La oposición estará determinada por José Néstor Lencinas, Manuel Olascoaga, Héctor de Villars, Julián Barraquero, Agustín Álvarez, Eduardo Teissaire, Juan de Rosas y Julio Leónidas Aguirre, a la postre fundadores y adherentes de la naciente UCR.
Parecerá increíble. Siete gobernadores se sucederán durante 1889 (Tiburcio Benegas; Manuel Bermejo; la intervención federal de Manuel Derqui; nuevamente Tiburcio Benegas; Jacinto Álvarez; Deoclecio García, Domingo Bombal. Estos, entre enero y junio. Completará ese año: Oseas Guiñazú). Agregamos a la lista. El mismo Guiñazú en 1890 que debe renunciar. Pero hay más para el asombro. Hubo dos gobernadores en 1891 y cuatro en 1892 (el orteguista Pedro Ortiz, la intervención federal de Francisco Uriburu, Deoclecio García, que falleció, y Pedro Anzorena), lo que marcará claramente que Morse y Collard no habían llegado al paraíso.
La crisis del 1890 había dejado heridas abiertas también en la educación mendocina. Docentes exonerados, separados de sus cátedras, encarcelados y persecuciones a maestros y estudiantes, ampliaron la base de conflictos en los ámbitos donde llegarían las docentes americanas. Sobre todo, en el Colegio Nacional y en el Colegio Normal de Señoritas de Mendoza (la vieja “Avellaneda”, hoy Escuela Tomás Godoy Cruz, fundada en 1878, ubicada por entonces en donde actualmente está Galería Piazza).
“Fue la lucha, tu vida, tu elemento”
Siempre fue así. Como dice la canción: “adelante, maestra”. Agrego, pensando en Morse y Collard, en medio de un mundo para ellas desconocido. Pero pudieron. Y se puede.
Por eso la escuela debe estar siempre abierta y los pibes en sus aulas, sin dejar de pensar en la responsabilidad de sus contextos familiares cercanos, convencidos que lo mejor que podemos hacer por nuestros hijos es acompañarlos hasta la escuela.
Aquellas maestras norteamericanas llegaron a un país que estaba revolucionado. “En llamas”. Pero pudieron vencer y sobreponerse también en otro terreno. Eran anglicanas, no sabían muy bien el idioma, mujeres solteras que se amaban en una provincia tradicionalista, discutían enérgicamente con los hombres, desde postulados educativos hasta el precio del vino. Fueron defenestradas en un primer momento. Eran consideradas “raras”. Generaban desconfianza. Vencieron los prejuicios y a los mediocres mal intencionados. Entonces, porqué siempre debe ser una fiesta volver a la escuela a reencontrarnos con los estudiantes: porque la escuela es la garantía, más allá de trasmitir cualquier contenido, que es ahí donde se aprende a “con-vivir”, ensayo para la vida, tan necesario como ineludible. Imprescindible en cualquier tiempo. Ayer, y siempre.