La Virgen de Luján y los veteranos, tres meses después de la guerra
Habían pasado apenas 90 días desde la finalización de la guerra de Malvinas, y muchos combatientes recién llegados, sintieron la necesidad de ir a agradecer por seguir vivos.
El primer fin de semana de octubre de 1982 se llevó a cabo una nueva edición de la Peregrinación a Luján. La economía andaba mal (como siempre), la política estaba convulsionada, tres meses atrás se había jugado el mundial de fútbol, y casi al mismo tiempo, el país había peleado una guerra.
En aquellos días, los Veteranos habían vuelto a casa experimentando recibimientos muy diferentes. Algunos con honor y gloria, pero muchos otros con variantes que iban desde la indiferencia al ocultamiento. Eran días duros para ellos, el stress post traumático de la guerra causaba que la sociedad en general los observara con cierto recelo, y les costara encontrar trabajo. Sin embargo, no todos actuaban igual. Había una empresaria argentina, una de las personas más adineradas y poderosas del país, que sentía un amor especial por todos ellos.
Durante la guerra, esta mujer, dueña de una gran empresa, había puesto a disposición el avión corporativo, que formó parte del mítico Escuadrón Fénix. Al terminar el conflicto, llevó adelante una silenciosa tarea humanitaria, dando empleo en algunos casos, y con ayuda directa en otros. También puso en marcha una fundación que se llamaba “Operativo Rosario”, tomando su nombre de la operación de recuperación de nuestras islas Malvinas el 2 de abril, y al mismo tiempo con una connotación religiosa y mariana.
Esta mujer era Amalia Lacroze de Fortabat, y al frente de su fundación designó Presidente a María Delicia Rearte de Giachino, otra gran mujer, madre del primer caído en la guerra, el Capitán de Fragata Pedro Giachino.
Su fundación organizó un grupo de peregrinos para participar de la caminata a Luján. Ellos eran Veteranos de Guerra de Malvinas. Fue una peregrinación especial para ellos porque se mezclaba la acción de gracias por haber vuelto con vida de una guerra, con el recuerdo y el pedido por las almas de los caídos.
Como en toda nuestra historia, hubo contradicciones y polémicas, ya que la mayoría de ellos peregrinaron con sus uniformes, y con la historia de la guerra y el gobierno militar muy fresca, en algunos lugares como en la iglesia de Morón, no fueron bien recibidos por Monseñor Laguna, pero al mismo tiempo, como llevaban un estandarte con el símbolo de la fundación que consistía en las islas rodeadas por un rosario, mucha gente los reconocía y se acercaba a darles charla y compartir oraciones a lo largo de los kilómetros.
Ellos llevaban una enorme bolsa, como las de harina, llena de rosarios de plástico marrones, como los que usaban en Malvinas, y los regalaban a quien quisiera recibirlos. A la altura de Ciudadela plantaron árboles en una plazoleta.
Mi amigo Fabián Blardone, VGM que sirvió en el Regimiento de Infantería 3 como radio operador del 2do Jefe del Regimiento y estuvo la mayor parte del tiempo en Sapper Hill, al sur de Puerto Argentino, recuerda que “íbamos con el estandarte que tenía el símbolo de la fundación encabezando el grupo, había Veteranos de Ejército como yo, y también de la Armada. No recuerdo bien si había alguien de Fuerza Aérea.
Para algunos era complicado porque todavía les costaba salir, pero fue muy buena la experiencia. Pedimos por nuestros compañeros caídos en la guerra y para dar gracias porque volvimos con vida. Durante la guerra yo tenía en mi casco guardada una imagen de Nuestra Señora de la Paz.”
Al principio de esta nota se puede observar la foto de una imagen de la Virgen de Lujan sobre el capot de un vehículo militar en Malvinas. Esta imagen fue llevada a Puerto Argentino por un sacerdote argentino y depositada en la iglesia católica St. Mary. El 8 de mayo el capellán Vicente Martínez Torrens la sacó para llevarla a las afueras y celebrar misa en su presencia.
Al terminar la guerra, la imagen fue a parar a la Catedral castrense de San Miguel y San Jorge en Aldershot, Inglaterra. Gracias a la acción decidida de un grupo de laicos argentinos y el apoyo de distintos sacerdotes y actual el obispo castrense, Monseñor Santiago Olivera, en 2019 tomaron contacto con los sacerdotes ingleses que la tenían y acordaron hacer un intercambio en Roma, en una ceremonia ante el Papa Francisco.
Los sacerdotes ingleses entregaron la imagen, que se encontraba en excelente estado ya que había sido tratada con cuidado y devoción, y los sacerdotes argentinos les entregaron una réplica, otra imagen de la Virgen de Luján para su catedral.
Evidentemente la Virgen de Lujan tiene una estrecha relación con nuestros Veteranos, tanto en el campo de batalla, como en la posguerra, como una madre siempre junto a sus hijos.
* Lic. Alejandro Signorelli, Investigador de la Guerra del Atlántico Sur.